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Messi y La Masia avalan al Barça

Sandro, un delantero del filial, corona la buena actuación azulgrana, liderada por el argentino, frente al Villarreal, que se batió estupendamente y tuvo también sus ocasiones

Ramon Besa
Neymar cae, en un ataque del Barça.
Neymar cae, en un ataque del Barça.JOSEP LAGO (AFP)

Aunque se suceden los pleitos en el club, por no hablar de las muchas calamidades, hay dos constantes que se mantienen en el equipo del Barcelona, decisivas para calibrar a los distintos entrenadores y saber de la suerte de la institución: La Masia y Leo Messi. El Barça depende sobre todo del desequilibrio del 10 y del rendimiento de los jugadores del fútbol base, a veces representados por Munir y ayer remitidos al canario Sandro Ramírez, titulares y suplentes activados por Luis Enrique, un técnico atrevido y nada contemplativo, dispuesto a intervenir como en su día Cruyff o Guardiola.

Ha reaparecido Messi, o al menos una versión aproximada a la del mejor futbolista del mundo, y no paran de marcar goles los niños del filial, como si se hubieran contagiado del efecto Munir, muy presente en la temporada, en el Gamper y también en el inicio de la Liga. Dongou resolvió el sábado en el Miniestadi y Sandro marcó las diferencias ayer en Vila-real, después de una jugada estupenda del 10. Un gol, una jugada, un detalle, para decidir un partido interesante, divertido, finalmente favorable al equipo que más expuso e invirtió como fue el Barcelona.

Messi progresa individualmente y avanza colectivamente el Barça, un plantel serio, alegre y con nervio, nada conformista, ambicioso, en un partido que se presentaba como muy oportuno para medir el optimismo causado por la llegada de Luis Enrique al Camp Nou. No hay dudas sobre las intenciones del entrenador asturiano, dispuesto a montar sin reservas un nuevo Barcelona. Mientras, sin embargo, no hay tiempo para las concesiones, necesitado el equipo de los jóvenes y de los veteranos, ya sean titulares o suplentes, como quedó expresado en Villarreal.

Xavi y Neymar quedaron relegados de la alineación en favor de Munir y Pedro, decisión que sirvió para reforzar la autoridad de Luis Enrique. La victoria, en cambio, se alcanzó con el capitán y el brasileño ya en el campo, por más que el gol lo firmara Sandro cuando más abierta estaba la contienda, muy bien enfrentada por el Villareal, que contó tres palos, un botín suficiente para reclamar también el triunfo. La fortuna giró a favor del Barcelona, que también remató dos veces la madera, tuvo más la pelota y estuvo igual de firme que en su debut en la Liga.

El Barça jugó ayer en El Madrigal como el domingo pasado en el Camp Nou. No repara Luis Enrique en el factor campo sino que aspira a que su equipo sea protagonista en su estadio y en cancha contraria, en cualquier partido y torneo. La diferencia fue que el Villareal no es el Elche. Aunque la propuesta azulgrana fue irreprochable desde el punto de vista de la organización y la combatividad, le faltó finura para desequilibrar a un rival muy bien trabajado, organizado y difícil de atacar, genuino representante de la clase media, como acostumbran a ser por otra parte los equipos que entrena el asturiano Marcelino.

La mejores ocasiones visitantes se presentaron tras recuperar la pelota

Las mejores ocasiones del Barça se presentaron después de una recuperación de la pelota, a partir de una buena presión, cuando los ataques eran cortos, sin apenas posibilidad de réplica por parte del Villarreal, tan exigido defensivamente que apenas pudo activar a un correcaminos como Giovani. La intensidad azulgrana provocó que el encuentro se jugara en cancha del Villareal. Al buen control de partido y buen sentido del juego colectivo, expresado en los movimientos de Rafinha y los desmarques de Pedro, le faltaba profundidad, lucidez y desequilibrio, para rematar ante Asenjo. Apenas se contaban remates en el marco del Villareal.

Hubo un posible penalti a Pedro y un tiro al palo de Messi, excelente como organizador, presente en la punta de ataque, faro del ataque del Barcelona. A la perseverante ofensiva azulgrana le faltaba, sin embargo, profundidad y por tanto remate. A pesar de que nadie especulaba y de que el cuero iba más rápido que lento, no había lucidez para elaborar, la mecánica no funcionaba en los ataques largos, ni tampoco se daban ocasiones para trazar el último pase, definitivo para descerrajar al Villareal.

La pelota acababa reiteradamente a pies de Dani Alves, muy pitado desde que el año pasado decidió comerse el plátano que le tiraron, falto de precisión y finura en el centro. Así que el Villarreal se defendía con tanta atención como comodidad y se soltaba en ataque solo cuando adivinaba situaciones de superioridad, que fueron pocas porque el Barça ha aprendido a defender mejor las transiciones, sobre todo por la velocidad de Mathieu, un futbolista que anticipa y cierra, a veces bien y en ocasiones mal, como en el remate al poste derecho de Bravo.

Estéril cuando jugó de manera académica, el Barcelona se entregó después al intercambio de golpes, decidido a que ganara uno de los dos equipos, ya con Neymar, que no dejó de firmar autógrafos mientras calentaba, una actitud que provocó el asombro de los hinchas presentes en El Madrigal. El brasileño agitó el encuentro y le dio aire a su equipo, que pudo ampliar su frente de ataque. Las opciones de gol se sucedieron en las dos áreas hasta que apareció de nuevo Messi. El 10 presionó con Alves la salida de la pelota del Villarreal y después, una vez conseguida, la coló sobre la salida de Asenjo para que la rematara Sandro, un delantero que se mueve muy bien, capaz de abrir el campo y también de rematar, siempre bien perfilado, con más recursos que Dongou, ahora ariete del Barça B de Eusebio.

Xavi y Neymar quedaron relegados de la alineación en favor de Munir y Pedro

El remate de Sandro después del gesto mayúsculo de Messi acabó con la previsibilidad y poca sorpresa del Barcelona. No hay jugador que se resista al influjo del argentino, incluso Rakitic, que ayer prefirió pasar el cuero al 10 cada vez que la acción demandaba un tiro del croata, una suerte que el entrenador le pide reiteradamente al volante fichado del Sevilla. Quedaba escrito que el encuentro pasaba necesariamente por los pies de Messi y Messi habilitó a Sandro, 19 años cumplidos, para rubricar el triunfo del Barça. Nada nuevo en un equipo que ha recuperado sus señas de identidad con Luis Enrique. El éxito o el fracaso depende sobre todo de que se active el 10: si corre Messi corren todos, y entonces la victoria es más probable, también en campos difíciles como El Madrigal.

Piqué: “La cadera es peligrosa”

Javier Pérez

Gerard Piqué no entró el pasado viernes en la lista de jugadores convocados por Vicente del Bosque para los partidos contra Francia y Macedonia pero el sábado Luis Enrique le citó para jugar ayer en Vila-real. El seleccionador alegó que el futbolista arrastra molestias en la cadera y dijo que había hablado telefónicamente con el central. Se esforzó en dar explicaciones consciente de que Piqué vive bajo sospecha. Al día siguiente, Luis Enrique declaró: “Está perfecto”. El barcelonés jugó ayer los primeros 90 minutos en El Madrigal, porque contra el Elche cumplió sanción de la pasada temporada. Al término del partido, Piqué dio sus explicaciones: “Agradezco a Luis Enrique que me vea al cien por cien, para eso trabajo cada dia, para estar máximo”, dijo antes de desvelar su conversación con Del Bosque: “Le pedí personalmente que no me llamara porque todavía tengo alguna molestia. Llevo muchos meses así y la cadera es peligrosa, pueden quedar secuelas para siempre así que prefiero limpiar. Le agradezco al mister su decisión”. Piqué padeció una fisura en la cadera derecha el 1 de abril, jugando partido de la Champions contra el Atlético.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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