Final de una historia de amor
Hubo unanimidad respecto a quién había sido el culpable del bochorno. Ni los jugadores, ni la táctica, una figura: Mourinho
"Una vez tomado el camino del cinismo no hay vuelta atrás". Chris Wooding, novelista inglés.
Pocas veces los medios ingleses habrán festejado un fracaso inglés con tan indisimulada satisfacción. Cayó eliminado el Chelsea esta semana de la Champions League y los analistas de Sky, el canal que transmitió en directo la derrota del club londinense contra el Paris Saint Germain, se lanzaron sobre la carcasa como hienas hambrientas. Las redes sociales y la prensa deportiva se unieron rápidamente al festín, y con la misma unanimidad respecto a quién había sido el culpable del bochorno. No tanto los jugadores, ni siquiera el planteamiento táctico, sino un hombre, una figura: José Mourinho.
No siempre, pero en general, el mundo futbolero inglés ha tratado al exitoso entrenador del Chelsea con una mezcla de respeto y de sentido de humor. “Ay, ¡ese José! ¡Cómo es!” dirían, con una sonrisa indulgente, como si hablasen de un familiar que a veces se pasa con sus groserías pero por el que se siente cariño porque, al final, es uno de los nuestros.
El lamento general es que Mourinho está envileciendo el fútbol inglés. Ya era hora de que lo vieran
Ya no. El partido contra el PSG marcará un antes y un después. La historia de amor del fútbol inglés por Mourinho, y quizá la de Mourinho por el fútbol inglés, nunca volverá a ser igual.
No fue tanto que el PSG jugó mucho mejor al fútbol y mereció ganar la eliminatoria, aunque también, sino que quedó desnuda la verdad —tan obvia durante tanto tiempo para la mayoría de los españoles que presenciaron sus tres años al frente del Real Madrid— de que para el entrenador portugués el fin siempre justifica los medios; todo vale con tal de ganar.
No es que faltasen motivos para haberlo visto antes pero la gota que colmó el vaso para los ingleses fue el teatro que rodeó la expulsión en el primer tiempo de la estrella del PSG, Zlatan Ibrahimovic. El consenso entre los expertos es que fue la crónica de una tarjeta roja orquestada, con Mourinho como guionista y director.
El día antes del partido Mourinho había declarado en rueda de prensa que el PSG era un equipo que jugaba sucio, mucho más violento que cualquier equipo inglés. ¿Y el peor del equipo francés? Como no: Ibrahimovic.
La verdad fue que en el partido de ida entre los dos equipos en París el Chelsea y el PSG cometieron el mismo número de faltas, 20 cada uno. Pero este no era un detalle que servía los intereses de Mourinho. El objetivo, según lo interpretaron los medios ingleses después, fue sembrar una idea en la cabeza del árbitro holandés. El plan: disponer a los jugadores del Chelsea a presionar al árbitro en cuanto se presentase la más mínima oportunidad de sancionar al rival.
Carragher cree que aunque el portugués acabe con más títulos que otro sus equipos “nunca serán queridos”
En el minuto 31 se presentó. Ibrahimovic hizo una entrada torpe al brasileño Oscar. El ligero delantero del Chelsea se revolvió por los suelos como si hubiera recibido un hachazo en el peroné, sus compañeros de equipo se abalanzaron sobre el árbitro pidiendo el máximo castigo —Diego Costa corrió 50 metros para unirse al coro infernal— y el árbitro, espantado, instantáneamente lo concedió. Un minuto después Oscar volvía a correr por el campo como un ciervito feliz.
Lo de Ibrahimovic fue un linchamiento; el precio que pagó Mourinho fue que después lo lincharon a él.
Tony Cascarino, ex jugador del Chelsea y ahora columnista para The Times, dijo que el partido del Chelsea había sido una pesadilla salvo en un aspecto, la expulsión de Ibrahimovic. Ahí “el plan de Mourinho funcionó como un sueño…fue una obra maestra del engaño”.
Jamie Carragher, hasta hace poco jugador de Liverpool, declaró en Sky: “Es triste ver esto en nuestro deporte. Viene de los equipos de Mourinho. Llevan el objetivo de ganar a un extremo que nunca he visto en ningún otro equipo o en ningún otro entrenador a lo largo de los años”.
La conclusión de Cascarino: si Mourinho no recapacita “perderá su poder y su glamour”. La de Carragher: que aunque Mourinho acabe su carrera con más títulos que cualquier otro entrenador sus equipos “nunca serán queridos”.
Otras conocidas figuras del fútbol inglés, como Thierry Henry o Graeme Souness, y todos los medios importantes de Londres ofrecieron indignadas variaciones sobre el mismo tema. El lamento general es que Mourinho está envileciendo el fútbol inglés. Ya era hora de que lo vieran.
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