El Valencia gana el derbi de cabeza

El Valencia fluyó en la primera parte, encontrando los espacios y los toques precisos para disfrutar. El placer de jugar y de verlos jugar resumido en el primer gol: Parejo se desplaza hacia el extremo derecho para centrar, pero se lo piensa mejor y espera; cerca del área solo está Alcácer, demasiado lejos para rematar; el depredador entonces acelera, entra en el área y se filtra entre los dos centrales granota para cabecear picado a gol; el centrocampista le había enviado un centro embelesado justo al espacio abierto entre las dos cabezas defensivas. El tanto de Alcácer, su octavo en la Liga, abrió todavía más al Levante, que parecía haber dado por perdido el partido antes de empezar (su batalla será el viernes en la visita al Ciutat de València del Espanyol). El gol legal de Alcácer había sido precedido por otro tanto suyo anulado por un fuera de juego inexistente: el delantero estaba detrás del balón tras el pase lateral de Feghouli, que había recibido a su vez un excelente servicio en diagonal de Parejo. Parejo, Feghouli y Alcácer se lo pasaban en grande cuando Orban, todo corazón en el lateral izquierdo, centró desde la izquierda (esta vez sí en fuera de juego) y voló Feghouli, se anticipó a Toño y también cabeceó picado a gol.

 Escamado por la brillantez de Feghouli en el extremo derecho, Alcaraz cambió a su lateral izquierdo (Toño) por un derecho (Iván López), que trasladó a la izquierda a Morales. El resultado fue un caño del argelino a su nuevo marcador. Y las aventuras añadidas de Cancelo, un defensa con alma de delantero. La noche festiva en Valencia (Sant Vicent Ferrer) invitaba a la relajación y el Levante se atrevió con tres trallazos desde fuera del área —Iván López, José Mari y Morales— repelidos por los puños de Diego Alves, siempre de guardia. La segunda parte había perdido lustre, pero nadie quería perdérsela (a Alcácer le disgustó ver su dorsal marcado por el cambio de Negredo). El partido fue desdibujándose salvo por los regates de Cancelo, capaz de mantener la atención hasta el final de Mestalla, sorprendido el público por un golazo inesperado de Negredo, por el control orientado con el pecho para librarse de Vyntra y por el zurdazo en escorzo desde la frontal cazando muy arriba el bote del balón antes de golpearlo. Negredo celebró el tanto con frialdad: la ira consigo mismo por haber tardado tanto en marcar. Y sumar solo cuatro desde su llegada en agosto en Mestalla. Pasado esa cólera inicial, recibió el cariño de sus compañeros e incluso competidores (Alcácer también acudió a abrazarlo). El Valencia desplegó este lunes sus recursos (pétreo atrás y muy cómodo en ataque por los extremos, alimentando a dos grandes delanteros, Alcácer y Negredo, que van turnándose en minutos de juego) antes de la visita este sábado al Camp Nou.