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Ferrer nunca pierde la fe

Tras un 2014 gris, el español abre 2015 doblegando 6-4 y 7-5 a Berdych en la final de Doha

Juan José Mateo
Ferrer, ante Berdych, en Doha.
Ferrer, ante Berdych, en Doha.Osama Faisal (AP)

El amor por el juego no se negocia; el esfuerzo, la pasión y la ilusión, tampoco. A los 32 años, David Ferrer levantó el telón del curso 2015 ganando el torneo de Doha ante Tomas Berdych (6-4 y 7-5). Con el título llegaron tres buenas noticias para sus intereses: el español celebró su primer torneo sobre cemento desde 2013, logró su primera victoria frente a un top-10 desde mayo de 2014, y sobre todo avivó las brasas de su tenis, apagado tras un final de 2014 que le vio cambiando tres veces de técnico, pasando del número tres al diez en la clasificación y sin participar en la Copa de Maestros por primera vez en un lustro. Doha no fue un trofeo más para Ferrer. El título le reafirma en su nueva apuesta, con Paco Fogués en el banquillo; premia una pretemporada de trabajos forzados; y subraya que en el tenis el corazón también gana partidos: sobrado de excusas para dimitir tras un gris 2014, el número diez ataca 2015 con espíritu de revancha.

El español sumó break en el primer saque de Berdych de ambas mangas. Su victoria se fraguó en la pelea sobre los segundos servicios del número siete, más fino que de costumbre, incisivo en el juego y valiente en la propuesta. El checo, sin embargo, sigue negociando con dificultades los momentos de tensión, y ante Ferrer su falta de aplomo volvió a costarle un partido. Tras cientos de peloteos a cara de perro, Berdych se encontró en la situación deseada: tres bolas de set al resto en la segunda manga. Esas pelotas le daban la llave del tercer parcial, en el que se imaginaba calcando el guion del segundo, con él de menos a más y su rival hundiéndose en dirección contraria. Los sueños del favorito saltaron hechos añicos por su falta de pericia, retratada en una volea que se quedó en la red con Ferrer derrotado y la pista abierta como un paraíso sin puertas ni guardias.

La victoria del español se fraguó en la pelea sobre los segundos servicios de Berdych

“Trabajo para momentos así”, explicó el ganador, que pasó la pretemporada intentando pulir detalles de su saque y sus golpes cortados. Pensando que a trabajar no le iba a ganar nadie. Solo el paso de los meses permitirá saber si eso afila suficientemente su raqueta como para que sobreviva en la selva del circuito, por la que pocas veces se han movido tantos tenistas capacitados para la caza mayor.

Sin embargo, Ferrer, que ahora jugará en Auckland y luego en el Abierto de Australia, deja el primer torneo del curso ratificado en que sus piernas pueden seguir llevándole hasta posiciones de tiro impensables; en que su resto hace tanto daño como siempre (en semifinales derrotó a Ivo Karlovic después de tres tie-breaks); y en que mantener la ilusión por competir es el mejor trampolín hacia el éxito. Su triunfo se unió al de Rafael Nadal y Juan Mónaco en el dobles. Con todo por jugar todavía, y mil dificultades por delante que examinarán las verdades de su tenis, Ferrer ya acumula en el primer torneo de 2015 mejores noticias que en todo el tramo final de la pasada temporada. Lleva seis años seguidos ganando al menos un torneo y ya es el tercer español que más veces ha levantado los brazos (22).

Por otra parte, Roger Federer, que ganó 6-2 y 6-2 a Grigor Dimitrov, buscará su victoria 1000 en la final de Brisbane, donde le espera el canadiense Milos Raonic.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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