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EL MALECÓN
Columna
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El cartero Messi

El pibe ha resucitado, intentan sostener desde el Camp Nou en cuanto Leo casi parece Leo

José Sámano
Messi celebra con Rakitic su gol al Granada tras asistencia del argentino.
Messi celebra con Rakitic su gol al Granada tras asistencia del argentino. a. garcía (EFE)

La jugada se produjo en el minuto 82, tiempo intrascendente para el Barça, que ya ganaba 5-0 al Granada. Momento para el sosiego tras una semana con tres partidos de Liga y el exigente París Saint Germain a la vista. Entonces, el genio tiró de genio y en un arrebato inesperado acosó al colombiano Murillo, que, aterrado ante un Messi con el pico y la pala, se hizo un nudo con la pelota. La Pulga, aquel que no hace tanto corría a gatas, con desgana y pies paseantes, enfiló la portería adversaria y selló su gol 401 como azulgrana y albiceleste. Lo que no era más que una bagatela, un gol irrelevante, resultó de lo más significativo. Cuando alguien como el argentino suda como una regadera, nadie se atreve a pararse a su alrededor, quedaría en evidencia. ¡Y cuidado con un vistazo inquietante del ídolo!

El que ha regresado del limbo de la última temporada y media es otro Messi

Messi ha resucitado, intentan sostener desde el Camp Nou en cuanto Leo casi parece Leo. Pero el que ha regresado del limbo de la última temporada y media es otro Messi. Ha recuperado la sonrisa y ahora juega para el colectivo: del todos para Messi al Messi para todos. Hay algo en este Messi que evoca a Laudrup, con mucho menos gol, pero que primero hizo carrera como regateador y velocista y luego otro carrerón como tira pases de lujo, como delineante exquisito, con el pie en dirección opuesta a la mirada para citar con el gol a los suyos.

Si antes se enfadaba cuando Tello o cualquier otro no le pasaba el balón, hoy le mosquea que el compañero de turno no cierre con éxito su asistencia. Porque Leo ha cambiado de oficio: de anotador puro a primer asistente. El pibe se ha vuelto un cartero y se le ve feliz en su nuevo papel. Lleva ocho pases de gol y si antes todos corrían a abrazarle cuando daba en la diana ahora lo hacen agradecidos por el servicio, con Neymar a la cabeza. A la espera de Luis Suárez, Messi lo mismo brinda con una estrella como el brasileño que con novatos como Sandro o Munir, que han aprendido rápido a interpretarle. Ya no vale como hacerle llegar la pelota en las mejores condiciones posibles; ahora se trata de habilitar el espacio para que él ejecute el pase.

Al Messi que no llegó a sincronizar con Ibrahimovic o Villa le ha dado por socializar la gloria, lo que aumenta su celebridad y le hace ser un futbolista aún más completo. A los adversarios ya no les basta con detener su carrera, hoy deben cerrarle las líneas de pase y no descuidar los desmarques de sus compañeros, demasiadas tareas. Messi ya no solo agobia por lo que puede conseguir por su cuenta, sino por lo que es capaz de hacer para otros. Para ello no les queda más remedio que atrincherarse y bloquear el campo a lo ancho, como bien hicieron el Apoel y el Málaga, que solo concedieron aire a los laterales.

Entrega como el mejor mensajero sin olvidarse del gol

Con Messi de base, el Barça ha hecho un excelente arranque de Liga, con un 17-0 en seis partidos. El cero es lo más significativo y Claudio Bravo está a 20 minutos del récord de imbatibilidad barcelonista, en posesión del portero vasco Artola desde 1977. No hay equipo al que rematen menos que al Barça (39), ni un portero con menos tajo entre los 20 equipos de la Liga: Bravo solo ha tenido que intervenir ocho veces. Justo cuando se advertía un boquete tras la marcha de Víctor Valdés, la jubilación de Puyol y la baja forma de Alves y Piqué, el equipo ha encontrado una cerradura infranqueable. Y ni siquiera lo ha logrado con el portero que en principio iba a ser titular —el puesto de partida era para Ter Stegen— y con una línea defensiva fija. El Barça ya ha utilizado cinco laterales (Douglas, Alves, Montoya, Adriano y Jordi Alba) y cuatro centrales (Piqué, Mascherano, Mathieu y Bartra). Luis Enrique baila en la defensa porque bien sabe que no hay mejor protección para su equipo que tertuliar con el balón y tener apetito para recuperarlo. Messi, este Messi, encarna ambos atributos: birla, como le hizo a Murillo, y entrega como el mejor mensajero sin olvidarse del gol, lo que ya se sabía que estaba en su naturaleza. De ir al trote a dar dos pasos al frente. Esa es la mejor noticia para el Barça, haber recuperado a dos Messis sin perder su esencia.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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