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“Hasta mañana, Ludwig”

Guardiola, que vive en el centro de Múnich, se pasa el día en la ciudad deportiva del Bayern analizando con la misma pasión un partido de Liga que la eliminatoria ante el Barça

Guardiola, a la derecha, charla con Neuer el pasado 14 de abril en Oporto.
Guardiola, a la derecha, charla con Neuer el pasado 14 de abril en Oporto.Rafael Marchante (Reuters)

Josep Guardiola acostumbra a madrugar, por hábito y por vocación; porque entendió de niño que a quien madruga, Dios le ayuda; porque, como ya dijo, quien se pone en danza bien pronto, bien pronto tiene el cielo ganado. Pero básicamente de lo que se trata en casa de los Guardiola, en Múnich, a la seis y media de la mañana, es de vivir en familia y en su caso de ejercer de padre antes que de entrenador del Bayern, su pasión y profesión. El jueves pasado, como acostumbra, a las siete y media, Guardiola saludó a Ludwig, el conserje de la finca en la que vive frente al río Isar, a diez minutos paseando de la céntrica Marienplatz, y con sus tres hijos caminó hasta la parada del bus escolar. Ya de vuelta a casa desayunó con Cristina, con la que se casó hace un año en Marruecos.

Antes de las ocho y media salió de casa. “Hasta mañana, Ludwig”, le dijo al conserje. Al volante de un Audi gris, en media hora, llegó al número 51 de la Säbener Straße, donde está la ciudad deportiva del Bayern Múnich. Tan pronto que a Manel Estiarte incluso le extrañó. Su asesor suele ser el primero en llegar y cuando lo hizo vio la puerta del despacho del entrenador abierta. Allí le encontró, escribiendo compulsivamente en la pared, pintada especialmente para tal menester: “Lo tengo claro; igual nos meten siete, pero lo tengo muy claro”, le dijo. Nadie sabe la fórmula, pero al parecer sabe desde el jueves la mejor manera de que Messi “no nos haga mucho daño”. “Está on fire” se comenta desde el jueves en el Bayern. “Así lleva todo el año. Inventando ante cada contratiempo”. “Hombre, a Messi pararle no le vamos a parar, igual le molestamos”, se le ha escuchado decir a Pep, entre risas, desde el sorteo.

Ha reinventado defensivamente al equipo”, dicen los jugadores

“Lo de este año es un milagro” cuentan. “Se ha pasado el curso reinventado defensivamente el equipo”. A cada lesión —hasta 14, con nueve operados—, una solución. “Ha sido impresionante”. “Si le dice a Rafinha [lateral derecho brasileño] que se case con él, se casa”, se ríen. “Le ha hecho jugar de todo. Si le pide que salga de portero, de portero juega”. “Pep ha elevado el juego del Bayern a la categoría científica”, se le reconoce incluso en los bares. O eso cuenta el hincha Florian Merk en la barra del Schall & Rauch, un bar del barrio universitario, el jueves por la noche: “Ir al Allianz es como ir a ver un espectáculo de teatro”, asegura mientras Teresa, su pareja, va mas allá. “Pep es guapo y viste muy bien”, dice mientras presume de que los hijos del catalán se calcen en la zapatería de su madre. “Pep ha hecho suyo al equipo. Creen en él como no creían el año pasado”, cuentan en el club, donde están locos por renovarle el contrato que acaba en junio de la próxima temporada.

“Conociéndole, ya habrá visto diez partidos del Barça”, dijo el miércoles medio en broma Javi Martínez. Ese día, tras caer eliminado contra el Borussia Dortmund en la semifinal de la Copa, Pep vio cinco, y el jueves seis más. “Son muchos detalles, pero entiendes por qué es un entrenador distinto”, reconoce Xabi Alonso, que destaca “la capacidad que tiene para tomarse en serio cualquiera partido de la Liga como si fuera una final de la Champions. El análisis y el trabajo, las herramientas, son idénticas y así construye las bases del juego durante el curso”. El exmadridista añade: “Sabe aunar y ganarse al vestuario. Estoy aprendiendo mucho de él”.

“Es mejor entrenador desde que ha llegado a Múnich”, le reconocen los que compartieron con él los años en el Barça. “Por una razón principal: la manera como ha trabajado defensivamente al equipo”, admite Carles Planchart, analista de partidos. “Con el Barça nos atacaban con un delantero o ninguno. Aquí van a por ti y eso te obliga mucho”. “Bueno, la experiencia tal vez te hace mejor, pero no tengo esa sensación, no sabría decir”, se escapa Guardiola.

El técnico busca la fórmula para que Messi “no nos haga mucho daño”

Martínez da la razón a quien señala que el Bayern ha experimentado un crecimiento defensivo brutal, “y en una situación complicada. La defensa la hemos trabajado muchísimo. Pep no te dice ‘juegas de central’ y ya está. Te explica el porqué, el cómo. Yo soy muy curioso y le pregunto mucho. Incluso lesionado le he preguntado por sus elecciones, por qué esta manera de jugar...”, explica el navarro. Nadie, en cualquier caso, más interesado en esos temas que Thiago. “Tienen conversaciones de entrenador”, reconocen testigos de las visitas del centrocampista al despacho del técnico. “Me interesa mucho. Suelo preguntar: ‘¿Y el Nuremberg, qué?’ Y él me cuenta: ‘Nos atacarán por banda derecha, tienen un punta muy grande’. Y me encanta”, explica el futbolista.

“Pep es pasión y en consecuencia, mucha intensidad en los entrenamientos”, dice Reina, que amplía las claves que han llevado al Bayern a ser el equipo menos goleado de Europa: 15 goles encajados y 207 remates recibidos, menos que nadie en el continente; el año del triplete, con Heynckes, el Bayern encajó 18. ¿La clave? “Defender con el balón, recuperarlo lo antes posible, ser intensos en la presión, tener al rival lo más lejos posible de nuestra portería”, explica Reina, que reconoce estar aprendiendo mucho “por cómo prepara los partidos y analiza al rival. Ayuda a que cada jugador sea mejor y al final la sensación que tengo es que sé más de fútbol por haber trabajado con él”.

Guardiola miró con un ojo al Leverkusen —hizo debutar a Strieder, capitán del filial, y a Görtler, con lo que son 11 los que se han estrenado con el catalán en la Bundesliga— y con el otro miraba al Barça de Luis Enrique, al tiempo que atendía a los mensajes de su esposa, que se pasó el día acompañando niños a la consulta del dentista. El jueves comió un poco de sushi y por supuesto no le hizo ni caso a Mona Nemmer, la dietista del equipo, que lleva todo el curso pidiéndole que por el bien de su espalda, si debe pasarse 300 horas delante del ordenador, lo haga sentado en una bola de goma de las que se utilizan para ejercicios de pilates, una bola que está arrinconada en una esquina del despacho. Tampoco pisó el gimnasio, al que parece tenerle alergia. Pasadas las nueve de la noche, Guardiola volvió a casa. Los niños habían cenado; Ludwig ya no estaba en la puerta.

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