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El Madrid presume de laterales

Carvajal y Marcelo encauzan la eliminatoria en dos acciones aisladas y Cristiano se reivindica con un gol de cabeza

Diego Torres
Gelsenkirchen -
Cristiano y Uchida pugnan por un balón.
Cristiano y Uchida pugnan por un balón.Dennis Grombkowski (Getty)

El Madrid despachó con oficio un ligerísimo partido de Champions en campo alemán. La victoria habría valido para una buena fiesta hace solo una década. Pero los tiempos han cambiado y este Madrid atraviesa el Rin cada vez con más confianza. Enfrente tuvo un endeble Schalke, más valiente que cualificado. Lo tumbó sin jugar especialmente bien. Le bastó con dos acciones inesperadas de sus laterales. Carvajal primero y Marcelo al final, ambos tirando de pierna de palo. Uno para asistir a Cristiano y el otro para embocar un misil.

Schalke, 0-Madrid, 2

Schalke: Wellenreuther; Uchida, Höwedes, Nastasic, Aogo; Höger (Meyer, m. 81), Matip, Neustädter (Kirchhoff, m. 58); Boateng; Choupo-Moting y Huntelard (Platte, m. 32). No utilizados: Fuchs, Ayhan, Barnetta y Wetklo.

Real Madrid: Casillas; Carvajal (Arbeloa, m. 81), Pepe, Varane, Marcelo; Isco (Illarramendi, m. 84), Kroos, Lucas Silva; Bale, Benzema (Chicharito, m. 78) y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Keylor, Medrán, Nacho y Jesé.

Goles: 0-1. M. 26. Cristiano. 0-2. M. 79. Marcelo.

Árbitro: Martin Atkinson. Amonestó a Neusädter, Boateng, Kroos y Kirchoff.

Unos 78.000 espectadores en el Veltins Arena de Gelsenkirchen.

El Schalke se desplegó con coraje y se replegó formando un triángulo de hombres frente a su portería. El medio del campo se superpoblaba cerca de la media hora de partido cuando Carvajal buscó el prado solitario y bacheado que se extendía junto a la banda. Cuando Boateng lo encimó, cambió el balón al pie izquierdo, dio dos pasos hacia el área y engañando a su marcador metió el centro de zurda. El recurso inesperado envió la pelota al espacio aéreo sin dueño que se abría entre el portero, el bisoño Wellenreuther, y sus defensas centrales. Ahí se elevó Cristiano, apareciendo como una sombra rosa entre Matip y Höwedes para estirar el cuello y cabecear a la red. Lo necesitaba. Necesitaba el gol como una conjura contra las malas vibraciones, las sospechas, la sensación de abandono. Lo celebró vociferando frente a la grada que le había pitado durante media hora.

El gol encauzó un partido de curso inesperado para el Madrid ante un adversario que salió a buscarlo a campo abierto. Los tres centrales del Schalke elevaron la presión y no permitieron distracciones. Hubo errores, producto de la falta de espacios y del mal estado del campo. Hubo balones divididos y casi siempre los ganó un alemán. Alentado por el empuje de Matip y Neustädter, el Schalke hizo de cada posesión un asalto rápido. Allí donde no se presumía un talento especial surgió la personalidad de Höger, la exuberancia de Choupo-Moting y la astucia de Huntelaar. Suele ocurrir con los equipos alemanes. Consiguen compensar con orgullo las desigualdades objetivas.

El Madrid se reordenó bajo la dirección de un soberbio Pepe. Bastó el ingreso del portugués para darle al equipo la consistencia que no había tenido en las pasadas semanas, juntar las líneas y mejorar las transiciones. No fue suficiente, en cualquier caso, para cerrar viejas brechas. En el minuto 25, Huntelaar descubrió el pasaje. Tiró una diagonal a la espalda de Kroos y cruzó el zurdazo. El estadio cantaba el primer gol de la noche cuando Casillas atrapó la pelota. Fue una excelente intervención del portero en el momento preciso. La clase de acontecimiento que cambia la marea. En la siguiente jugada, Cristiano hizo el 0-1. Y tras el saque, Huntelaar se tiró el balón largo en un intento de desborde y se topó con los tacos de Varane. El holandés se fue al vestuario lesionado. Le sustituyó Platte.

Ancelotti hizo debutar a Lucas Silva como titular. La noticia parece sepultar definitivamente las aspiraciones de Illarramendi de establecerse en el Madrid. El brasileño se formó en la posición de interior derecha, con misiones de escolta de Kroos. Maestro en el arte de estar siempre bien perfilado, Kroos es una garantía de salida prolija a la que Ancelotti no quiso renunciar. Lucas le acompañó bastante bien, después de unos primeros minutos dubitativos. Le costará adaptarse a los ritmos del fútbol europeo. Deberá aprender a poner el cuerpo, a pensar antes de actuar, a jugar a dos toques. Las cosas que Kroos hace con tanta naturalidad.

El partido transcurrió sin demasiados sobresaltos para el Madrid, que no hizo nada extraordinario, ni para bien ni para mal. Resultó llamativa la ausencia de un pasador que suministrara balones a los velocistas, incapaces de explotar los espacios que dejó el rival a la espalda de sus zagueros en varias fases del encuentro. Las ocasiones cayeron con cuentagotas. Una vez Benzema, en un mano a mano, y otra Cristiano, de falta directa, pusieron a prueba el temple de Wellenreuther. El chico respondió bien. La oposición no permitía un aprendizaje tranquilo pero la hinchada se manifestó con generosidad. Marcha tras marcha. No hubo tregua para los tambores ni para los coros de esta afición abnegada.

Faltaban 15 minutos para el final cuando un cambio de orientación de Boateng encontró desmarcado a Uchida frente a la defensa del Madrid. La dejada favoreció al joven Platte. El tiro se estrelló en el travesaño. Fue una señal de alarma. El Madrid acudió a la llamada con el cambio de paso característico de los equipos que van sobrados. Cristiano jugó con Marcelo en el pico del área y el lateral hizo lo que había hecho Carvajal una hora antes, solo que desde la banda opuesta. Cambió la pelota de pierna, de la zurda a la derecha, y cuando la defensa quiso salirle resolvió el problema armando el perfil menos bueno. Dirigido al palo contrario desde 25 metros, el derechazo se transformó en el 0-2 definitivo. La cuarta victoria madridista de la historia en Alemania. Un resultado magnífico. Tan bueno que cumple con el doble efecto de asegurar medio pase a cuartos y pacificar el club.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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