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El tirón del campeón

Ecclestone piropea a Hamilton y su popularidad, tan beneficiosa para su negocio: “Es el mejor ganador de la Fórmula 1”

Oriol Puigdemont
Lewis Hamilton sale de su bñolido tras unos entrenamientos.
Lewis Hamilton sale de su bñolido tras unos entrenamientos.A. Wong (ap)

Lewis Hamilton tenía preparado un casco especial de cara al Gran Premio de Malasia que finalmente deberá quedarse en el armario como consecuencia de uno de los últimos disparates promovidos por la Federación Internacional del Automóvil. La Fórmula 1 atraviesa uno de los momentos más delicados en términos de popularidad en sus más de 60 años de historia, y ahora resulta que la FIA considera que la culpa de esa pérdida de interés generalizada la tiene la manía de algunos pilotos, que cambian el diseño de sus cascos en según qué carreras o conmemoraciones. Algunos, como Vettel, ya han asegurado que pagarán la multa pertinente pero que alguna vez infringirá esta nueva y absurda normativa. Otros, como Hamilton, la acatan por más que le repatee.

En el caso del campeón, esta medida es especialmente perjudicial si tenemos en cuenta la obsesión que tiene por todo aquello relacionado con su imagen. De hecho, a finales del año pasado no renovó el contrato con su agente, Simon Fuller, y en su lugar se unió a Purple PR, la empresa de representación que lleva los asuntos de Beyoncé, Adele y Björk, en el ámbito de la música, y de firmas como Lagerfeld o Cavalli en el de la moda. La negociación de su contrato con Mercedes, que expira a final de esta temporada, la lleva él mismo y parece más que encaminada. Todo apunta a que los pilares básicos del acuerdo están ya pactados. Ambas partes trabajan sobre la base de un vínculo que tendría una vigencia de tres años, hasta finales de 2018. Hamilton tendría entonces 33 años, y según sus cálculos a día de hoy, ya se habría convertido en el integrante de la plantilla con más títulos, por delante incluso de Sebastian Vettel, que posee cuatro.

La negociación del contrato con Mercedes, que expira a final de esta temporada, la lleva el propio piloto. Parece más que encaminada

“Hacerme cargo de las negociaciones es una experiencia que te lleva muy al límite, pero aprendí mucho de mi padre y de Simon. De todas formas, Toto [Wolff, el jefe], y Niki [Lauda] son dos personas con las que es muy fácil hablar. Nos tenemos mucho respeto y la voluntad de seguir trabajando juntos”, conviene Hamilton.

En cuanto a su salario, no parece que eso vaya a ser un problema. Actualmente ingresa alrededor de 26 millones de euros anuales de la compañía de Stuttgart, y probablemente esa cifra aumentaría y no difícilmente llegaría a los 35 –“lo único que quiere todo piloto es mejorar aunque sea un poco”, dice él–. El tercer aspecto a tener en cuenta es el que afecta a la disponibilidad del corredor y a la cantidad de eventos y actos publicitarios a los que debería asistir o atender. En este punto es en el que entra en juego la nueva agencia que le representa, que trata de abrirle un mercado al margen de la F-1, más vinculado al ámbito de la música y la moda. De hecho, no es extraño que el bicampeón viaje por el mundo con un estilista personal que le maquilla y la atusa el pelo. Y eso es lo mejor que puede pasarle a este certamen acorde con su principal promotor. “Lewis es el mejor campeón del mundo que hemos tenido nunca, un gran embajador de esta especialidad. Otros, como Vettel, creen que su trabajo se limita a subirse al coche y conducirlo rápido, y cuando termina el gran premio, desaparecen”, aseguraba ayer Bernie Ecclestone.

El viento sopla a favor de Hamilton y a menos que se cruce en su camino un cambio de reglamento es difícil adivinar cuando finalizará su reinado. Después de la pretemporada y de la primera parada del calendario (pole, victoria y vuelta rápida), la inercia no puede ser más positiva. Hasta en un día malo como el de ayer, en el que solo pudo disputar el segundo ensayo –un problema en el motor le eliminó del primero–, un fogonazo de ese duende suyo le permite colocarle al frente de la tabla.

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