Francia regala un Tour a sus ‘enfants’
El recorrido de 2015, con cinco llegadas en alto, sin apenas contrarreloj y con 13 kilómetros de pavés, está diseñado a la medida para la nueva generación
Se llaman Thibaut Pinot, Romain Bardet y Warren Barguil, son jóvenes, son el futuro, los ciclistas nacidos en los 90, y estaban, risueños y comprometidos, en el palacio de Congresos de París, un París de lluvia gris y de otoño suave, un París como el París que se ama, cuando Christian Prudhomme, el jefe del Tour, anunció el recorrido del Tour de 2015, un regalo para su imaginación. Junto a ellos, como la gallina madre que ya ha disfrutado de lo que significa una victoria en la carrera que todos quieren ganar, el campeón de 2014, un siciliano llamado Vincenzo Nibali.
No estaban, y disculparon su ausencia (uno, el chico de Pinto, se operaba justo este día de un molesto bulto de grasa enquistado en una pierna; el otro, el británico, tenía reunión de equipo), los campeones de antes, los corredores como Alberto Contador y Chris Froome, quienes no pudieron llegar a París en bicicleta en julio y que, un año más tarde, un año más viejos, deberán luchar contra los jóvenes, para recuperar el terreno perdido. Contador valoró sin embargo el recorrido nada más finalizarse el acto, afirmando que es un Tour que le gusta: "Es más duro que los últimos años y me exigirá recuperar bien tras el Giro de Italia pero lo voy a preparar a tope", advirtió el corredor madrileño en declaraciones facilitadas por su equipo. Froome, por su parte, expresó sus dudas sobre su participación por medio de un comunicado en el que dice plantearse disputar Giro y Vuelta en 2015. Tampoco estaba, pues no iba a viajar desde Colombia, Nairo Quintana, el más maduro de los jóvenes, el ganador del último Giro y el segundo del Tour del 13, quien puede oficiar como líder de la generación que sube. Eusebio Unzúe, director del Movistar, cree que el nuevo diseño del Tour se adapta perfectamente a las cualidades de Quintana. "Viendo este recorrido es fácil pensar que debe estar Nairo", aseguró.
Es un Tour que me gusta. Es más duro que los últimos años pero lo voy a preparar a tope" Alberto Contador
Y detrás de las ausencias, un suspiro de melancolía. Sus opiniones, las de los que no estuvieron, llegarán a los periódicos en forma de comunicados elaborados por sus jefes de prensa, y el acto de presentación, la toma del Palacio de la Puerta Maillot por el batallón ciclista, dejará de ser lo que siempre fue, una especie de ceremonia de pesaje de los boxeadores antes de la pelea, que permitía el desafío directo, que inflamaba ya en otoño la imaginación del aficionado ansioso de la llegada del verano, tan lejos.
Para todos ellos, a todos ellos, para vosotros, jóvenes, que decía Carlos Tena, Prudhomme, les regaló una carrera que en 2015 más parece una Vuelta que un Tour: repechos multiplicados la primera semana (Muro de Huy, y Muro de Bretaña); inmersión en la montaña, Pirineos, Cevenas, Alpes, la segunda y la tercera. ¿Y la contrarreloj, y la especialidad que históricamente, desde Bobet y Anquetil e Hinault e Indurain y Armstrong, separaba el grano de la paja en el Tour, y la contrarreloj qué? La contrarreloj en 2015 será la sombra de un soplo. Los jóvenes Pinot, Bardet, Barguil, los que 30 años después del último triunfo francés, del quinto Tour de Hinault, tienen la obligación de devolver la corona a Francia, no aman la contrarreloj llana. Por eso, solo tendrán que sufrirla poco menos de 14 kilómetros el primer día, el sábado 4 de julio en Utrecht, en Holanda, junto a la casa Schröder y los colores y las formas de geometría pura de Rietveld; y ocho días más tarde, el domingo 13 de julio en un rincón de Bretaña llamado Plumelec, no lejos de donde debía de estar la aldea ideal de los irreductibles galos, le añadirán 28 kilómetros más, pero en forma de contrarreloj por equipos. El resto, salvo los 13,3 kilómetros de pavés en la cuarta etapa entre Seraing y Cambrai (la misma distancia que en el Tour 2014), son montañas.
"Será una primera semana de pasar miedo hasta llegar a la montaña", dijo Pinot tras el acto.“Será un Tour para escaladores agresivos, para ciclistas que no tengan miedo a atacar”, matizó Thierry Gouvenou, el exciclista que sustituye al jubilado Jean François Pescheux como ‘segundo’ del Tour. Será un Tour para Contador, podría leerse entre líneas, si no fuera porque el español, el ganador de la última Vuelta, llegará al Tour castigado por una campaña italiana en mayo en la que intentará ganar oficialmente su segundo Giro. Será un Tour para los franceses, para sus jóvenes, podría entenderse si se pudieran leer los deseos en las miradas, para los que el Tour pasado rozaron el podio impotentes ante Nibali. Y para Quintana, que volverá tras un año de ausencia.
Será un Tour de búsqueda de espectáculo y audiencia más allá de los paisajes, y de recuerdos casi arqueológicos, pues es tan larga su historia que en todos los lugares por los que pise, en todos sus campos de batalla, se podrá recordar un antiguo hecho de armas, una hazaña, una derrota.
Después de atravesar como el rayo Holanda y sus vientos (y recordar que en 1954 el Tour partió por primera vez desde fuera de sus fronteras, desde Ámsterdam justamente), Bélgica, Normandía y Bretaña y tras conocer en modo Tour el muro de Huy tan duro de la Flecha Valona y regresar al Muro de Bretaña en el que el retirado Cadel Evans empezó a ganar el Tour del 11, habrá cinco llegadas en alto entre Pirineos, Cevenas y Alpes. Arette-La Pierre Saint Martin, en la frontera navarra sobre las migas de la venta de Juan Pito en Belagua y tras el terrible Soudet, y el habitual Plateau de Beille, tan querido a Contador, serían los duros finales pirenaicos, a los que habría que añadir la cuesta que conduce a Cauterets, el pueblo que descubrió para todos los españoles Jesús Loroño en 1953 (y que descubrió al mundo al vasco Loroño, rey de la montaña 20 años después de Vicente Trueba).
Habrá cinco llegadas en alto, siete etapas de montañas entre Pirineos, Cevenas y Alpes
Después de pasar por la así bautizada subida Jalabert al aeródromo de Mende donde Purito se convirtió en enemigo intratable de Contador en 2010, los Alpes esperan con un viaje nostálgico 40 años después: después de descender el gigante Allos, donde Eddy Merckx lanzó su ataque para conquistar el que debería ser su sexto Tour y el coche del Bianchi de Gimondi guiado por Giancarlo Ferretti se fue a un barranco, los corredores acabarán en la cima de Pra-Loup, la estación de esquí de Alta Provenza, la ascensión en la que Merckx sufrió el mayor desfallecimiento de su vida en el Tour para provecho de Bernard Thévenet, quien ganó su primer Tour allí en el 75.
Después de pasar por el Glandon dos veces, y por La Toussuire en la que Floyd Landis fue capaz de aumentar su nivel de testosterona con los chupitos de Jack Daniel’s que trasegó para matar la depresión de su desfallecimiento, el sábado 25 de julio, la víspera de la llegada a París, el Tour viviría su día más turístico-comercial con la llegada a Alpe d’Huez, los fuegos artificiales que acompañarán al ganador, atronadores, hasta su paseo por los Campos Elíseos el domingo 26 de julio.
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