El Valencia manda en las áreas
La fortaleza de los centrales de Nuno derrota al Villarreal en El Madrigal
El Valencia ha encontrado una mina en sus centrales, Otamendi y Mustafi, adquiridos en verano pasado tras la ventajosa venta de Mathieu por 20 millones, los dos por ese mismo dinero. Esta pareja igual manda en su área como en la contraria, anulando a los delanteros contrarios (Giovani y Uche) y silenciando El Madrigal con dos tantos del zaguero internacional alemán. El Valencia de Nuno no necesita tejer el juego ni imponerse en la medular para escalar a la cima de la tabla, empatado a puntos con el Atlético y a solo uno del Madrid. La finura de entrelíneas del Villarreal, por el contrario, se ha chocado contra su falta de contundencia en las zonas de definición, lastrado atrás por la ausencia por lesión de Mussachio y arriba por la baja forma de Gio y los años de Uche. El conjunto de Marcelino ha perdido contra todos los grandes en este primer tramo, el Barça, el Madrid, el Sevilla y el Valencia, en todos los casos ofreciendo una imagen no correspondida en el marcador. La consecuencia puede ser devastadora para la moral de los jugadores amarillos, enfrentados demasiado pronto a sus propios límites.
VILLARREAL, 1 - VALENCIA, 3
Villarreal: Asenjo; Mario, Gabriel, Dorado, Jaume Costa; Moi Gómez (Jonathan dos Santos, m. 61), Trigueros, Bruno, Cheryshev; Giovani (Vietto, m. 64) y Uche (Gerard Moreno, m. 70). No utilizados: Juan Carlos; Rukavina, Pina y Espinosa.
Valencia: Alves; Barragán, Mustafi, Otamendi, Gayà; Feghouli (Carles Gil, m. 77), Javi Fuego, Andre Gomes, Piatti; Rodrigo (De Paul, m. 86) y Alcácer (Negredo, m. 78). No utilizados: Yoel; Joao Cancelo, Vezo y Filipe Augusto.
Goles: 0-1. M. 5. Trigueros en propia puerta. 0-2. M. 63. Mustafi. 0-3. M. 72. Mustafi. 1-3. M. 87. Trigueros.
Árbitro: Pérez Montero. Amonestó a Otamendi, Mario, Rodrigo, Dorado y Gayà.
Unos 24.000 espectadores en El Madrigal.
Nuno no engaña a nadie. El técnico portugués reniega de la elaboración y del toque, más partidario de la verticalidad, facilitada este domingo por la baja de Parejo, aunque sin la precisión en las transiciones que anhela el preparador luso. Trigueros abrió y cerró el partido sin pretenderlo. Un minuto fatídico puso por delante al Valencia sin merecerlo. El mediocentro amarillo había lanzado en profundidad a Cheryshev, había acudido desde lejos al centro del interior ruso y había rematado a la grada sin oposición. Con el fallo todavía colgando en alguna parte de su cerebro, bajó a defender una contra visitante y, al tratar de cortar un centro de Feghouli, lo embocó esta vez sí a puerta, la suya. De poco sirvió su gol ya al final del encuentro en la portería correcta, en la de Diego Alves, tras el pase de Gerard Moreno.
El Villarreal, sin embargo, había superado el accidente inicial y había disputado la primera parte como la había pensando: exhibiendo la presencia de Bruno y del propio Trigueros, apoyándose en un Cheryshev poderoso en la carrera y clarividente para asistir a los delanteros, Giovani y Uche, neutralizados estos por la seriedad de Otamendi y Mustafi. Los centrales fueron los más destacados de un Valencia sin pausa en el medio del campo, roto por la baja de Parejo, desasistiendo a la pareja atacante, Rodrigo y Alcácer, inéditos toda la tarde.
La banda de música sobre el césped de El Madrigal en el descanso, ahora que el Valencia ha prohibido su presencia en Mestalla tras la llegada de Peter Lim, reivindicaba la aspiración del club groguet de ser un equipo de pueblo. El cuadro de Marcelino comenzó la segunda mitad con la misma intensidad, reflejada en un caño de Moi Gómez a Otamendi en la frontal del área. El disparo de Bruno, repelido por la cabeza de un defensa, se envenenó, exigiendo otra parada monumental de Diego Alves, decisivo ya en el primer acto a un tiro de Cheryshev.
A poco que disminuyó la presión amarilla, el Valencia soltó un par de latigazos definitivos. Al centro desde la derecha del zurdo Piatti a pie cambiado acudió al segundo palo Mustafi para cabecear a gol. Se despistó la defensa amarilla, perturbada por un empujón de Rodrigo, en fuera de juego posicional, a un zaguero local. El golpe envió a la lona a los chicos de Marcelino, cuyo lenguaje corporal anunciaba que habían arrojado la toalla. Por fin el Valencia se soltó en ataque y aprovechó la estrategia para remachar. Otra de córner, como en los tres tantos de la jornada anterior ante el Elche. Otra vez Piatti desde la esquina, la prolongación de Feghouli y la volea de nuevo de Mustafi, en un su tercer gol en dos partidos. El Valencia, sin brillo ni retórica alguna, es un hueso afilado por sus centrales.
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