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España juega con fuego

La Roja, en plena transición, debe ganar a Ucrania para no complicarse más la clasificación

José Sámano
El entrenamiento que la selección española del jueves.
El entrenamiento que la selección española del jueves.Julio Muñoz (EFE)

Las fases de clasificación pocas veces tuvieron gancho en los últimos tiempos. La España optimista y triunfal las tramitaba sin agobios, con paso firme. No es el caso. La selección que dirige Vicente del Bosque se fue de Brasil por el cuarto oscuro y ahora intenta una transición obligada, en lo deportivo y en lo anímico. En estos días, aquel campeón único, capaz de una gesta sin precedentes como la de encadenar dos Eurocopas con un Mundial de por medio, despierta dudas, máxime tras su batacazo en Eslovaquia. Llegar a Francia 2016 para defender los títulos de Viena y Kiev ya no es una bicoca. Los eslovacos, con tres puntos de ventaja, aprietan y hoy nada deberían temer ante un telonero sin más como Luxemburgo. Tampoco afloja Ucrania, con los mismos puntos que la Roja, su adversario en el Sánchez Pizjuán (20.45). Otra vez Sevilla como motor emocional, como en los tiempos de mayor zozobra. “Un error sería peligrosísimo”, enfatizó ayer Del Bosque.

La Roja procura despejar el pesimismo evitando que el equipo se etiquete como una selección experimental

Un traspié ante los ucranianos resultaría de lo más inquietante, por mucho que los segundos clasificados de cada grupo y el mejor tercero tengan plaza asegurada. En época de mudanza, a España no le convienen más angustias, como sería jugarse las habichuelas en la conflictiva Ucrania el próximo mes de octubre. Pese a las vicisitudes patrias, la selección que tutela Mykhaylo Fomenko, que defiende bandera desde 1992, no es un chollo cualquiera. El andamiaje del conjunto se sustenta en dos equipos con cuajo, el Dinamo de Kiev y el Shakhtar Donetsk. El primero aún está vivo en los cuartos de final de la Liga Europa y el segundo ha sido recién apeado de la Champions por el poderoso Bayern. El grupo no gana para sobresaltos, como el hecho, ya remediado, de que Aleksander Zavarov, una gloria futbolística que hoy ejerce de segundo entrenador, fuera reclutado en febrero para combatir a los rusos. Lo que no se ha reparado es la situación de los chicos del Shakhtar, que tuvieron que dejar su ciudad sede, donde hasta su estadio fue bombardeado, para trasladarse a la región occidental de Lviv. Con todo, en Ucrania el fútbol no ha perdido hilo, lo contrario, en un país que siempre fue un excelente vivero de la URSS, con tres Balones de Oro entre sus paisanos: Blokhin, Belanov y Shevchenko. Ya no tiene un jugador de tal jerarquía, pero sí gente competitiva y con oficio.

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Con Ucrania enfrente, España se busca y se busca. Con Del Bosque como portavoz, la Roja procura despejar el pesimismo. Para ello, nadie quiere que el equipo se etiquete como una selección experimental. El cesto no es el mismo de los años de cumbres, pero la defensa, con Casillas, Piqué y Ramos como eje, y el medio campo, con el rango de Busquets, Iniesta, Silva y Cesc y Cazorla, aún tienen poso. Sobre todo la segunda línea, donde ya desfilan Koke e Isco, por ejemplo. La presencia del malagueño junto a Iniesta, a los que Del Bosque no ve incompatibles, es otro de los atractivos de la jornada. Pero las grandes carencias se vislumbran en ataque. Sin Diego Costa, que está por llegar algún día, el técnico ha prescindido de Fernando Torres, pretoriano en otros tiempos. De los convocados en esta oportunidad, Silva (19) y un suplente en su club como Pedro (16) son los máximos goleadores internacionales. La ofensiva corresponde ahora a Morata, que despunta en sus primerizos pasos en el Juventus, donde parece asentarse en la gran pasarela. Ambicioso como es, el madrileño se ha colgado el 7 en la camiseta, el símbolo de Amancio, Juanito, Butragueño, Raúl y Villa. Casi nada. En el banco, Juanmi, futbolista que aún se acuna en el Málaga.

Esta es la España de hoy, la que no puede permitirse un solo desliz. Hasta que enhebren unos u otros, el equipo juega con fuego.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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