La reivindicación de Casemiro
El futbolista brasileño cedido por el Madrid al Oporto se ha convertido en el jefe del centro del campo del conjunto portugués
Mientras Ancelotti no acaba de componer un centro del campo de su gusto en el Madrid, Julen Lopetegui está encantado con Casemiro. El brasileño es pieza clave de este Oporto de trayectoria impecable en la Champions y que lucha con el Benfica por la supremacía en Portugal. El jugador brasileño cedido por el Madrid al Oporto gobernó el partido del martes ante el Basilea de principio a fin. Estuvo siempre donde tenía que estar y amenazó la portería suiza con obuses lejanos. En uno de ellos llegó el tercer gol de su equipo. No le importó que 30 metros separasen el balón del marco. Ejecutó de forma tan precisa como violenta. Directo a la escuadra.
Tal vez Casemiro no sea el mejor mediocentro del mundo, pero reúne muchas de las virtudes que se presuponen que debe tener un jugador que ejerce la profesión más complicada del fútbol, la de gobernar el centro del campo. La combinación de fuerza, precisión, colocación, pierna fuerte, juego aéreo y potente disparo hacen del brasileño un jugador completo, capaz de cuidar del eje del equipo o moverse como volante y llegar al área.
Gobernó el partido ante el Basilea y completó su actuación con un golazo
Carlos Henrique Casemiro aterrizó en el Real Madrid en enero de 2013 para jugar en el Castilla, que militaba entonces en Segunda. Seis millones fue el precio que el club blanco pagó al São Paulo por un chico de 21 años pero ya con más de un centenar de partidos en la élite de Brasil y que ya era internacional con su país. Demasiado bagaje para que asumiera foguearse en la categoría de plata del fútbol español. Sin embargo, el jugador aceptó la idea y demostró ilusión del debutante cuando Mourinho le hizo debutar unos minutos con el primer equipo.
La pasada temporada el medio nunca se ganó la confianza Ancelotti, y eso que hubo momentos en los que parecía que entraría en el equipo. Como cuando Khedira se lesionó de gravedad en octubre de 2013. Entonces el técnico italiano sopesó incluir al medio brasileño en su 4-3-3 junto a Xabi Alonso y Modric. Sin embargo, Carleto completó el puzle con Di María, una solución que a la postre salvó la temporada. Comenzaba así un largo periodo de ostracismo para Casemiro, que se tuvo que conformar con entrar minutos sueltos en partidos sueltos.
Uno de esos partidos fue en Dortmund, cuando el Madrid se encaminaba al abismo en los cuartos de final de la Champions. Con el equipo pendiendo de un hilo, viéndose arrollado por el Borussia, Casemiro ingresó en el campo para disputar los últimos 20 minutos. Demostró cuajo manteniendo el balón, interrumpiendo jugadas del contrario o metiendo la pierna cuando era necesario. Actuación impecable y de valor incalculable en el camino hacia la Décima.
Nunca se ganó la confianza de Ancelotti, a pesar de realizar una gran pretemporada en 2013
Esa demostración de carácter no sirvió, sin embargo, para que Ancelotti se fijase en él para la final de la Champions. Con Alonso sancionado, el entrenador debía rellenar el hueco en el medio. La apuesta fue un Khedira recién incorporado de su lesión. Casemiro finalizaba la temporada sin intervenir en el día de más gloria. En total, disputó 663 minutos en todas las competiciones, la mayoría de ellos en duelos casi intrascendentes.
Su escasa participación en el curso 2013-2014 es uno de eso misterios que deja el fútbol de vez en cuando, sobre todo porque su participación en la pretemporada apuntaba a otra cosa. Ancelotti se lo llevó a Estados Unidos en la pretemporada de 2013 y el chaval se soltó a jugar. Hacía de todo y todo bien. Fue una de las sensaciones del verano y acumuló méritos para competir con un Illarramendi recién fichado por 38 millones, pero que no se quitaba la timidez, y con un Khedira que acumulaba problemas físicos.
Casemiro goza ahora de la confianza que dan los galones. Nadie le discute y muestra su potencial a toda Europa. El Madrid tiene la opción de recuperarlo para el curso que viene, pero el reciente fichaje de Lucas Silva podría cerrarle el paso. Él intenta abrírselo a base de cañonazos y actuaciones notables como la del martes.
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