Los solistas deshacen la orquesta
La alineación de Messi, Neymar y Luis Suárez condiciona el juego colectivo del Barcelona, un equipo que se articulaba a partir de sus medios
El Barça goleaba y puntuaba en la Liga hasta que llegó el clásico. Únicamente cedió un empate en Málaga y nadie podía batir a Bravo. Había coincidencia en señalar que la buena sintonía descubierta entre Neymar y Messi, autores de 9 y 7 goles, podía alcanzar para ganar el más difícil de los partidos, incluso el clásico, y más si el dúo se convertía en trío con la entrada de Luis Suárez. El uruguayo se estrenó en Chamartín y el Barcelona ha perdido los dos partidos jugados con el 9: 3-1 en Madrid y 0-1 con el Celta. La cuestión es que Luis Suárez no ha sido precisamente el peor jugador en ambas derrotas sino que protagonizó momentos destacados, sobre todo como asistente, resituado inicialmente en la banda, lejos de la demarcación natural que le ha llevado a ganar la Bota de Oro.
Los azulgrana generaron 19 ocasiones de gol contra el Celta y sus tres delanteros tiraron 14 veces a portería (seis fueron de Messi mientras Suárez y Neymar lo hicieron en cuatro), cuatro también a la madera. Un arsenal suficiente para ganar la mayoría de los encuentros, igual que venía ocurriendo hasta la fecha, no para doblegar sin embargo al buen equipo de Berizzo. El marcador no atendió por un día a la productividad rematadora por la actuación del portero gallego Sergio, por la falta de precisión de los atacantes y por la nula aportación de los suplentes y volantes (Rakitic ha marcado dos tantos, igual que Sandro, por uno de Pedro, Munir y Xavi). El juego, sin embargo, continuó siendo igual de discontinuo que en jornadas anteriores, camaleónico, racheado, poco consistente, alejado de la versión más conocida del Barça.
El equipo ha acentuado en los últimos años su tendencia a intentar resolver los partidos en las áreas, convencido de que Neymar, Messi y Luis Suárez son autosuficientes. Ocurre que la alineación del trío condiciona el despliegue y el juego, así como el estilo blaugrana. Asociar a Messi con Neymar, aproximarlos al área, parecía más sencillo que repartir ahora el frente de ataque con un tercer jugador como Luis Suárez.
El trío de atacantes disparó 14 veces a portería en la derrota frente al Celta
El Barça ha renunciado a los extremos naturales, deja que dos de sus tres atacantes ocupen las bandas sin ser especialistas, y está más pendiente de sus zagueros que de los centrocampistas, sobre todo porque no está clara la función de los interiores y dudan los laterales, tanto da que sea Alba como Alves, futbolista irregular, vulnerable contra el Celta.
Los analistas coinciden en que Luis Enrique quizá debería modificar la disposición de los jugadores si considera innegociable la alineación de Neymar, Messi y Luis Suárez. Las rotaciones generan confusión y el perfil del equipo cambia radicalmente si juegan Xavi, Busquets e Iniesta o Rakitic, Mascherano y Rafinha. La misma controversia se plantea en la defensa cuando actúan Mascherano y Mathieu o Piqué y Bartra. Una pareja asegura anticipación y contundencia mientras que la otra ofrece una salida aseada del balón. La mezcla, de momento, no se ha practicado como solución. Hay, sin embargo, un problema que se repite con independencia de la formación, y es que el equipo se parte y por tanto no puede presionar, defecto importante si escasea también el juego de posición y mengua la posesión.
Con independencia de la formación, el equipo se parte y no puede presionar
Ha perdido cohesión y estructura como conjunto y no actúa con fluidez ni elabora el fútbol. Tiene por el contrario una ilimitada capacidad para alternar distintos momentos de juego, como si fuera la reencarnación de Luis Enrique. Si el Barcelona tiene ahora mismo una personalidad es seguramente la de su entrenador, que siempre fue un jugador de ida y vuelta, agresivo con el balón, indetectable, capaz de jugar como lateral con un largo recorrido o de mediapunta, por su buena relación con el gol.
A los equipos de Luis Enrique siempre les costó arrancar, de la misma manera que normalmente acabaron en buena forma. El consejo que preside Bartomeu espera que pase lo mismo con el Barcelona. La reacción debe ser inmediata porque los blaugrana han pasado de ser líderes a ocupar el cuarto puesto de la clasificación en una sola jornada después de la victoria del Valencia en Vila-real. El sábado ya hubo una cierta inquietud en el Camp Nou. La directiva mandó retirar una pancarta que asomó en el descanso con una frase muy significativa: “La pitjor junta de la història”. Tampoco se dejó que la Penya Almogàvers exhibiera la suya a propuesta de la ACN: “Catalonia Europe's nex state”,
Hay nerviosismo y aguardan dos partidos en campo contrario: el sábado en Almería y el miércoles en Ámsterdam, contra el Ajax, una cita delicada que deberá afrontar sin Mathieu, que estará de dos a tres semanas de baja por una rotura en el sóleo de la pierna derecha. Luis Enrique volverá a cambiar la alineación por obligación: por las lesiones y por la baja forma de algunos futbolistas mientras sigue buscando un plan de juego que acabe con tanta indefinición. El riesgo es que los solistas (Neymar-Messi-Suárez) acaben con el solfeo y también con una orquesta que actúa sin director desde la regresión de Xavi. Ya no tiene sentido evitar que el rival pille el truco del Barça sino que ahora se trata de que el Barça tenga truco para volver a ganar.
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