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EL MALECÓN
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

A los porteros les vuelven más locos

José Sámano
Navas, en su debut con el Madrid, ante el Elche.
Navas, en su debut con el Madrid, ante el Elche.Alejandro Ruesga

Se atribuye a Vladimir Nabokov, guardameta chiflado en sus tiempos en la Universidad de Cambridge, una singular definición del puesto que también ocupó Albert Camus para conocer la vida: “El trabajo de portero es como el de un mártir, un saco de arena o un penitente”. Al escritor ruso no le faltaba razón. Los porteros siempre fueron a su bola, con gorra, guantes, toalla, cantimplora y de luto por lo general, para no dar pistas chillonas al delantero. Nabokov, como tantos colegas bajo palos, se veía a sí mismo como un solo: “Un fabuloso ser exótico disfrazado de futbolista inglés, que componía versos en una lengua que nadie entendía sobre un país remoto que no conocía nadie”.

Etiquetados siempre por locos —lo mismo hacían el escorpión de Higuita que camuflaban una bengala como Rojas, que se recortaban las mangas en partidos siberianos—, los porteros de hoy puede que acaben más majaretas. Les han despojado del virus de la eternidad y ahora, para bien o para mal, les puede lo instantáneo. La tradición era que un guardameta con raíces fuera un referente único: Zamora, Yashin, Ramallets, Iribar, Zoff, Shilton... El buen portero era para toda una vida y los reservas se graduaban como aguadores, sin más.

Les hacen rotar, les quitan el 1, viven parada a parada y ahora quieren que sean lo que nunca fueron, uno más

Con el mando a distancia, desde su diván, los guardametas lamentaron cómo el reglamento les ponía una chincheta tras otra. Una vez más se sintieron parias. Que si las cesiones, que si el tiempo de saque, que si balones ligeros que les hacen guasa cuando vuelan... Hasta marcan con spray la línea del paredón a sus verdugos. Faltaban los entrenadores, a los que también les dio por intervenir y han ido poniéndose ñoños con los asuntos de la portería. A algunos se les discutió hasta la jerarquía del brazalete porque vivían lejos de los árbitros, a los que conviene dar la lata con la autoridad del capitán. Unos querían porteros altos, aunque se las colaran por los codos; otros hicieron prevalecer los pies por encima de las manos; y muchos comenzaron a conceder la pedrea de las Copas a los suplentes. ¿Quién es el general, quién es el furriel?

Unos van y vienen en la Liga, en casa o fuera, según se dé. También se reparten turnos hasta en la Copa de Europa y las selecciones tampoco son ajenas. Aquí el caso es más singular, porque el debate de hoy se diluye según su estado de forma hasta llegar a la siguiente cita meses después. Para la mayoría de ellos la gloria o la condena es más efímera que para nadie. A los delanteros incluso se les redime en las malas rachas. El latiguillo es “ya entrará”, pero está en desuso el “ya las volverá a parar”. Todo es tan fugaz que, salvo Neuer, los héroes de hace apenas cuatro meses en el Mundial de Brasil están a la sombra, como muy bien apuntaba estos días el periodista Filippo Ricci en La Gazzetta. El mexicano Ochoa, recién fichado hasta 2017, ni asoma en Málaga, donde le tapa Kameni a sus 30 años; en el Arsenal no hay pistas del colombiano Ospina, que patinó en la Copa de la Liga y su único consuelo ha sido media horita en Champions; en Génova anda en las mazmorras del Sampdoria el argentino Romero, al que frena Viviano, que no encontró acomodo en seis equipos del calcio; el brasileño Julio César no se asienta en el Benfica; y Keylor Navas...

El costarricense, recambio de Diego López, que fue el recambio de Adán, parece no estar lejos de ser el penúltimo recambio de Casillas, el más recambiado de los recambiados. A Keylor le vendrá bien su elección como finalista del premio al mejor guardameta de la última Liga. Pero que no olvide que, además de Courtois, su rival es Willy Caballero, sin Mundial y a rebufo de Hart en el City. De la confusión no escapa el Barça, que enseñó para mal a Ter Stegen en París, como el Atlético a Oblak en Atenas. Los tres primeros de la Liga han fichado a cinco porteros y ninguno se aclara.

Y a todo esto, ¿quién recuerda a Tim Krul? El holandés que se sacó Van Gaal del bombín para afrontar un penalti, es el más titular de todos, en el Newcastle. Los porteros penden como nadie de un santiamén. Les han mareado tanto que ya parecen los más cuerdos en este fútbol de locos. Les han quitado hasta el 1 y quieren que sean lo que nunca fueron: uno más.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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