Idilio del Atlético con San Mamés
Impulsados por Griezmann y un penalti inexistente, los de Simeone remontan al Athletic Los rojiblancos han ganado los tres partidos que han disputado en el nuevo estadio
Que el partido sería tenso e intenso, se sabia. Y se sabía que abundarían los forcejeos, los recados en las jugadas de choque, que las miradas se posarían en el árbitro. Y se sabía que el duelo por las alturas de Aduriz contra Godín y Giménez sería una porfía estruendosa en la que se mezclarían la fortaleza con la capacidad para botar del guipuzcoano frente a la colocación de los uruguayos.
No era difícil predecir el espíritu del partido porque se viene repitiendo año tras año desde que Simeone imprimió carácter al Atlético. Más impredecible era la blandura del conjunto entrenado por el argentino a la hora de defender a balón parado. Hubo pistas que lo anunciaron, porque Aduriz le ganó todos los balones aéreos a los centrales rojiblancos (ayer vestidos de un extraño gris perla). Pero no fue Aduriz quien les sorprendió a balón parado, sino Mikel Rico en una rendición defensiva impropia de un equipo tan trabajado en esas circunstancias. Será que no es lo mismo atacar que defender, será que les cegaron los focos, pero hasta tres futbolistas del Athletic pudieron rematar el balón medido de Susaeta, mientras Godín y compañía reculaban desorientados. Rico llegó antes y convirtió en estatua al indefenso Moyá.
Athletic, 1 - Atlético, 4
Athletic: Iraizoz; De Marcos, Gurpegui, Etxeita, Balenziaga (Ibai, m. 79); San José, Mikel Rico; Unai López (Guillermo, m, 69), Susaeta, Muniain; y Aduriz. No utilizados: Herrerín; Aketxe, Morán, Beñat y Bustinza.
Atlético: Moyá; Juanfran, Giménez, Godín, Siqueira (Lucas, m. 88); Gabi, Tiago; Saúl (Cebolla, m. 80), Arda (Gámez, m. 85), Raúl García; y Griezmann. No utilizados: Oblak; Mario Suárez, Raúl Jiménez, Gámez y Keita.
Goles: 1-0. M. 16. Mikel Rico. 1-1. M. 46. Griezmann. 1-2. M. 53. Raúl García, de penalti. 1-3. M. 73. Griezmann. 1-4. M. 81. Griezmann.
Árbitros: Hernández Hernández. Amonestó a Griezmann, Aduriz, San José, Muniain, Giménez, Arda y Gabi.
Unos 35.000 espectadores en el estadio de San Mamés.
El gol premiaba el mayor coraje del Athletic, más intenso ante un rival desvaído en el centro del campo y la defensa y desválido en ataque. El Athletic se arropó en la mitad de campo condenando a Arda, que empezó en la izquierda y acabó en la derecha, y a Griezmann, a perseguir fantasmas. El francés, actuando en el eje, se vio reducido al ingrato papel de molestar a Iraizoz en la multitud de balones que los defensas rojiblancos le cedían para su golpeo en busca de Aduriz. Ingrata tarea para un futbolista que disfruta con el balón en los pies.
Valverde tenía las cosas claras: fútbol directo hacia Aduriz y de vez en cuando búsqueda en las bandas para cazar alguna jugada de vértigo como la que dispuso Aduriz, que se empeñó en resolver con más arte que eficacia. Nada de malabares en el centro del campo, mucha contundencia, mucha disputa y a correr. No era un partido de ocasiones sino de efectividad, más corajudo que bello, en el que el Atlético, tan dispuesto al forcejeo, no se encontraba a gusto en ese duelo taquicárdico. Y sin embargo, fue a taquicardia la que devolvió al encuentro.
Siete minutos de locura tras el descanso. Antes de cumplirse el primer minuto, el Atlético sacó el tiralíneas para dibujar una jugada en la que participaron seis futbolistas al primer toque, El último fue Griezmann, que cabeceó a placer un centro precioso de Juanfran. Un remate perfecto para una jugada perfecta. La primera jugada que confeccionaban los de Simeone, pero con hilo de seda. Seis minutos después llegó el segundo, pero con hilo grueso, más con soga de ahorcado. El árbitro convirtió en penalti una acción inofensiva de San José a Tiago. El defensa frenó y el portugués chocó con su pierna. Hernández, picó y Raúl García le quitó el lazo al regalito engañando a Iraizoz.
Nació otro partido. El Atlético se quitó la pajarita que había lucido unos minutos y se enfundó el mono de trabajo para defender su tesoro. El Athletic apeló al clasicismo. No quedaba otra que asediar el área con un bombardeo de centros que iba encajonando al Atlético en su fortín sin pasar, tampoco, apreturas en defensa. Las del Athletic eran jugadas de esas que exaltan a la grada pero tranquilizan a los defensas. Aduriz ya no era el barón rampante del primer periodo como si Godín y Giménez se hubieran puesto de acuerdo a la hora de defender al delantero guipuzcoano, preso en la cárcel pequeñísima del área chica.
Todo lo contrario que Griezmann, que estuvo preso en la primera mitad y acabó desbocado campando por el área del Athletic con tres goles en el talego. En el segundo le acompañó la fortuna, cuando Gurpegui resbaló justo cuando iba a despejar el balón y dejó al francés solo ante Iraizoz. Otra galopada volvió a plantarle en el área, pero ajeno al egoísmo se la cedió a Raúl García, que no pudo rematar, y a Griezmann no le quedó más remedio que marcar.
Se sabían muchas cosas del partido, pero el fútbol tiene sus misterios. Quien empezó mandando acabó obedeciendo; quien comenzó lánguido (Griezmann) acabó desatado y goleador. El partido tuvo siete vidas, pero seis fueron del Atlético. Su idilio con el nuevo San Mamés continúa: tres jugados, tres ganados.
Griezmann, de pies a cabeza
Siete minutos le bastaron al Atlético para remontar en la segunda mitad un pésimo primer tiempo en el que apenas logró crear peligro ante Iraizoz. Abrió el marcador en San Mamés Mikel Rico, que no marcaba desde su doblete al Betis el 15 de enero en la Copa del Rey. Sin embargo, el conjunto de Valverde fue incapaz de neutralizar dos de las grandes virtudes de los colchoneros: los centros desde la derecha y los remates de cabeza. El Atlético ha marcado de cabeza más de la mitad de sus goles en esta Liga (15 de 28) y, además, desde el carril diestro ha generado la mitad de sus goles en el campeonato (14 de 28); el resto llegaron siete por la izquierda y siete por el centro.
Primero, marcó el exdonostiarra Griezmann; después, el exosasunista Raúl García, motivo para la superstición. El Atlético de Simeone nunca perdió un partido cuando marcó Raúl García: 27 victorias con la de anoche en San Mamés y tres empates. Raúl es además el jugador más efectivo de cara a puerta en la era Simeone con 16 tantos —sólo superado por Falcao y Diego Costa—. Los goles de la remontada exprés fueron el gol 200 y el 201 del equipo en los 114 partidos que ha dirigido El Cholo.
Griezmann, verdugo habitual del conjunto vizcaíno, fue el encargado de resolver el partido con dos goles más tras culminar sendos contragolpes de manual (el último en posición dudosa). El francés ya suma seis tantos al Athletic en los cinco enfrentamientos que ha disputado ante ellos desde que debutara en Primera. Su triplete le valió el honor además de ser el primer jugador visitante en el Nuevo San Mamés que se llevaba el balón del choque como premio a su puntería. La parroquia bilbaína sucumbió a ritmo de contraataque y Marsellesa.
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