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Mumbrú y Hervelle: “Los 10.000 de Miribilla salvaron este proyecto”

En sus seis temporadas en el club han vivido el éxito de disputar la final de Liga ante el Barça en 2011 y la adversidad de los impagos, la exclusión de la ACB y la amenaza de desaparición. Los capitanes y emblemas de ‘Los hombres de negro’ homenajean a su afición antes de la Copa

F. SÁEZ
Axel Hervelle y Álex Mumbrú, la pasada semana en el restaurante Ein Prosit de Bilbao
Axel Hervelle y Álex Mumbrú, la pasada semana en el restaurante Ein Prosit de BilbaoFERNANDO DOMINGO-ALDAMA (EL PAÍS)

La arquitectura y la mística crecieron casi de la mano. En el año 2000, al tiempo que comenzaba a urbanizarse el ensanche del barrio de Miribilla se refundaba el baloncesto en Bilbao. Una década después, coincidiendo con la construcción del nuevo pabellón, encargado de dar relevo al vetusto recinto de La Casilla, tomaba vuelo el ambicioso proyecto del Bilbao Basket. El equipo creció de manera fulgurante, alcanzó las semifinales de la Eurocup en 2010, el subcampeonato de Liga en 2011, rozó la Final Four en 2012 y disputó su primera final continental en 2013; sin embargo, el plan tenía unos cimientos de barro. La codicia generó una edificación tan ostentosa como inestable que se vino abajo el pasado verano entre promesas incumplidas, impagos y huelgas. Pasó la bonanza y florecieron los despropósitos administrativos protagonizados por el máximo accionista, Gorka Arrinda, y su grupo de colaboradores. La deuda rebasó los cinco millones de euros.

Imagen del pabellón de Miribilla en 2011
Imagen del pabellón de Miribilla en 2011acbphoto

En la grandeza y en la miseria, allí estaban ellos. Álex Mumbrú y Axel Hervelle, participaron en la leyenda y sobrevivieron a la desaparición del club del que se han convertido en bandera tras seis temporadas “de pasión y adversidad”. Su revancha ha consistido en llevar al equipo a la Copa del Rey tras superar el desahucio. En el cruce de cuartos se encontrarán al líder de la Liga, Unicaja, pero solo la participación ya es una victoria. “Cuando vienes de un sufrimiento tan grande y ves que todo empieza a funcionar, disfrutas como nunca y te sientes muy fuerte. Puedes ganar o perder pero estás preparado para competir. Es el impulso de la estabilidad”, explica Mumbrú. “Bilbao no se merecía quedarse sin baloncesto. La última temporada sólo jugamos por la afición. Nos arriesgábamos a una lesión, pero jugábamos por puro sentimiento. Somos un grupo de competidores muy comprometidos. Cobráramos o no cobráramos íbamos a darlo todo”, añade Hervelle. “Si hubieran ido 800 aficionados al pabellón no sé si lo hubiéramos hecho. Pero los 10.000 no fallaban nunca. Nos apoyaban, empujaban durante los 40 minutos. El efecto Miribilla que nació en la victoria, creció en la dificultad. El eco del pabellón marca de por vida”, refrenda Álex.

Hervelle: “El año pasado se rompió todo menos la relación con la afición”

Durante 18 días, entre el 20 de julio y el 8 de agosto de 2014, el baloncesto en Bilbao se quedó sin pulso; desconectado de la ACB tras quedar excluido de la competición por no restituir los cerca de 200.000 euros del fondo de garantía salarial y mantener unas deudas con la Asociación y con la plantilla que superaban el tope permitido (el 15% de la masa salarial). El Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAD) revocó la decisión y obligó a la ACB a readmitir al club. Entre la catarsis y el desquite, el equipo se levantó a lo grande. El de los jugadores fue el empujón definitivo para dar viabilidad al rescate. “El principal acreedor eramos nosotros. No había deuda con Hacienda. Todos nos implicamos y asumimos una quita importantísima en las cantidades que nos debían. Eso provocó que el club pudiera respirar”, repasa Mumbrú. “Álex fue quien más se involucró con los nuevos gestores. Fue nuestro interlocutor y si había que morir moríamos con él. Hicimos todo para demostrarle a la ACB que se podía revertir la situación”, cuenta Hervelle. Los jugadores aguantaron, confiaron en el equipo de Xabier Jon Davalillo y perdonaron más de un millón de euros al club. Los costes de la plantilla se redujeron en un 30%, los de gestión en un 60%, las pymes de la provincia se volcaron aportando cerca de dos millones de euros, Sito Alonso mantuvo su compromiso para ser el entrenador y se acertó con los fichajes. “La expulsión de la ACB ayudó a solucionar todo. Reaccionamos ante el abismo. Ahora somos un club perfectamente viable”, avala Mumbrú.

Mumbrú: “El principal acreedor éramos nosotros y asumimos una quita importante”

Damnificados del proyecto Messina, los dos capitanes salieron del Madrid para embarcarse en un proyecto efervescente. Álex llegó en verano de 2009 y su fichaje cambió la dimensión del club y refrendó las aspiraciones de grandeza; Axel aterrizó en enero de 2010 para completar un puzle lustroso que, con la pizarra de Katsikaris, alcanzó cotas inopinadas. “Fue todo muy rápido, demasiado rápido quizá. El club quería ser grande, nos acompañó un buen patrocinador, llegaron buenos jugadores y fue un estallido. ¡Al segundo año estábamos jugando una final de Liga y al siguiente peleándole la Final Four al CSKA de Kirilenko, Krstic, Teodosic…! En aquellos playoffs de 2011 nació el efecto Miribilla y Los hombres de negro como imagen de marca. Hubo una comunión perfecta con la afición. Ellos animaban a muerte y nosotros nos dejábamos la piel y ganábamos. Todo funcionó. Jugar una final con Bilbao fue una gesta. Creamos la identidad del club de lucha, garra, trabajo...”, rememora Mumbrú. “Ahí entendimos que jamas podríamos fallar a nuestra afición. Gritaban todos, desde el de la primera fila, al de arriba del todo del pabellón”, suma Hervelle. El belga sitúa el comienzo del declive en 2013. “Camino de la final de la Eurocup en Charleroi un jugador se equivocó y dijo que llevábamos sin cobrar cinco o seis meses. Perdimos la final por eso. Eso desequilibró el equipo y comenzó a caerse todo por los despachos. La dirección nos mintió y jugó con nosotros. Se rompió todo menos la relación con la afición”. “El año pasado fue sin duda el más jodido de mi carrera deportiva y de la de todos. No le deseo a nadie vivir eso. Fue un desastre. Horrible. Nos agarramos a la gente para sobrevivir. Los 10.000 de Miribilla salvaron este proyecto”, cierra Mumbrú. Gran Canaria asistirá al homenaje recíproco entre el club y su afición. Haya o no trofeo celebrarán nada menos que una salvación.

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Sobre la firma

F. SÁEZ
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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