¿Un maratón en dos horas?
El fondista Wilson Kipsang cree que es posible, pero que no será pronto
Los pantalones, de chándal, le quedan algo cortos. Lógico. Mide 1,80m y sólo pesa 62 kilos. Concentra todas las miradas cuando se asoma al paseo de Gràcia. Es Wilson Kipsang (Kenia, 32 años), ganador de tres de los grandes maratones del 2014: Berlín, Londres —donde aspira este año a recuperar el récord mundial que una vez ostentó— y Nueva York. Fue comercial, es dueño de un hotel en Iten (Kenia) y el hombre que más veces ha corrido el maratón por debajo de 2h 5m, en cinco ocasiones. Es, por tanto, una voz autorizada para debatir sobre la posibilidad de correr 42.195 metros en menos de dos horas.
Es la pregunta del millón. Y él, que corrió el maratón de Berlín 2013 en 2h 3m 23s —al año siguiente su compatriota Dennis Kimetto bajó a 2h 2m 57s—, no vacila. “Es posible, pero no creo que vaya a pasar pronto. Puede tardar todavía un tiempo, pero habrá un día en que alguien consiga correr el maratón en menos de dos horas”, explicaba en una reciente visita a España, para correr la media maratón de Granollers.
—Un grupo de matemáticos calcula que el récord se batirá en 2028. ¿De qué dependerá?
—De una combinación de muchos factores: buenas zapatillas, buena preparación física, unos atletas con la mentalidad correcta para afrontar el reto, buen clima el día de la prueba… Todo suma.
Cuando un profesional se junta con otro el entrenamiento llega a un nivel altísimo” Wilson Kipsang, fondista
Y como todo suma, Kipsang, que ahora mismo sólo piensa en el maratón del Londres (el 26 de abril), además de en los Juegos de Río del año que viene, se ha montado un grupo de entrenamiento. Nunca sale a correr solo. Se exprime más en compañía, sean o no profesionales. Él subvenciona las sesiones, ellos le hacen de liebre. “Tenemos un trato: nos entrenamos juntos y si ellos necesitan ayuda de algún tipo, se la presto. Cuando nos desplazamos en coche, nos llevamos provisiones, agua y té, por ejemplo; yo me encargo de todo. Y unos y otros salimos beneficiados, porque también ellos lo notan si luego participan en alguna prueba. Yo les aconsejo, les enseño cómo entrenarse, cómo preparar una carrera, cómo gestionarla. Les cuento mi historia, cómo empecé y adónde he llegado. Pueden aprender de mi experiencia”, explica.
Algunos días tiene compañeros de excepción como el actual recordman mundial, Kimetto. “Cuando un profesional se junta con otro el entrenamiento llega a un nivel altísimo. A veces quedo con Kimetto, otras con Geoffrey Mutai, para poder darnos un empujón mutuamente. Tú te entrenas, sientes tu límite, crees que estás yendo a un muy buen ritmo, pero cuando te encuentras con uno de estos deportistas te das cuenta de que tu ritmo es más lento de lo que creías”.
Además de en compañía, Kipsang se entrena en altura. Habitualmente lo hace a unos 2.700 metros sobre el nivel del mar, algo que, dice, le ayuda muchísimo: “Cuando te entrenas en altura luego el cuerpo responde muy bien, porque muchas de las carreras importantes son en Europa y siempre a pocos metros sobre el nivel del mar. Es una ventaja”.
Kipsang no empezó a entrenarse hasta los 21 y se hizo profesional hace seis años. Antes, se ganaba la vida con la compra-venta de productos agrícolas; ahora es dueño de un hotel —que regenta su esposa— al que ni siquiera se acerca en la época de entrenamiento más dura porque no quiere perder la concentración. “Mis empleados son muy profesionales, confío en ellos”, ríe.
Su programa cambia cada día —“lo máximo es correr 180 kilómetros a la semana”—, lo que no cambia es el desayuno, inexistente. Un poco de agua, a lo sumo. “Comemos después”.
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