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fútbol | real madrid
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Alonso se anticipa a Raúl y Casillas

José Sámano
Xabi Alonso, en su comparecencia de despedida.
Xabi Alonso, en su comparecencia de despedida.ANDREA COMAS (REUTERS)

El fútbol también echa sus pelillos a la mar. Ahí está Cesc, en brazos de Mourinho, del que se llevó algún que otro puntapié en la tormenta de clásicos. Y Xabi Alonso, demonizado por el barcelonismo tras aquellas grescas y ahora de romance en Múnich con Guardiola. Cosas del fútbol, donde se rasgan las camisetas con la misma facilidad que brotan repentinos flechazos. Señal de que nada debe tomarse muy en serio porque impera lo provisional, y Pep siempre pensó que Alonso es un medio centro idóneo, a su modo, de los que juegan con panorámica y sin acompañante. Pep ve en Alonso un Guardiola mozo y un Busquets, lo demás son zarandajas. Los amores van y vienen, y Alonso, que se conoce como pocos el tinglado, sabe que en el Real Madrid de estos tiempos conviene despedirse uno mismo y antes de tiempo. Y Alonso no habrá pasado por alto el recuerdo de Del Bosque, Raúl o Hierro, que se tuvieron que ir por la gatera tras tocar el cielo; o el presente del propio Iker Casillas, un símbolo puesto en la diana. Xabi es de los que se las huelen todas, más en un club donde tanto se pregona el agarro sentimental como se inocula el desgarro. Cumplida la misión no hay más nombre propio que invocar el del Real Madrid por boca del presidente.

Olvidadas las viejas rencillas de los clásicos más ácidos que se pueden rebobinar, de alguna manera, indirectamente, la salida de Alonso del Madrid tiene mucho que ver con la marcha de Mourinho un año antes. Sin el técnico portugués, que tenía todos los poderes imaginables, las altas y bajas ya solo son asunto del presidente, Florentino Pérez, que gobierna la caja por obligación y la secretaría técnica por devoción. Se ve con ojo de mánager y el entrenador de turno (Mou fue un paréntesis) se debe tanto al dirigente Pérez como al fichador Florentino. Circunstancia, conviene subrayarlo rápido, con la que el Real Madrid conquistó la Novena y la Décima, así que no se puede desdeñar, por ilógica que parezca.

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A Florentino siempre le gustó Khedira, un año atrás apostó por Illarramendi en su aperturismo español y este verano mundialista le sedujo Kroos. Entre medias renovó a Xabi Alonso el pasado mes de enero y el club batalló y se dejó los huesos en los comités europeos para que el tolosarra pudiera disputar la final de la Champions y recientemente la Supercopa de Europa. Síntoma de la extraordinaria relevancia de un jugador capital. Indiscutible para Pellegrini, Mou y Ancelotti, se supone que determinante para el presidente que le renovó con 32 años y no tan palmario para el Florentino que le ha ido fichando relevo tras relevo. No es que el dirigente deseara la salida de Alonso, pero sí que las decisiones del club la han podido precipitar. ¿Cómo explicar si no que haya influido más la motivación exterior del Bayern que la interior del propio Madrid? El mando del Madrid da por amortizado al muy visto Alonso y se ahorra unos 20 millones de ficha, una tercera parte de la increíble diferencia entre James (80) y Kroos (¡20!), que son la modernidad. Eso dicen… hasta el próximo verano.

La lógica de Ancelotti ha vuelto a quedar sometida por el vaivén institucional. Nadie como el italiano para valorar a Xabi, en el que se ve reflejado en sus tiempos de futbolista. El técnico contaba con él como pieza clave en el eje, tanto por su indiscutible calidad como por su renuncia a la selección, lo que le permitiría cuidar mejor su magullada carrocería y dar respiro a los que se mantienen como internacionales. De titular frecuente y titularísimo en las ocasiones de gala, el entrenador veía al guipuzcoano al mando, con Kroos y Modric de volantes una vez que dio por perdido a Di María, la pieza con la que el pasado curso logró el engrase definitivo del medio campo. Al saber que el Fideo se sentía desairado, el Madrid se deslumbró con la actuación de James en Brasil, pero el colombiano nada tiene que ver con el argentino, sus perfiles futbolísticos son opuestos: Di María cubre un latifundio, James, que apunta muy alto, frota la lámpara en distancias cortas. Con Kroos, más cuajado, y el colombiano en la obligada titularidad, sumados a CR, Bale y Benzema, a Ancelotti solo le resta lugar para otro centrocampista natural.

Alonso, Alves y Cesc, en cuartos de la Copa del Rey 2012.
Alonso, Alves y Cesc, en cuartos de la Copa del Rey 2012.Reuters

Quizá ese condicionante táctico fuera el motivo principal para la decisión de Alonso, como él sostuvo ayer, pero ha tenido su peso. Para Xabi hubiera sido otro gran reto, algo que jamás le ha asustado en su fabulosa trayectoria, en una carrera en la que tomó el mando de la Real cuando era un juvenil, se atrevió a tirar de galones en el Liverpool cuando en la Premier los extranjeros aún se miraban con desconfianza, no tembló al llegar a todo un Real Madrid y se abrió paso con Luis Aragonés en aquella España en la que irrumpió como secundario. Alonso explicó ayer que tras la Décima sintió que llegaba un nuevo ciclo, pero no aclaró por qué no se puso en el mercado hasta recibir una llamada de Guardiola hace solo unos días, a punto de cerrarse el bazar. Cabe interpretar que entre el desafío de pelear por mantenerse donde ya hizo cumbre en Lisboa y el órdago personal por encajar en otro gigante como el Bayern le haya hecho decantarse. No sería la primera vez que en este Madrid el éxito pasa factura en los despachos, porque el triunfo se interpreta como un éxito de la cúpula, lo que refuerza la idea de que en el campo nadie es imprescindible.

Lo ha percibido Alonso, un grande al que le van las aventuras mayúsculas. Cinco años se concedió en Anfield y otros cinco en Chamartín. Le toca el Bayern y la posibilidad de retirarse con una Copa de Europa ganada en tres de los cuatro clubes con más títulos (el otro es el Milan). En su cruce de caminos le toca medirse con Kroos desde la distancia y atreverse con otro curioso pulso: el medio campo más español del campeón alemán (Alonso/Thiago) frente al eje más germano del Madrid (Kroos/Khedira). Y, por si fuera poco, contrastar la cátedra de Guardiola con la de Mourinho. Una forma de conjugar el pasado con el futuro inminente. Como bien dijo ayer el propio Alonso: “Cosas del fútbol”. Pues eso, pelillos a la mar, porque lo que importa es que Xabi siempre ha sido un grande para los más grandes. Lo supieron el Liverpool, el Madrid y España. Y no por capricho lo intuye el Bayern. Xabi aún es mucho Xabi y quiere estimularse antes de que se lo trague de mala manera la Décima, como les ocurrió a otros con la Séptima, la Octava y la Novena. Mucha y merecida suerte.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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