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El arraigo de Zola

El exjugador del Chelsea acepta volver al Cagliari como entrenador Lleva dos años parado y coge a un equipo en plena crisis

Eleonora Giovio
Zola, con una bufanda del Cagliari en una imagen de 2003.
Zola, con una bufanda del Cagliari en una imagen de 2003.Reuters

Gigi Riva llegó a Cerdeña del norte de Italia con 18 años, se enfundó la camiseta del Cagliari y nunca más se la quitó. Ni siquiera ante el cortejo de la Juve de Agnelli que le llamaba día sí y otro también. Hasta 500 millones de las viejas liras llegó a ofrecerle Agnelli, algo impresionante en aquella época. Siempre dijo no. “No me ambienté enseguida, nada más llegar pensé que como mucho me habría quedado un año, quería volver a casa”, dijo tiempo después. Su casa sigue estando en Cagliari. Gianfranco Zola se fue de Cerdeña con 23 años. Pasó por el Nápoles y el Parma antes de enamorar a la afición de Stamford Bridge. Magic box, le llamaban. Su fútbol era una caja de sorpresas.

En 2003 dejó el Chelsea (tras siete temporadas) para regresar a casa. A su Cerdeña natal. Quería terminar su carrera en su tierra. Poco importaba que el Cagliari estuviese en Segunda; que jugara durante cuatro meses en un campo de regional con 5.000 espectadores y que cobrara mucho menos. Zola quería estar. Participar, ayudar. Con 38 años vivió el ascenso a la Serie A y decidió firmar un año más para disfrutarlo.

“Todavía recuerdo el gol de falta que le marcó al Inter en una semifinal de Copa”, dice en conversación telefónica Tommaso Giulini el presidente del Cagliari que por entonces tenía 26 años Hoy -asumió la presidencia en junio- con 37 manda en el club. Tras haber despedido a Zeman decidió fichar a Gianfranco Zola. Le ha quitado los palos de golf, los paseos por los museos de Londres y lo ha convencido para aceptar una misión imposible: salvar al Cagliari que marcha antepenúltimo. En ese lugar lo dejó Zeman: 12 puntos en 16 partidos (solo dos victorias) y 29 goles en contra. Mañana Zola debutará contra el Palermo. Pidió consejo, antes de decir que sí, a Massimiliano Allegri –que en el Cagliari se convirtió en un grande- y a Giampiero Ventura, el ahora técnico del Torino que estaba en el banquillo de aquel Cagliari en Segunda al que llegó Zola.

La llamada de mi tierra” es la expresión empleada por Zola que debutará contra el Palermo

Cerdeña es una de las cinco regiones a estatuto especial de Italia y destaca por su fuerte sentido de pertenencia. Solo así se puede explicar que Rombo di Tuono Gigi Riva se quedara en el mismo vestuario durante 13 años. Solo así se puede explicar el regreso de Zola. “Al Cagliari y a Cerdeña no se le puede decir que no, Cagliari para mí es un lugar especial”, dijo el exfantastista con el fuerte acento sardo que nunca ha perdido, ni siquiera después de casi 15 años en Londres. Su declaración de amor suena a frase hecha, pero en este caso no lo es. “Todos los valores que Zola representa: humildad, coraje, las ganas de trabajar son cosas que necesitábamos. Además, podemos despertar la identidad local con un mito como él”, explica el presidente Giulini.

Le piden un milagro –salvar al equipo- algo que hasta ahora no ha conseguido en ninguno de los banquillos en los que se ha sentado: con el West Ham terminó noveno la primera temporada y fue despedido a mitad de la segunda, en el Watford dimitió a mitad de año. A su lado, como segundo, estará su amigo desde los tiempos de la selección y del Chelsea, Pierluigi Casiraghi, inseparables desde que coincidieran en el banquillo de la sub-21 y la sub-16 italianas.

“Zola va a traer un aire nuevo: el equipo y el ambiente necesitan entusiasmo. Como técnico ha demostrado saber jugar un buen fútbol y saber gestionar al grupo con modernas metodologías de trabajo. Además, es un ídolo para Cerdeña”, cuenta Tommaso Giulini que conoció a Zola en noviembre en la inauguración de Casa Casteddu, un restaurante sardo en Londres.

“Nos mantuvimos en contacto, nos íbamos llamando porque. Casualmente o no, desde entonces el equipo empezó con los malos resultados. Zola siempre me decía ‘ten paciencia, la tormenta pasará, Zeman es un maestro y los resultados llegarán”, confiesa el presidente. No llegaron. Por lo que después de la enésima derrota por goleada, el ex del Chelsea no se sorprendió demasiado cuando recibió la llamada del máximo mandatario del club. “Me intriga, además Cagliari es mi ciudad”, le contestó.

Zola ha dejado los palos de golf y los paseos por los museos de Londres para aceptar una misión imposible: salvar al Cagliari, antepenúltimo

Zola nación en Oliena a 124 kilómetros de Cagliari. Empezó a tirar patadas a un balón debajo de casa. Él mismo pintó a mano la portería, que todavía resiste. El cura le regaló un balón en el bautizo. Estaba claro que iba a ser un predestinado. Se formó en la Nuorese y en el Torres y 14 años después de haberse marchado decidió volver para colgar las botas.

“Me lo había prometido a mí mismo, he firmado por un año porque ya no tengo 25 años y quiero ver lo que soy capaz de dar. Si termino viendo que sigo siendo un futbolista integro, continuaré. La llamada de mi tierra era demasiado fuerte. No lo he hecho por dinero, evidentemente, esta camiseta es el sueño de todos los sardos”, dijo en 2003. La llamada de la tierra. Algo que citó de nuevo a finales de diciembre de 2014 cuando fue presentado como técnico.

Este martes empieza su aventura en el campo del Palermo. “El Cagliari está bien, solo tiene que volver a juntarse. La adrenalina va subiendo y tenemos ganas de no fallar”, dijo ayer en la sala de prensa antes de volar a Sicilia. Zola ha vuelto. De momento, para seis meses. Si consigue la hazaña de salvar al equipo, le ampliarán el contrato.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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