El tercer oro del invencible

Hacía 26 años que un patinador no imponía su dominio en Europa con tanta contundencia. Empieza a ser habitual contemplar la imagen de Javier Fernández (Madrid, 23 años) en los podios más relevantes del patinaje artístico internacional. Un joven de un país sin tradición en los deportes de hielo que ha emergido como figura mundial. Lo demostró este viernes en Estocolmo adjudicándose su tercer Europeo consecutivo, algo que no pasaba desde 1989, cuando el soviético Aleksandr Fadéyev consiguió la misma hazaña. Su carácter tranquilo y afable contrasta con el hambre y su suficiencia sobre la pista de hielo. Acabó sin aire, le costó sudor y sufrimiento y se fue al hielo. Los rusos Maxim Kovtun, plata, y Sergei Voronov, bronce, completaron el podio. Pero en Europa, Javier Fernández sigue mostrándose invencible.

El madrileño dio dos claves antes del día definitivo. Tenía que hacer los tres primeros saltos bien y no se podía caer. Lo primero lo salvó, aunque el segundo cuádruple se quedó en un triple. Después, cuando iba a ejecutar su tercer cuádruple, Fernández se fue al suelo. Se repuso. A partir de ahí floreció una lucha contra sí mismo para mantener la expresividad y el nivel después de tocar el hielo. “Al acabar pensé que se me había ido el campeonato”, reconoció por teléfono tras colgarse la medalla. “Luego he visto que ha sido una mala competición para todos”. También fue para todos un día especialmente duro. “No sé si fue porque el ambiente estaba cargado o por el calor, pero en mi vida me había sentido tan cansado”, aseguró.

Fernández llegaba tranquilo y confiado al programa libre, más trabajado ahora que al principio de temporada. Un Fígaro, de El Barbero de Sevilla que ya le valió una plata en el Grand Prix de Barcelona. En esa ocasión fue distinto, ya que tuvo que remontar un mal inicio en el programa corto. El viernes, con un colchón de algo más de ocho puntos sobre su máximo perseguidor, Sergei Voronov, muy mal se le tenían que dar las cosas para no conquistar su tercera corona.

La dificultad en el programa, uno de los más admirados en el mundo, es lo que le permite mandar en la clasificación con actuaciones imperfectas. Le pasó el miércoles, en el corto, cuando tuvo “un par de fallos” que le obligaron a tirar de experiencia e inteligencia para rascar la máxima puntación en el resto del ejercicio. Lo hizo porque, según argumentó después, está preparado para saber gestionar este tipo de situaciones. Para saber gastar la energía en lo que de verdad importa.

Javier Fernández salió vencedor en un campeonato que en la jornada definitiva exhibió un buen número de caídas y fallos. El madrileño obtuvo una puntuación de 173,25 puntos, que junto al programa corto le valió la primera posición. Javier Raya, el otro español de la jornada, cumplió y acabó decimocuarto, a solo tres de la mínima para el Mundial de Shanghái, que se disputará en marzo.

Tras el triunfo, Javier Fernández reconoció que una actuación así en un Mundial igual no le vale ni el podio, que había estado por debajo de su nivel. Seguramente por eso lanzó un mensaje de hambre y ambición, de patinador invencible: “Quiero trabajar más y demostrar para lo que estoy preparado”.