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La ley del resto

Djokovic y Murray se citan en la final tras reaccionar con solvencia a los sacadores

J. J. M.
Djokovic celebra su triunfo ante Stan Wawrinka.
Djokovic celebra su triunfo ante Stan Wawrinka.Scott Barbour (Getty)

La lista de cabelleras es del máximo prestigio. Para llegar a la final del Abierto de Australia, que se disputa el domingo (9.30, Eurosport), Andy Murray y Novak Djokovic tienen que deshacerse de un grupo de sacadores que se lanzan contra ellos como el séptimo de caballería. El británico elimina a Nick Kyrgios y a Tomas Berdych. El serbio, a Gilles Muller y a Milos Raonic, que preceden a su victoria de anoche contra el suizo Stan Wawrinka, el campeón defensor (7-6, 3-6, 6-4, 4-6 y 6-0). Los dos finalistas imponen su impresionante capacidad al resto en las rapidísimas pistas australianas: igual que los comanches, aparecen allí donde no se les espera para darle vida a puntos que sus contrarios ya se apuntaban como saques directos.

“Son dos grandes atletas”, fotografía el australiano Pat Cash, excampeón de Wimbledon. “El swing de Andy es muy sencillo, corto, lo que le permite atacar tanto el primero como el segundo saque de sus contrarios”, añade. “El equilibrio que logra Novak en su punto de contacto, sin importar en qué posición esté su cuerpo y consiguiendo una bola tan profunda, es increíble”, subraya. “Para mí, es un misterio. Algo casi místico”, asegura. Cash no es el primero en aludir a fuerzas desconocidas para intentar explicar la habilidad del número uno mundial. Un día, a Marian Vajda, el hombre que formó a Nole para la alta competición, le pidieron que señalara cuál consideraba que era el gran talento de su pupilo. “El resto”, dijo. “Eso es un regalo de Dios”.

Las cifras no le desmienten. En lo que va de torneo, y pese a enfrentarse a sacadores de lo más cualificados, Djokovic ha puesto en juego el 68% de los saques, ha conseguido ganar el 31% de los puntos disputados con primer servicio del rival y convertir el 35% de sus bolas de break. Sin embargo, la estadística que mejor refleja lo incisivo que es el campeón de siete grandes es la de puntos ganados sobre segundo saque. Entre los mejores jugadores del mundo, ese es el dato que suele decidir los encuentros. Nole gana un 55% de esos puntos. Solo un tenista le supera. Su nombre: Andy Murray, que se dispara hasta el 56% en el apartado, y le mejora en todos.“Los partidos contra los sacadores suponen un gran reto mental”, cuenta el número uno. “Si sacan como pueden hacerlo, en su media de 20 o 30 aces por partido, te ponen bajo mucha presión”, añade. “Tengo que meter tantos restos como pueda, porque desde el fondo de la pista, tengo más opciones que ellos de ganar los puntos”. Los dos finalistas han conseguido poner en duda el axioma de que cuanto más rápido es un saque más dañino es para el rival. Aprovechan la velocidad de los contrarios para disparar restos hirientes como cuchillos. Convierten los juegos que deberían ser un descanso para los rivales en una situación de estrés continuo. Mandan donde deberían ser gobernados. Y así, coleccionando restos increíbles, se disputarán el domingo el título de Australia (15-8 en el cara a cara para el serbio). Hoy. Final femenina. S. Williams (EEUU)-M. Sharapova (Rus.), a las 9.30 por Eurosport.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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