Montjuïc huele a goma quemada

Catalunya huele a gasolina y Barcelona, a goma quemada. Las huellas de caucho tardarán días a desaparecer totalmente del asfalto de Montjuïc, pero probablemente lo harán antes de que los aficionados, más de 20.000 según la organización, olviden el fabuloso espectáculo que ofrecieron los mejores pilotos de rallies del momento. El RACC llevaba años tratando de convencer al Ayuntamiento de la ciudad con tal de recuperar la Montaña Mágica para las carreras. Y cuando lo consiguió, la cosa salió a pedir de boca. Todo el mundo quedó encantado. El día fue espléndido y el paraje, incomparable. No hay mejor escenario que aquel que dibujan las fuentes con el telón de fondo del Palacio, una imagen de lo más bucólica zarandeada por el estruendo de los motores y la plasticidad de las derrapadas.

La caravana que forma la 50ª edición del Rally Catalunya se puso pronto en marcha. Los participantes salieron de Port Aventura, emplazamiento del cuartel general de la prueba, a las ocho de la mañana para realizar el ‘shakedown’, esto es, las últimas comprobaciones, entes de enfilar hacia Barcelona. Ya en la ciudad, la hinchada estuvo más cerca que nunca de Sebastien Ogier, de Jari-Matti Latvala, de Dani Sordo y compañía. Todos ellos pasaron por la firma de autógrafos antes de sentarse al volante de sus ‘bestias’ y enroscar el tramo cronometrado de 1,6 kilómetros que debían recorrer dos veces.

El más rápido en la primera etapa especial fue el noruego Andreas Mikkelsen, al volante de su Volkswagen Polo, que completó los 3,2 kilómetros totales en un tiempo de 3m 39s 1d, apenas dos segundos más rápido que Ogier y 3,6 segundos más veloz que Sordo, que terminó el quinto. Mientras el corredor cántabro de Hyundai espera lucirse delante de los suyos, el francés lo tiene todo de cara para revalidar este fin de semana el título de campeón. Lo conseguirá siempre que el domingo concluya por delante de su compañero Latvala, que en Montjuïc fue el cuarto.