El despertar de Mandzukic
La llegada de Torres ha espoleado al goleador croata
Minutos antes de que comenzara el último entrenamiento previo al duelo de esta noche, Juan Vizcaíno y Gabi bromeaban sobre el césped del Bay Arena. A ellos se sumó un elemento no habitual en los corrillos. Mario Mandzukic se acercó al ayudante de Simeone y a su capitán y les susurró algo que les arrancó una carcajada. Una estampa costumbrista de Mandzukic es su largo esqueleto desparramado en los últimos asientos de los aviones, alejado del grupo. Si acaso, Oblak le hace a veces compañía. Se le vio dicharachero en su regreso a Alemania, donde jugó dos años en el Wolfsburgo y otros dos con el Bayern de Múnich. En esas cuatro temporadas le hizo cuatro tantos al Leverkusen, el rival de esta noche del Atlético.
El idioma —aún se maneja en inglés y habla poco español— ha sido una de las mayores barreras que ha encontrado Mandso para integrarse más en el día a día del vestuario. También con Simeone, que es un entrenador que trata de llegar a sus jugadores a través de un discurso concreto y directo, pero muy emocional. “Él habla inglés y yo no lo entiendo”, dijo el técnico cuando en Vigo fue preguntado por una discusión a pie de campo en Vigo. Con todo, en el vestuario hablan de un jugador más integrado, aunque sigue siendo de los primeros en marcharse cuando termina los entrenamientos. “Se está compenetrando cada vez mejor con Griezmann”, relatan en el vestuario. Constatan en el plantel que la llegada de Torres ha espoleado al croata, que vivió desde el banquillo los dos enfrentamientos de Copa con el Barça. Desde entonces, Mandzukic ha marcado siete goles y ha enseñado recursos con el pie que no había mostrado. “Ha empezado a caer más a las bandas y desde allí tiene buenos recursos para aguantar el balón o prolongar la jugada a un toque”, dice Siqueira. Ahora también adornan sus estadísticas (20 goles) cuatro asistencias. “Es mejor con el balón de lo que parece, ahora está haciendo cosas de jugador de buen pie”, relatan en el club.
La mayor integración al juego del equipo se ha producido a partir de su posición secundaria en los contragolpes. Ha dejado de ocupar el carril central para que sea Griezmann el que lo corra. Ha tenido ojo Mandzukic para observar los movimientos de Torres cayendo a los costados. El Niño empieza a encontrarse con los mismos problemas que ya tuvo Diego Ribas en su regreso, que se pueden resumir en la complejidad de entrar en un once casi cerrado. La mayor pega que tenía el croata era la rémora que suponía su juego para salir a la contra. “Es un futbolista muy especial, siempre juega hacia adelante y le envían muchos centros laterales que deberemos evitar”, analiza Roger Schmidt, entrenador del Leverkusen.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.