Me despido de mi familia hasta el 15
Dieciséis días y un doble deseo indisimulado: pasarlo bien y ver a los de rojo en lo alto del cajón
Día 1. Vamos allá
30/08/14. 10.30 a.m.
Antes de comenzar, pasemos revista. ¿Horas de descanso? Bien, siete. ¿Desayuno? Completado, aunque me he dado cuenta de que no tenía mermelada, cosas de las neveras post-vacacionales ¿Carga calórica? Suficiente. ¿Otras necesidades fisiológicas habituales post-café? Completadas. ¿Lectura de diarios? Completada. ¿Ambiente sonoro? Paloma Faith y su New York, New York, con un fondo sonoro de “vecino que un sábado por la mañana, bien prontito, se pone a pasar el cortacésped”. Estado anímico: Expectante.
Vamos allá.
Hoy echa a andar el Mundial. Sí, ese campeonato que llevábamos esperando desde el 23 de mayo de 2009, fecha en la que Arvydas Sabonis y Sasha Djordjevic dijeron el nombre de España para enorme cabreo de Dino Meneghin y la delegación italiana, aspirantes junto a los chinos para organizar este evento. Me alegré mucho, no sólo porque nos lo dieran a nosotros, sino porque qué queréis que os diga, a mí ganar a algo a Meneghin me sigue poniendo. Digo yo que será porque no he olvidado que el gran Dino fue el primer jugador que me atizó sin venir a cuento. Fue en un partido frente al Simac de Milan. Estaba yo cortando por la zona sin otra intención que irme a una esquina. Al pasar por al lado de Meneghin, me soltó un mandoble tipo “esta es mi casa y no serás nunca bien recibido” que me dejó desconcertado. Si le hubiese ido a bloquear, si hubiese tenido el balón para poder lograr una canasta, vale, pero simplemente por atravesar sus dominios….. En fin, así era Dino.
Han pasado cinco años en los que todos nos hemos hecho un poco más mayores, me ha salido alguna que otra cana y en cambio, la selección española se ha mantenido en la cumbre, en un caso excepcional de longevidad en el éxito. Ese mismo año, 2009, se logró por fin el ansiado título europeo. Dos años después se revalidó y en 2012 les pusimos a las superestrellas norteamericanas de la NBA sus atributos de corbata. Hoy comienza un camino que esperamos concluya con una nueva llegada a la cima.
Este rincón que abre sus puertas coincidiendo con el inicio del torneo quiere ser algo así como un diario de campaña donde además de la competición en sí, prestaremos atención a otras historias, que no sólo de juego vive un campeonato. De entrada, me ha tranquilizado mucho saber que antes de que nadie meta una canasta, ya tenemos el pintxo oficial del Mundial. No tiene desperdicio lo dicho por el gran Martín Berasategui, creador del pintxo. “Se trata de un Royal de gamba roja con espuma de hinojo, que representa la fusión de sabores de la cocina española y la riqueza de los productos nacionales, como nuestro marisco, apreciado en todo el mundo”. A mí en principio la gamba roja me empalaga un poco, pero quién soy yo para poner en duda al maestro.
Tenemos pintxo y tenemos huelga, la de los hosteleros granadinos, que mira qué casualidad, coincide con el Mundial. Ya en la pasada Copa del Rey de Málaga ocurrió otro tanto con los taxistas, lo que tampoco debe extrañar, pues la caja de resonancia en grandes torneos los hace muy apetecible para la reivindicación. ¿El seguimiento? Pues como siempre, el 99% según los sindicatos, el 1% según la patronal.
Ya adelanto que, además de con España, en este Mundial mis preferencias, ausente Letonia (soy muy de Letonia desde el Europeo 2007 cuando en la fase de grupos en Sevilla pude disfrutar del calor de su maravillosa afición, mayoritariamente femenina y con una media de altura alrededor del 1,80) se decantan claramente por Finlandia. He tenido la suerte de viajar hasta allí un par de veces y es un país totalmente recomendable, salvo que necesites el sol para vivir o tu primer objetivo sea ponerte moreno. Naturaleza bestial y buena gastronomía, con esos guisos de venado que reviven a un muerto, o el kalakukko (observe el lector que el finlandes es como el vasco) una de sus comidas típicas que consiste en un pastel relleno de pescado y cerdo, horneado con una capa de harina de centeno y que después de ingestarlo tienes energía para irte hasta el polo norte en manga corta. Findlandia es el país de Nokia, de los Angry Birds, de un buen vodka y de la sauna. Con esto ya es suficiente, pero es que además, el desembarco de 7.000 compatriotas de Raikkonen me tiene subyugado. Tan altos, tan rubios, tan bronceados como Iniesta….. No les voy a quitar ojo de encima.
Tampoco a los estadounidenses, que se han abrazado al Cholismo, ya sabéis, “no me habléis de España que vamos a ir partido a partido”. Vienen muy humildes, pero no cuela. Y por supuesto a los caribeños, que tienen la obligación de cumplir con su historia y dar espectáculo con su juego alegre y encantadoramente anárquico. En fin, que cualquiera que haga un poco de ruido, le atenderemos por aquí.
Me despido que me voy a preparar un pequeño aperitivo para ver a las 12.30 el Ucrania-Republica Dominicana. Sí, ya se que el Croacia-Filipinas tira mucho, y que si fuese Maldini me decantaría por el Angola-Korea, pero en recuerdo de Chicho Sibilio, mi primer partido será ese. Además, espero mucho de los dominicanos como posibles animadores. Luego por la tarde, a las 18h. el primer partido grande, Francia-Brasil, donde podremos comprobar el estado de dos de nuestros principales rivales. Y a las 22.00, estreno de España ante Irán. Ahora que lo pienso y como lo de los tres partidos diarios va a ser la tónica habitual, quizás debería despedirme de mi familia hasta el día 15.
Comienza el Mundial, nuestro Mundial. Dieciséis días y un doble deseo indisimulado: pasarlo bien y ver a los de rojo en lo alto del cajón.
Mañana nos encontramos.
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