Una Liga de imprevistos
En la noria de la Liga, Cristiano no ha rematado en la mitad de sus últimos ocho partidos y lleva más de medio centenar de faltas sin emboque, Messi le ha cazado pese a maldecir los penaltis, Luis Suárez ya descorcha goles y el Atlético que quería opositar de nuevo ahora no debe perder de vista al Valencia, que le mantuvo el pulso en el Calderón. De improviso, a los rojiblancos les han tomado la medida cuando el derbi les había encumbrado y el Valencia, por fin en paz institucional, compite cada vez mejor, con el foco puesto solo en el campo de juego. Pero poco o nada es predecible, las sensaciones se contradicen jornada a jornada, van y vienen.
No hay rastro del triunfal Madrid de fin de año, que se ha gripado de tal forma que hasta el descanso le sienta fatal. Ha perdido cinco puntos en una semana frente a rivales con agobios por las exigencias coperas y europeas, caso del Villarreal y el Athletic. Tan poco profético es el fútbol que resulta que de repente los males del equipo de Ancelotti están en su delantera de etiqueta. Lo sostuvo el propio técnico, sin que nadie pueda tomarle por un sonado. ¡Quién lo iba a decir!
Seco el Madrid, hoy gobierna el Barça, el mismo que se dislocó ante el Málaga hace un ayer
Seco el Madrid, con un gol de penalti en las dos últimas jornadas, hoy gobierna el Barça, el mismo que se dislocó ante el Málaga hace un ayer. Sí, el mismo equipo borroso que pasó por Granada hace un suspiro. En un Camp Nou con hora vallecana, el conjunto azulgrana alcanzó el liderato con el mejor Iniesta del curso, el Piqué más goleador en Liga de su carrera, el Luis Suárez más parecido al del Liverpool y un Messi al que le basta con sacudirse un rato la pereza para enchufarlas de todos los colores. Eso sí, a Leo no le va lo sencillo. El penalti es asunto mundano y él abre ruta hacia el gol por senderos imposibles. A hombros del genio y con rachas de Neymar primero y Suárez después, el Barça ya tiene al Madrid en el retrovisor. Como es costumbre en el bipartidista torneo español, uno y otro ya calientan para el clásico. No importa que resten quince días, con Champions por el camino. Ya se sabe, el clásico siempre es el clásico de todos los clásicos.
Mientras blancos y culés no se quitan ojo, el Atlético tampoco puede descuidarse con el Valencia. Desvanecido tras vapulear a los madridistas hace unas semanas, tampoco pudo remontar el vuelo en una noche que le hubiera hecho de nuevo candidato a la reválida. Se quedó a un paso, frenado por un Valencia que no esquivó un partido en las cuerdas. El equipo de Nuno aceptó ir al cuerpo a cuerpo, ser el Atlético. Hay puntos en común entre uno y otro, ambos combaten con gusto con dientes de sierra, no ya partido a partido, sino de asalto en asalto en cada disputa. Un gol del reaparecido Koke no le fue suficiente a los de Simeone, que perdieron fuelle con los cambios. Como otra de sus analogías es el fútbol a balón parado, Mustafi fue Godín y abrochó un empate poco después de que Tiago estrellara el balón en el larguero ante el flequillo de Diego Alves. Ahí se paró el Atlético, ya sin Torres, hoy por delante de Mandzukic, ese ariete croata que hace un parpadeo fue el gran gancho en la goleada al Madrid. Con Barça y Madrid a punto de citarse en el Camp Nou, el Atlético no se ha ido del todo y el Valencia está macizo como antaño. No hay tregua para nadie.
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