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El Granada se aferra a la vida

Un gol en propia puerta de Camacho da un agónico triunfo al conjunto de Abel y bate a un gris Málaga, lejos de su mejor versión

Rafael Pineda
El Arabi remata ante Weligton.
El Arabi remata ante Weligton. Miguel Ángel Molina (EFE)

Victoria de peso del Granada, que se aferra a la vida a costa de imponerse en el derbi andaluz a un Málaga algo pasota, en el que no brillaron esta vez sus jóvenes talentos. El triunfo del conjunto de Abel fue agónico. Tiene tan poco gol que tuvo que ser Camacho el que marcara. Lógicamente, en su propia portería. El Málaga estuvo por debajo de su nivel, cómodamente instalado en la tabla, sin la presión que atenaza a su rival.

La necesidad del Granada se acabó imponiendo, aunque le costó un mundo. Le vino bien el regreso del central Murillo, un auténtico muro, así como el gran partido de Rico y el esfuerzo encomiable de todos sus jugadores. Ganó porque lo necesitaba más y se demostró que hay campos imposibles para algunos equipos. Lo es Los Cármenes para el Málaga, donde no hay forma de que logre el triunfo. El equipo de Gracia reaccionó muy tarde. Camacho, protagonista, lanzó un misil a la escuadra que pudo ser el empate y también Juanmi estuvo a punto de llegar a un gran pase de Luis Alberto. Muy poco para un equipo tan bonito como el Málaga.

GRANADA, 1-MÁLAGA, 0

Granada: Oier; Nyom, Babin, Murillo, Insúa; Rubén Pérez, Fran Rico, Javi Márquez; Robert Ibáñez (Foulquier, m. 86), El Arabi (Córdoba, m. 67) y Piti (Riki, m. 70). No utilizados: Roberto; Cala, Rochina y Iturra.

Málaga: Kameni; Rosales, Angeleri, Weligton, Miguel Torres (Boka, m. 62); Camacho, Darder; Samuel (Amrabat, m. 54), Horta (Luis Alberto, m. 72), Samu Castillejo; y Juanmi. No utilizados: Ochoa; Tissone, Recio y Duda.

Gol: 1-0. M. 57. Camacho, en propia puerta.

Árbitro: Mateu Lahoz. Amonestó a Angeleri, Miguel Torres, Juanmi, Javi Márquez, Piti, Camacho, Weligton, Córdoba y Rubén Pérez.

Los Cármenes. Unos 19.000 espectadores.

Cada partido se convierte en un suplicio para el Granada. El conjunto que adiestra Abel da muestras de ser competitivo, tiene el balón y se defiende con cierto orden. Ante un rival tan pujante como el Málaga, el Granada llevó siempre el control del juego, mostrando ambición y fe. Todo lo bueno que genera se estrella, sin embargo, con su impresionante falta de gol. El encuentro era clave para no descolgarse en la zona de descenso, donde se empieza a abrir una brecha peligrosa con la salvación, y el Granada puso todo para ganarlo menos lo importante, el gol.

El ejemplo más claro de su depresión lo constituye El Arabi. Un delantero destinado a marcar la diferencia que se peleó con Joaquín Caparrós y que ahora juega con Abel sin demostrar su condición de jugador franquicia para los granadinos. El Granada metió la pierna con más fuerza y logró apagar durante muchos minutos al Málaga. Los Cármenes es un campo gafe para los malagueños y su puesta en escena invitó al desánimo. Darder no entró en juego y solo al contragolpe hubo alguna señal de la rapidez en la transición de Samu, Castillejo o Juanmi. A pesar de su apatía, el Málaga no sufrió demasiado con el dominio del Granada, bastante estéril. Perdido El Arabi, siempre con el semblante triste, disperso y perdido en el campo, fue en un contragolpe donde los de Abel gozaron de una gran ocasión. Corría el minuto 39 y Robert Ibáñez acertó a disparar dentro del área. El tiro no fue gran cosa, pero el toque en Miguel Torres lo convirtió en mortal de necesidad. Kameni rectificó para hacer un auténtico paradón.

El Málaga apenas intentó nada. Dio la impresión de reservarse y acabó pagando cara la siesta. En una acción dentro del área, Camacho se metió en su portería un remate desviado de Robert Ibáñez. El gol alivió tensiones en el Granada, que por fin sacaba rédito a su mayor empuje y protagonismo.

El Málaga, que había dado un paso adelante en la presión, lo intentó entonces con la entrada de Amrabat y Luis Alberto. Camacho envió un disparo a la escuadra y el partido murió en el área de Oier mientras el Granada desperdiciaba ocasión tras ocasión al contragolpe en las botas de Córdoba y de Foulquier. No le hizo falta el segundo gol y le valió con la pifia de Camacho. Cada gol en un tesoro para los de Abel, que respiran un poco, aunque les queda un mundo por delante para lograr la permanencia. El partido ante el Málaga tuvo ya aires de final para ellos.

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