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Nadal, especialista en supervivencia

Deshidratado, mareado y al borde del vómito y el desmayo, el español necesita 4h 12m ante Smyczek para llegar a la tercera ronda

Juan José Mateo
Nadal celebra su triunfo ante Smyczek
Nadal celebra su triunfo ante SmyczekWILLIAM WEST (AFP)

Nada detiene a la cabeza de Rafael Nadal. No lo hace “el poquito de vómito” que siente a punto de invadir su boca durante su partido de segunda ronda del Abierto de Australia, contra Tim Smyczek (victoria por 6-2, 3-6, 6-7, 6-3 y 7-5). No lo hace el vértigo que le crea sentir, según cuenta luego, que se va a desmayar. No lo hace “el miedo a cruzar la línea” de exigir demasiado a un cuerpo deshidratado que le está diciendo que abandone. La humedad del verano de Melbourne castiga al número tres, que solo ha disputado una decena de partidos desde julio de 2014. Está grogui. Out. Fuera. Bordea el desastre: Smyczek, el número 112 le obliga a jugar durante más de cuatro horas y llega a restar para eliminarle. Solo una cosa le mantiene a flote: “En toda mi carrera pude encontrar soluciones para los momentos duros. Es una habilidad. He trabajado duro para resistir, para ser fuerte mentalmente”, cuenta luego.

Esto demuestra qué tipo de campeón es, porque está claro que estaba enfermo, y encontró un camino hasta la victoria. Hay que quitarse el sombrero Tim Smyczek

Nadal gana porque se pone a pensar. Vence porque en un momento infernal tiene la frialdad de analizarse, medir lo que está pasando y adoptar soluciones drásticas. De nuevo, vuelve a ser el mejor mecánico de sí mismo.

Las altas temperaturas del verano austral llegan de sopetón a Melbourne, la ciudad de las cuatro estaciones, con su carga de venenosa humedad. El campeón de 14 grandes, empapado en sudor, no aguanta tres esfuerzos seguidos en el mismo peloteo y decide que no va a pegarse ni una carrera más: en el cuarto set empieza a tirar con una agresividad salvaje (43 ganadores y 53 errores no forzados, con siete dobles faltas). Observa que el gel, las sales minerales y la pastilla que le ha dado el médico no le permiten recuperarse de la pájara, concluye que pena de un golpe de calor y de algún problema de estómago, y saca los cañones. Así, completando un partido feo (tres dobles faltas en otros tantos puntos de break), tan falto de estilismo como rebosante de ganas de victoria, llega el español hasta tercera ronda, donde le espera el israelí Dudi Sela. Como dice luego Smyczek, el rival derrotado tras sumar solo seis puntos menos: “Esto demuestra qué tipo de campeón es, porque está claro que estaba enfermo. Compitió con su nivel C o D, y encontró un camino hasta la victoria. Hay que quitarse el sombrero”.

Sufrí mucho en la pista durante tres horas y media, demasiado. Espero recuperarme Rafael Nadal

“Me sentía muy cansado y muy mareado”, resume después el ganador, que tras el partido pasó consulta con Ángel Ruiz Cotorro, su doctor, y Rafael Maymò, su fisioterapeuta, que ya durante el encuentro le hizo llegar un gel hasta el banquillo. “Al final del primer set, empecé a sentir mi cuerpo muy mal, muy cansado. Cuando estaba sirviendo para el tercero, casi vomito [perdió el saque y el parcial]. Sufrí mucho en la pista durante tres horas y media, demasiado. Espero recuperarme”, cerró el balear, que celebró el pase de rodillas y al borde del llanto.

Smyczek, que llegó a sumar tres breaks en la segunda manga (¡tres!), es el número 112 mundial. Desde Wimbledon 2014, cuando abrió un periodo marcado por una lesión en la muñeca derecha y una apendicitis, Nadal se ha inclinado ante el número 56, el 21, el 124 y el 127. Ayer, sin embargo, contó con una red de seguridad de la que no dispuso en esos enfrentamientos. Los partidos de Melbourne son al mejor de cinco sets. En el primer grande del curso no hay tie-break en la quinta manga, hay que ganar por dos juegos de distancia. Pese a que sus problemas físicos, consecuencia del calor, la humedad y la inactividad prolongada, contraindicaban el maratón, la larga distancia jugaba en contra de su rival: Smyczek no podía estar disparando sus fabulosos ganadores (casi 70) durante más de cuatro horas.

“Los cinco sets le dan más tiempo”, explicó antes del duelo Francis Roig, el técnico que le acompañó en el primer torneo de la temporada. “A la larga, los cinco sets son mejores para los intereses del teóricamente mejor, porque obliga a que el factor sorpresa del rival se produzca durante mucho tiempo. Y si juegas tranquilo…” .

Nadal, de 28 años, mantuvo una cierta calma dentro de la angustia: ha ganado 17 de los 22 duelos que ha discutido en la quinta manga, por el dos de cuatro de su rival de ayer. Acalambrado, quedó vivo para luchar otro día. Melbourne le ofrece una oportunidad: en lugar del checo Rosol, el ogro que le eliminó en Wimbledon 2012, ahora le espera Sela, con el que nunca se ha enfrentado. Es el número 106. Un tenista de 1,75m que compite con revés a una mano. El prototipo de su víctima preferida. Pasará en la lucha por los octavos. Nadal se enfrenta al israelí y a las consecuencias que tengan para su cuerpo 4h 12m de partido. Contará con dos armas: la raqueta y la cabeza.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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