Federer, dolor, enfado y remontada
El suizo supera por 3-6, 6-3, 6-2 y 6-2 a Bolelli tras ser atendido y regañar a un cámara
Pocas veces se vio a un Roger Federer tan gritón en la pista. En un día infernal, marcado por las altas temperaturas alcanzadas en Melbourne, el suizo llegó a tercera ronda del Abierto de Australia tras remontar 3-6, 6-3, 6-2 y 6-2 al italiano Bolelli, tenista de bello revés y extraña vestimenta, camuflado como iba, igual que si fuera un soldado. Para el campeón de 17 grandes, que perdió la primera manga, el partido estuvo lleno de curvas. Antes de la remontada, dolor, enfado y chillidos de ánimo.
Entre gritos para animarse (“¡Vamos!”), Federer aprovechó la inconsistencia de Bolelli y el peso de su leyenda para culminar la remontada
Al final del primer parcial, el número dos mundial sufrió un dolor punzante que definió “como la picadura de una abeja” en su mano derecha. En el cambio de lado, llamó al fisioterapeuta, que llegó con el médico y aplicó todos los cuidados del mundo al dedo meñique más idolatrado de la historia del deporte de la raqueta. Cuando el cámara de la televisión australiana se afanó en enseñar lo que estaba pasando, Federer, al que ya se le conocen otros arranques coléricos del estilo, le miró fijamente y le espetó: “¿Tienes que ponerte tan cerca?” La imagen televisiva perdió cercanía inmediatamente.
Entre gritos para animarse (“¡Vamos!”), Federer aprovechó la inconsistencia de Bolelli y el peso de su leyenda para culminar la remontada, que celebró a lo grande. No fue el único favorito que pasó problemas en la jornada. Ninguno sufrió tanto como Maria Sharapova en el cuadro femenino: la rusa superó dos puntos de partido frente a su compatriota Alexandra Panova, quien además tuvo dos bolas para ponerse 5-1 en el set decisivo (6-1, 4-6 y 7-5 para Sharapova). Además, ganaron, entre otros, Tomas Berdych (7-6, 6-2 y 6-2 a Melzer), Andy Murray (6-1, 6-3 y 6-2 a Matosevic) o Grigor Dimitrov (6-3, 6-7, 6-3 y 6-3 a Lacko).
Todos, vencedores y vencidos, sufrieron bajo los rigores del verano australiano. En Melbourne ya se juega con fuego.
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