Rabat reina en el caos
El español acelera en una final de locos para imponerse ante su compañero Kallio, máximo rival Viñales completa el podio tras ofrecer un muestrario de adelantamientos sin fin
Desgarbado como es, víctima de una honestidad brutal, Tito Rabat, se confesó al bajarse del podio en Brno, dos semanas atrás. “Llevaba tres carreras, desde Assen (fue octavo), en que todo era un desastre. Cometía errores en carrera, en la configuración de la moto. Tenía que dar un paso más como piloto, centrarme en mis cositas y dejar que los demás hagan las suyas”, confesó. Era una cuestión de falta de confianza. Se descubrió a sí mismo mirando los datos de la telemetría, en frente del ordenador, cuando nunca lo había hecho ni entendía nada de todos aquellos gráficos. Lo hacía, sólo, porque era lo que veía hacer a su compañero de equipo, Mika Kallio, ese finlandés de hielo que no paraba de recortarle puntos en la clasificación general. “Yo pensaba: qué hace este tío. Y empecé a hacer lo mismo, a fijarme hasta en las gomas, cuando tampoco lo había hecho jamás. Al final, me di cuenta de que me estaba volviendo loco”, confesó.
Fue consciente de todo aquello en Indianápolis. Y dio un paso adelante. Fue cuarto. Y lo mismo en Alemania. Ganó en Brno. Y ha vuelto a hacerlo este domingo en Silverstone. No necesita ser otro para ser mejor. Rabat ha entendido que debe ganar con lo que tiene, jugar como siempre lo ha hecho, despreocupado. Y así llegó a las últimas vueltas de este gran premio de Gran Bretaña, aparentemente lejos, muy lejos (a 1,9 segundos), de Kallio, a quien no había manera de dar caza desde que arrancara la prueba. Pero lo logró. Quién sabe cómo lo hizo. Imprimió un cambio de ritmo bestial a la carrera a falta de cinco giros, cuando logró rodar un segundo más rápido que en la vuelta anterior. Repitió al siguiente giro. Y a falta de tres todavía apretó un par de décimas más para terminar colocándose a solo dos décimas de su colega cuando apenas quedaban dos vueltas para el final. Todo un logro.
Rabat adelantó a Kallio en las eses que siguen a la antigua recta de meta del trazado inglés, antes de tomar la tercera recta del circuito más largo del calendario y defender su posición en aquella tremenda frenada de la curva número 16. Le acechaban Kallio y también Viñales, agresivo y peleón como nunca, decidido a imponer su mayor velocidad en la pista de cualquier manera, protagonista de la prueba por como atacó desde la octava posición, por como se recompuso a pesar del toque con Aegerter en la salida, por su decisión al cambiar de ritmo para impedir una escapada de Kallio, por el muestrario de adelantamientos exhibido ante rivales de todos los colores. Pero la exhibición comportó la asunción de una serie de riesgos –salidas de pista, pasadas de frenada– y el chaval, de 19 años, tuvo que conformarse con subirse al tercer escalón del podio.
En el primero, contentísimo, el Rabat de siempre pero con toda la confianza que le faltó carreras atrás. Consciente, además, de que al no ser el más rápido en la pista debía jugar sus cartas de la mejor manera: resistir en las primeras vueltas, acercarse pasado el ecuador de la prueba, seguir una buena rueda e impedir que se escapara –¡menuda guerra le dio a Viñales!–, atacar en el momento justo y, si era necesario, pilotar de aquella manera, alterando la trazada más lógica, para que nadie osara meterle la rueda en alguna de las últimas frenadas. En el segundo, un poco más lejos, un poco más serio, Kallio, insaciable perseguidor.
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