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El Barça se agiganta frente a un Madrid achicado

Satoransky, Doellman y Tomic propulsan a los blaugrana ante un rival sin rebote ni puntería y que añora el brío de Sergio Rodríguez

Robert Álvarez
Jackson, con el balón, ante Carroll.
Jackson, con el balón, ante Carroll.RODOLFO MOLINA

El clásico empezó raro sin Navarro y acabó echando de menos a Sergio Rodríguez. El duelo navideño deparó mejores sensaciones en el Barcelona y confirmó las dudas y la falta de chispa del Real Madrid. El base canario, fuera de forma, fue abrumado por Satoransky en un tramo intermedio del partido que delató por dónde iban a ir los tiros. La convicción, la garra y los resortes del juego fueron cosa del Barcelona, que se agigantó, como si las bajas y el estreno del recién aterrizado Edwin Jackson no hicieran sino estimular la complicada tarea a la que se enfrentaba. El Madrid fue perdiendo gas y confianza a medida que avanzaban los minutos, cada vez más achicado y errático.

BARCELONA, 76; REAL MADRID, 68

Barcelona: Marcelinho (10), Hezonja (5), Thomas (6), Doellman (12), Tomic (12) —quinteto inicial—, Pleiss (6), Lampe (7), Satoransky (10) y Jackson (8).

Real Madrid: Llull (12), Rudy Fernández (8), Nocioni (6), Maciulis (14), Bourousis (3) —quinteto inicial—, Campazzo (-), Rivers (7), Ayón (2), Carroll (10), Reyes (4) y Mejri (2).

Parciales: 24-22, 23-18, 11-15 y 18-13.

Árbitros: Pérez Pizarro, Cortés, Martínez Fernández. Sin eliminados.

7.261 espectadores en el Palau Blaugrana. Encuentro correspondiente a la 13ª jornada.

El inicio fue un espejismo. El Madrid arrancó a toda pastilla y el Barcelona, tras aguantar la embestida, remató con un estilo guerrero, pausado y pragmático. Se agigantó el equipo azulgrana y se fue apagando el Madrid. Dio la sensación durante muchos minutos que le faltó al equipo de Pablo Laso la vertiginosa velocidad y los variados recursos que le hicieron imparable y admirable durante muchos meses del pasado curso. Una vez más se encogió en el Palau, donde no gana un partido de la Liga regular desde abril de 2006. Perdió una buena ocasión, dadas las bajas que se agolpan en el Barcelona, cuatro por lesión, Navarro, Abrines, Oleson y Eriksson —todos aleros— y una adicional, en esta ocasión la de Nachbar, porque con su contingente actual el equipo de Pascual solo puede cumplir con los cupos mínimos si incorpora en la docena de inscritos para el partido a tres jugadores del filial.

Los dos equipos zarparon con las velas desplegadas, fiados a lo mejor de sus repertorios. Llull partió como una locomotora. Sus compañeros buscaron con fiereza y pericia los primeros rebotes en ataque. El Barcelona se vio exigido desde los primeros escarceos. Con 8-13 en el marcador, hubo quien empezó a echar de menos al arsenal de aleros que tiene en la enfermería. A falta de Navarro, Oleson, Abrines y hasta Eriksson, Pascual había apostado por situar a Hezonja junto a Thomas. El primer cambio del entrenador blaugrana reveló las exigencias de su hoja de ruta. Maciulis le birló un rebote a Thomas y el alero estadounidense fue el primero en irse al banquillo. Lo relevó el recién aterrizado Edwin Jackson. El alero francés, que encabezaba esta temporada la lista de cañoneros de la Liga de su país, notó la lógica desubicación, pero se mostró hacendoso e instintivo en facetas más prosaicas. El Madrid se sintió a las mil maravillas, atacan

do con su extraordinaria línea exterior, muy inspirados y cómodos Llull, Maciulis y Rudy. Sin embargo, el Barcelona respondió con su batallón de jugadores interiores. Tomic, Lampe y Doellman percutieron desde el interior de la zona y el partido se equilibró al paso del primer cuarto.

Los cambios cambiaron por completo el panorama. El Barcelona salió ganando con el carrusel, sobre todo con los relevos de los bases. El checo Satoransky se mostró devastador. Sergio Rodríguez, destemplado, saliendo de una lesión que lo había mantenido inactivo durante 20 días, salió claramente perdedor en su pulso con Satoransky, agresivo y certero en ataque como pocas veces se le había visto en sus primeros meses de blaugrana. El Barcelona abrió brecha (39-29), pero el Madrid se rehízo gracias de nuevo a la segunda oleada de aleros que propuso Pablo Laso. Los 15 puntos de Rivers y Carroll en el segundo cuarto acortaron la brecha en el marcador. Cuando Llull empezó a boquear en el tercer acto, Laso le dio la alternativa a su teórico tercer base. Campazzo cubrió el expediente y Mejri, con un palmeo en el último segundo dejó la contienda de lo más apretada, 58-55, en vistas al asalto definitivo.

El Madrid se encogió otra vez en el Palau, donde no gana en la Liga regular desde 2006. Perdió una buena ocasión, dadas las bajas que se agolpan en el Barcelona

Los fallos en los triples, la bajada de revoluciones en las transiciones y la falta de ideas frente a la defensa que planteó el Barcelona mermó al Real Madrid. Perdió terreno de una forma exasperante para Laso. Rivers, Bourousis, Llull... todos iban fallando triple tras triple en un momento muy delicado. El Barcelona había conseguido bajar las pulsaciones del juego. Eso le permitió maximizar sus aciertos y compensar sus errores, en algunos momentos de bulto, especialmente espeso Pleiss.

El Barcelona perdió ocho balones más que el Madrid, pero también capturó 14 rebotes y estuvo mucho más certero en el tiro, entre otras cosas porque movió mucho mejor el balón y lo manejó al ritmo que más le convino. A las carencias de sus aleros, respondió con los puntos de sus bases, Satoransky y Marcelinho, que complementaron a la perfección la efectividad de Tomic y Doellman. El Barcelona abrió brecha en el último cuarto (71-60) y se permitió el lujo de jugar con comodidad durante los últimos minutos, en un clásico resuelto con una contundencia inesperada.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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