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Fábrica de medallistas chinos

Las escuelas de deportistas de élite son la principal fuente de campeones del gigante

Niños jugando al tenis de mesa en el centro de Sichahai.
Niños jugando al tenis de mesa en el centro de Sichahai.X. F.

A sus 10 años, Guo Aobo resiste estoicamente las embestidas de un chico ruso que casi le dobla la edad y finalmente consigue ganar el punto con un potente revés. Su entrenador le felicita pero le recuerda que debe mantener el equilibrio de sus piernas ante una jugada como la anterior. El chico asiente, se seca el sudor de la frente y vuelve a sacar.

Guo entrena al ping-pong desde hace dos años y acaba de convertirse en un jugador semiprofesional. Bajo esta nueva condición, a partir de ahora le tocará vivir en la residencia de la escuela de deportes de Shichahai, situada en el centro de Pekín, donde entrenará casi a diario con otros chicos de su mismo nivel para cumplir su sueño: ser campeón del mundo. Shichahai es una de las ocho escuelas estatales de formación de deportistas de élite de la capital china. Fundada en 1958, está especializado en ping-pong, boxeo, taekwondo, golf, bádminton, esgrima, gimnasia y artes marciales. De sus instalaciones han salido 46 campeones del mundo, siete de ellos oros olímpicos. Sus retratos y logros presiden las salas de entrenamiento, donde decenas de niños y adolescentes se esfuerzan a diario para un día ser como ellos bajo la atenta mirada de los entrenadores.

Los niños reciben una estricta formación deportiva y académica

"Realizamos una evaluación general y continua. Hay que ver si el niño entiende bien las indicaciones del entrenador, sus condiciones físicas y, sobre todo, que tengan la mirada limpia", explica a este periódico Gu Yunfeng, uno de los instructores de ping-pong. Los alumnos están sujetos a una estricta rutina: cuatro horas de formación académica por la mañana y cuatro de entrenamiento por la tarde, incluso alguna más si se acerca un campeonato importante.

La extensa red de escuelas deportivas gestionadas por el Estado -más de 300- son la clave del éxito chino en este ámbito. A pesar de que recientemente el gobierno ha abogado por impulsar la educación deportiva en las escuelas primarias y secundarias convencionales, un 98% de los atletas del país que llegan a lo más alto del podio proceden de estos centros, según datos oficiales. Creados siguiendo el modelo soviético de desarrollo deportivo, los elegidos empiezan su entrenamiento a una edad muy temprana -en Shichahai entran a partir de los seis años- y su permanencia en la escuela dependerá de su rendimiento. El desarrollo económico del gigante asiático también ha repercutido en la mejora de estos centros y en el indudable despegue del país como potencia deportiva: si en los Juegos Olímpicos de Seúl de 1988 China logró cinco oros, en Londres 2012 fueron 38.

La permanencia de los chavales en los centros depende de su rendimiento

Shichahai cuenta con 700 alumnos en total y cada año entran un centenar más en detrimento de otros que deciden o deben abandonar el centro. Algunos consiguen su pase a través de la cuota que establece la Oficina de Deportes de Pekín, en cuyo caso no pagan la matrícula al gozar de una beca del gobierno. El resto de plazas se asignan mediante una convocatoria pública y tras superar varias pruebas tanto académicas como deportivas. El coste para estos últimos es de 35.000 yuanes anuales (unos 5.200 euros). La escuela cuenta además con un equipo de cazatalentos que recorre el país para fichar promesas de fuera de la capital.

A pesar de la ilusión con la que entran y lo duro que entrenan, la realidad es que pocos alumnos llegarán a ser campeones del mundo y podrán vivir del deporte. Este es precisamente uno de los retos de la escuela, según explica su responsable, Shi Fenghua. "Nuestro centro antes tenía unos objetivos muy simples, pero ahora debemos formar tanto a futuros deportistas como a aquellos que no lo serán". Uno de los mayores problemas derivados de este sistema de formación radica en las dificultades para reconducir la vida de aquellos estudiantes que han estado, durante años, aislados de la sociedad y no logran llegar a la cúspide en su ramo.

"La realidad es que pocos alumnos llegarán a ser campeones del mundo", dicen en la escuela

El caso del gimnasta Zhang Shangwu es paradigmático de lo que supone una vida dedicada exclusivamente al deporte que se complicó. Ganó dos oros en 2001 en los Juegos Universitarios de Pekín y formó parte del equipo nacional hasta 2003, cuando una lesión en el talón de Aquiles le obligó a abandonar. Ante la incapacidad de encontrar otro trabajo, Zhang acabó cumpliendo cuatro años de cárcel por robo y mendigando en el metro de la capital china. Cuando su caso salió a la luz, el extravagante millonario chino Chen Guangbiao decidió contratarlo como su entrenador personal. "En China hay muchos deportistas que han pasado por la misma experiencia que yo, pero soy uno de los afortunados que atrajo la atención de los medios y de la sociedad", explicó Zhang.

En Shichahai todos los estudiantes reciben, a partir de los 15 años, lecciones sobre planificación personal y profesional donde se les enseña a gestionar su futuro. Shi defiende que la escuela "no deja a ningún alumno abandonado" e intenta buscarles salidas profesionales, sea en una universidad convencional -donde los deportistas de alto nivel tienen acceso especial- o bien una formación profesional específica. Muchos de los entrenadores del centro son, de hecho, antiguos alumnos.

"Les intentamos inculcar que un buen deportista no es una máquina técnica, que saber jugar bien no es suficiente. Más que el resultado final, lo importante es el proceso de poner en práctica todo lo que te han enseñado y disfrutar del deporte", señala Gu. Los entrenadores, junto a un nutrido equipo de médicos y psicólogos, dicen ayudar a los alumnos a quitar importancia a la competitividad y a la presión por ganar. "El héroe individual no existe, solamente el colectivo", se puede leer en uno de los pabellones del centro.

El pequeño Guo, sin embargo, insiste en que quiere llegar a ser como Zhang Jike, el actual campeón del mundo y olímpico de ping-pong. Su entrenador señala que aún es muy temprano para saber si él o alguno de sus compañeros se convertirá en su relevo: "Todo es posible, lo indudable es que hay talento y potencial de sobra".

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