El refugio de la felicidad
En plena búsqueda de su mejor versión, Nadal debuta hoy (3.00, Canal+) sobre el cemento de Indian Wells, uno de sus torneos favoritos
En el aire, suspendido como esa pluma a merced del viento que revolotea de un lado a otro, que va y viene, que amaga pero no termina de coger un rumbo fijo, un interrogante: ¿Volverá Nadal a ser Nadal? Es la gran cuestión. El español, número tres del mundo, emprendió el pasado mes de enero, en el arranque de la temporada, el arduo viaje de la autobúsqueda y la reafirmación, de la recuperación de la esencia. Quiere volver a ser ese guerrero, raqueta en mano, al que nada ni nadie, ni los elementos ni el más fuerte de los rivales, podía ponerle freno. Tampoco su propio cuerpo, que en los últimos tiempos le juega malas pasadas y ahora le impide alzar el vuelo y coger altura.
Hemos tenido muchos altibajos, sobre todo a raíz de las lesiones. Nos ha faltado constancia y continuidad, el ritmo" Toni Nadal
Es el peaje de tantos años en la élite, de muchas batallas, del desgaste y las cicatrices. “El problema ha sido la falta de continuidad”, explica su preparador, Toni Nadal, justo antes de impartir un clinic en Madrid. “Hemos tenido muchos altibajos, sobre todo a raíz de las lesiones. Nos ha faltado constancia y continuidad, el ritmo. Nos ha costado volver a la competición y eso siempre se acusa”, agrega el técnico antes de que su sobrino se estrene esta noche (no antes de las 3.00, Canal+) frente al holandés Igor Sijsling (134º de la ATP) en la segunda ronda de Indian Wells, territorio de grato recuerdo para él, primera parada del circuito en los Masters 1.000 de 2015.
Allí, sobre el cemento californiano, en uno de sus torneos predilectos, Nadal ha levantado tres coronas (2007, 2009 y 2013) y en ocho ocasiones, de las 10 veces que ha participado, ha alcanzado al menos las semifinales. Allí, en el desierto norteamericano, encuentra un hábitat amable y un ambiente seco, sin la humedad ni el calor de Río de Janeiro y Buenos Aires, las dos citas precedentes, ambas sobre tierra batida. Allí, donde Roger Federer ha gobernado más años que ninguno (2004, 2005, 2006 y 2012), actúa sobre una superficie dura en la que el bote de la pelota no es excesivamente rápido y le permite pulir el peloteo y el drive, el juego desde el fondo de la pista. “Siempre es especial venir aquí, disfruto mucho”, admite él.
Llega Nadal después de unos días de descanso en Costa Rica, junto a su familia y su chica, con las buenas sensaciones que le dejó su triunfo en Argentina, un evento del que no se pueden extraer muchas conclusiones, pero que le ayudó a coger timing. Atrás, sin embargo, Río, donde encalló mentalmente y se marchó entre calambres contra el italiano Fognini, y antes Doha (perdió en la primera ronda ante el alemán Berrer, 127 del mundo) y Melbourne (Berdych fue el verdugo en los cuartos). Por esa senda, demasiados errores forzados, dudas y desconexiones que revelan a un campeón, hoy día, más terrenal. “Es cierto. En algunos momentos se descentró y tuvo lagunas mentales”, reconoce su tío Toni en la primaveral mañana madrileña.
¿Y ahora, cómo está Rafa? ¿En qué estado se encuentra? “En Río y Buenos Aires [su primer título después de nueve meses de sequía, desde que ganase Roland Garros, el 8 de junio del año pasado] fue cogiendo tono y ritmo; eso es bueno. Y físicamente está bien, así que ya veremos. Primero Indian Wells, después Miami y luego la arcilla. El objetivo es ese, llegar a pleno rendimiento a la temporada de tierra y, sobre todo, a París [el 19 de mayo]”, atestigua Toni. “Estoy entrenando bien y me encuentro feliz”, declara con una amplia sonrisa Nadal, que también compite en el dobles junto a Pablo Carreño; “quiero volver a disfrutar del circuito”.
En esas está el número tres, que se reencuentra con las pistas del Indian Wells Tennis Garden, un buen baremo para calibrar su presente e ir dando forma al futuro más inmediato. Un refugio de felicidad para él (41 victorias en 48 partidos), pese a que el curso pasado perdiera en la tercera ronda ante el desconcertante Dolgopolov. Allí tiene una buena oportunidad de cosechar puntos y hasta allí han acudido los mejores, Djokovic, Federer (con el que, hipotéticamente, se cruzaría en las semifinales), Murray o Ferrer, que está cuajando un espléndido inicio de campaña. En esas está Rafael, en la búsqueda de sí mismo. En la búsqueda del mejor Nadal.
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