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“Ni soy el más rápido ni soy el más fuerte”

El delantero madrileño, que marcó cuatro goles en 14 minutos en su último partido de liga, charla con EL PAÍS sobre su preparación

Eleonora Giovio
Alberto Bueno, durante la entrevista.
Alberto Bueno, durante la entrevista.Carlos Rosillo

Alberto Bueno (Madrid, 26 años) dice que no ha parado de hacer entrevistas durante toda la semana. Es lo que tiene haber marcado cuatro goles en 14 minutos. “Los he tenido que ver a la fuerza”, contesta cuando se le pregunta cuántas veces los ha vuelto a ver. Lejos de acabar saturado, se muestra extremadamente amable. Pide permiso para ir a ducharse después del entrenamiento porque no quiere quedarse helado y hasta le da las gracias al fotógrafo por haberle dedicado parte de su tiempo. Su padre le espera en la ciudad deportiva para irse a comer juntos.

Pregunta. ¿Recuerda el día que le dijo a sus padres que quería ser futbolista?

Respuesta. No hizo falta que les dijera nada… se dieron cuenta muy pronto. Siempre he sido fan del balón. Cuando los Reyes o en los cumpleaños me traían un Scalextric o un fuerte de Playmobil y había una pelota, por cutre que fuera, yo me iba corriendo detrás de ella. Hacían sacrificios para, dentro de sus posibilidades, hacerme los mejores regalos, pero mi felicidad estaba en el balón.

P. ¿Nunca le han puesto pegas?

R. No, han disfrutado conmigo. Mis hermanos, mis padres y mis abuelos son los que más han seguidos mis partidos, los que más han pasado frío. ¡Me alegró tanto que estuvieran en el sábado en el estadio...!

P. ¿Su abuelo siempre va a verle?

R. Sí, Teodoro está hecho un chaval, se quiso sacar su abono para no perderse un partido. Y el año pasado viajó con la afición a Valladolid.

P. ¿Dónde ha guardado el balón de los cuatro goles?

R. En casa, en un pequeño museo que he montado con mis trofeos y algunas camisetas. Me hace ilusión guardar estas cosas para recordarlas cuando sea mayor, porque estas cosas pasan muy rápido y tampoco eres muy consciente de ello.

P. ¿Qué pensó después del cuarto gol?

Soy un pesado entrenando. Intento ser más inteligente que el contrario”

R. Me lo han preguntado mis amigos cercanos porque les extrañó ver la cara que puse… decían que no parecía muy feliz. Estaba pasando todo tan rápido que yo no me creía lo que estaba ocurriendo… No soy muy de celebraciones especiales. Me gusta festejar con mis compañeros, porque si tienes la suerte de marcar goles es por la ayuda y el apoyo que ellos te dan para hacerte llegar el balón.

P. ¿Cuántos mensajes recibió?

R. Posiblemente más de cien, y en Twitter ya ni le cuento la de menciones que tuve. Casi ni me atrevía a cargarlas porque fue un poco locura. No paraban de llegar incluso de madrugada y como me cuesta mucho conciliar el sueño después de los partidos…

P. ¿Siempre?

R. Sí, la adrenalina, la tensión y los nervios me impiden meterme pronto en la cama. Tengo poca hambre y me cuesta conciliar el sueño. Me obligo a comer algo pero como no me apetece luego me despierto a las 5 muerto de hambre.

P. ¿Le escribió Del Bosque?

R. No.

P. Pero le llamó Juan Mata.

R. Sí, con el que compartí delantera en el Cadete del Madrid y también habitación en La Fábrica y en la selección. Me escribió y me dijo que se alegraba mucho, que es complicado marcar cuatro goles en un partido. Es un tipo muy majete.

P. ¿Cómo fue aquella delantera en el Cadete?

R. Juan venía del Oviedo, era un jugador habilidoso, con un último pase muy bueno; en ese momento yo jugaba más de nueve. Nos complementábamos bien.

P. Al final todos han tenido que salir del Madrid para buscar fortuna. ¿Por qué?

R. Sí. En mi último año estuve compartiendo el filial con el primer equipo durante seis meses. En verano hubo elecciones, llegó Florentino [Pérez] con sus fichajes más de renombre, como Cristiano, Kaká y Benzema, y ante eso decidí irme a jugar en Primera a otro equipo. El Valladolid apostó por mí y decidí irme para ser un jugador importante y no quedarme relegado en el banquillo.

P. Lo fundamental es jugar, entiendo, y no estar en el Real Madrid.

R. Yo respeto a los que decidieron quedarse, porque el Madrid da prestigio, los minutos que juegas allí tienen más repercusión. Por mi personalidad, mi forma de ser y por cómo puedo llevar estar en el banquillo o no tener importancia dentro de un equipo, preferí dar el paso y cambiar aunque no tuviera tanto prestigio. No pienso en si he hecho bien o mal, lo decidí y no soy de los que se arrepienten.

P. ¿Qué le impactó del vestuario del primer equipo del Madrid?

Los cuatro goles de Bueno ante el Levante. / LA LIGA

R. Soy un observador y me gusta aprender. Lo que hice fue empaparme de todo, porque como nunca sabes cuál va ser tu último día allí, hay que aprovechar el tiempo. Fue una etapa especial y bonita. Aprendí las diferencias de exigencias que hay en un vestuario como el del Madrid y las de un vestuario como el del Valladolid cuyo objetivo es salvar la categoría.

P. Después de los cuatro goles dijo que si algún mérito tenía era que no era ni un nueve ni un rematador. ¿De dónde viene esa sintonía con el gol?

R. Cuando era pequeño jugaba más de nueve, poco a poco he ido retrasando la posición en el campo y donde más rindo es jugando con dos delanteros arriba, bien siendo uno de ellos, bien jugando por detrás. Soy un tipo muy exigente, tengo habilidad para marcar, rematar o aparecer por sorpresa y me intento exigir estar en una zona cercana a la portería. Para eso me entreno. Soy un pesado con mis compañeros, con los porteros y los entrenadores. Les pido, incluso a veces les exijo, que se queden conmigo después de los entrenamientos para ensayar movimientos y remates en diferentes situaciones. Gracias a ellos he mejorado. Algunos de los goles complicados que he marcado no son casualidad, sino fiel trabajo de lo que viene detrás. Por eso los goles también son un premio para los compañeros porque si me quedo todos los días 20 minutos más después de los entrenamientos, necesito a gente que me ayude.

P. ¿El olfato también se trabaja?

R. No sabría qué decirle, pero creo que es una mezcla de intuición y trabajo. El olfato también depende de cuánto conoces a tus compañeros, intuyes que te van a poner un balón en determinado sitio pero también porque sabes cómo y dónde se mueven.

P. ¿A qué sabe un gol?

R. A felicidad, satisfacción y a recompensa por el trabajo.

P. En el Valladolid marcó 14 goles en tres temporadas, en el Rayo lleva 24 en una y media ¿Necesita confianza y continuidad para rendir?

El gol sabe a felicidad, satisfacción y a recompensa por el trabajo”

R. Lo que ansié en Valladolid era confianza, continuidad y el respaldo de la gente que tiene que decidir si ponerte o no ponerte. Yo confiaba en mis posibilidades y cualidades pero necesitas a un entrenador que te ponga y te dé tranquilidad. Aquí en Vallecas lo he tenido desde el primer momento y aparte de que me estén saliendo bien las cosas, me siento feliz, importante y respaldado en el vestuario y eso me da bastante a la hora de rendir en el campo.

P. ¿Qué es la confianza para un futbolista?

R. Es algo que te hace dar un paso adelante para conseguir lo que te planteas. Te da tranquilidad, además, de saber que aunque tengas uno o dos partidos malos eso no te hace salir automáticamente del once. Está claro que si los partidos malos son cuatro o cinco, el míster buscará otras soluciones pero no te saca por una mala tarde. Eso te hace estar esperando otros diez partidos para volver a tener continuidad.

P. ¿Qué le contestó a Clemente cuando se lo presentaron en Valladolid y le soltó: otro mediapuntita más de los cojones?

R. Nada. A Clemente le tengo mucho respeto, pero es un entrenador muy peculiar. Por su forma de jugar no ha sido de los entrenadores que más me ha ayudado. Al soltarme eso nada más verme pensé que no iba a jugar mucho con él, objetivamente. Ese año en el Valladolid fue todo muy caótico, hubo tres entrenadores, en el vestuario todo salía mal…

P. La forma de ver el fútbol de Paco Jémez, sin embargo, sí que se adapta a su forma de jugar. Y de hecho ha dicho varias veces que Paco le ha facilitado mucho las cosas.

R. Cuando llegué al Rayo, como lo que necesitaba era continuidad y confianza, hablé con el míster. Él me dejó claro que no se me iba a regalar nada, que le gustaba como jugador pero que jugaría el que se lo mereciera. Me pareció muy objetivo por su parte. Sus ideas de juego me benefician porque con el balón puedo dar el cien por cien y sin balón he dado un paso adelante para ser un jugador más completo y aportar al equipo lo que necesita. Mi faceta en el juego del Rayo es más completa y más global que vivir en el área.

P. Pero luego llega mucho al área.

R. Sí, es lo que me pide el míster y lo que yo me exijo porque sé que puedo dar un plus ahí. Pero mi trabajo es importante también en la presión, en la salida del balón, para surtir de balones a mis compañeros.

P. ¿Moverse con habilidad en el campo y saber ver el fútbol con inteligencia es innato?

R. Veo mucho fútbol, me ha gustado siempre verlo y observar a la gente que juega en una posición parecida a la mía. Eso me ha ayudado, también lo han hecho mis cualidades: no soy el más rápido de la Liga, ni el más fuerte, pero sí saco a relucir lo bueno que tengo. Intento colocarme bien, ser un poco más inteligente que el contrario, aprovechar mis cualidades técnicas. Si no eres top en una cosa y tampoco eres inteligente en otra, posiblemente no serías un jugador de Primera.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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