La tercera Flecha de Valverde
Como en 2006 y en 2014, el líder del Movistar se impone en lo alto del Muro de Huy, uno de los lugares clásicos del ciclismo mundial
Como su fuera Rudisha, Juantorena o Wilson Kipketer, como si fuera un atleta de 800m , un front runner amante de ponerse en cabeza desde la calle libre y desde allí ir cambiando poco a poco de ritmo, acelerando sutilmente según escuchaba acercarse el aliento de los perseguidores para al final liberarse en una explosión de energía y alegría, así ascendió Alejandro Valverde el camino del calvario, los últimos 800 metros de la Flecha Valona más conocidos como Muro de Huy por su terrible pendiente del 19%, que ayer ganó por tercera vez en su carrera. Pero en 2006 y en 2014, sus anteriores victorias, lo hizo como un sprinter irresistible cuesta arriba. En 2015 lo ha hecho como lo hacían los más grandes.
“Estoy pletórico y he subido muy bien colocado”, dijo el líder del Movistar para describir una nueva dimensión, una variación táctica que pocas veces ha probado en las grandes citas y que parece haber descubierto en su hermosa madurez, a los 35 años. Así lo hacía Merckx y así lo hacía Hinault también, sabios psicólogos, quienes descorazonaban a sus rivales con sus muestras tan bien medidas, y su aparente tranquilidad tan superior. “He decidido marcar yo el ritmo y desde la cabeza lo he controlado todo y a 200 metros ya sabía que había ganado, pues tenía chispa suficiente por si alguno intentaba superarme. Es una subida que se me da muy bien”.
Pero ninguno lo intentó. O si lo intentó, ninguno fue capaz de alcanzar suficiente aceleración, velocidad, para sentirse en disposición de superarlo. Ninguno hizo otra cosa que agachar la cabeza y mirar atrás para intentar conservar su puesto, un rosario de resignados. Detrás entraron el joven francés Julien Alaphilippe, quien a los 22 años se está descubriendo campeón en las Ardenas, y el suizo más veterano Michael Albasini. Ambos acompañaron a Valverde en su tercer podio victorioso en lo alto de Huy. Cuarto y quinto terminaron los dos españoles del Katusha, Purito Rodríguez y Daniel Moreno, ambos ganadores en Huy en los últimos años, en 2012 y 2013, respectivamente: en los últimos 10 años ha habido cinco victorias españolas en la Flecha Valona, una carrera nacida hace 80 años. Está tallada para escaladores, pero hasta 2003 no la pudo ganar un español por primera vez, Igor Astarloa.
Nadie en la historia, ni siquiera Eddy Merckx, ha ganado más de tres veces esta carrera disputada en la Bélgica francófona. Situada en el ecuador de las Ardenas, revancha de la Amstel del domingo, en la que solo el campeón del mundo, Michal Kwiatkowski, pudo con Valverde, y prólogo de la Decana, de la Lieja-Bastogne-Lieja que el ciclista de Murcia intentará ganar también por tercera vez el domingo próximo, la Flecha Valona de 2015, disputada en miércoles, un miércoles más veraniego que primaveral en Valonia, cobró aires de etapa del Tour de Francia. Fue un anticipo de lo que llegará en julio cuando en la grande boucle, en su tercera etapa se recorran los mismos caminos: tensión, nervios y caídas de ciclistas favoritos, como Chris Froome, Philippe Gilbert o Dan Martin. “Y eso parecía, una etapa del Tour”, dijo Valverde. “Hacía mucho tiempo que no vivía una carrera con tanta tensión y nerviosismo, pero mi equipo ha trabajado muy bien y he estado muy bien colocado todo el tiempo para evitar problemas”.
A 200 metros de la meta ya sabía que iba a ganar porque tenía chispa para volver a cambiar"
Pese a la introducción de una nueva cota, una cuesta a solo cinco kilómetros del Muro de Huy para intentar dar un soplo de esperanza a los aventureros rebeldes contra el control del pelotón, una trituradora de basura sin sentimientos, la Flecha Valona, como en los últimos años, se resolvió en el sprint final: son tan fuertes los equipos de los favoritos que parece imposible romper la rigidez táctica impuesta desde los coches por los directores. Así ocurrió también el domingo pasado en la Amstel, y pueda que también la Lieja sufra la misma suerte, aunque la mayor dureza y mayor longitud (253 kilómetros, 50 más que la Flecha), hacen de la Decana una carrera más imprevisible.
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