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Estados Unidos, fracturas y facturas

Los compromisos contractuales y publicitarios y las reticencias de las franquicias a ceder a sus jugadores por temor a lesiones marcan el cíclico desapego de las estrellas con la selección

Faustino Sáez
Derrick Rose se dispone a machacar el aro en un amistoso ante Brasil
Derrick Rose se dispone a machacar el aro en un amistoso ante BrasilDavid Banks (Cordon Press)

En Estados Unidos, al equipo vencedor de las finales de la NBA se le proclama con naturalidad y convicción como el campeón del mundo de baloncesto. Motivo más que suficiente para que toda competición continental que escape de la mística de los Juegos Olímpicos sea vista con recelo y desapego por los aficionados y por los propios jugadores.

Kevin Durant, LeBron James, Carmelo Anthony, Kobe Bryant, Kevin Love, Chris Paul, Russell Westbrook, Blake Griffin, LaMarcus Aldrige, Dwight Howard… son sólo algunas de las rutilantes ausencias estadounidenses en el Mundial de España. Una secuencia que se repite de forma cíclica en los últimos tiempos. En la convocatoria definitiva de Mike Krzyzewski para este torneo faltarán 10 de los 12 jugadores que integraron el equipo que conquistó el oro olímpico en Londres 2012. Solo repiten James Harden y Anthony Davis. Coyuntura familiar para Coach K, que vio cómo los 10 campeones olímpicos en 2008 a los que convocó para el Mundial de Turquía renunciaban en bloque.

Entonces, los 12 integrantes de la lista cambiaron al completo y Estados Unidos acudió al torneo con siete jugadores sub-23 y sin las primeras piezas del escalafón NBA. En aquella ocasión, la imponente eclosión de Durant bastó para conquistar el oro. En esta, fue precisamente la sorprendente renuncia del jugador de los Thunder a 20 días del comienzo del campeonato alegando “fatiga física y mental”, la que reabrió el debate sobre la implicación de las estrellas de la NBA con su selección más allá de los Juegos. Una controversia a la que se suman siempre las reticencias de las franquicias a ceder a sus jugadores para evitar riesgos fuera de temporada y los intereses económicos de las partes por contratos y patrocinios.

La renuncia de Durant, MVP del Mundial de 2010 y de la pasada NBA, llegó una semana más tarde de la gravísima lesión de Paul George, que se fracturó la tibia y el peroné de su pierna derecha en un partido de entrenamiento con la selección, y dos días después de que se filtrara su firma con la marca Under Armour para calzar sus zapatillas a cambio de 243 millones de euros en 10 años, abandonando Nike, la proveedora oficial del material y las equipaciones de la selección.

Durant se dio de baja tras firmar un contrato con una marca distinta a la de su selección

Riesgos y presiones, conflicto de intereses. Cuestión de contratos y de marcas. Circunstancias cruciales en la intrahistoria del negocio de la canasta. A nadie le pasó desapercibido que en el póster de la selección estadounidense para los Juegos de Pekín 2008 el pie izquierdo del seleccionador Krzyzewski estuviera estratégicamente colocado por el fotógrafo para tapar la zapatilla de Dwight Howard, el único que en aquel equipo no calzaba unas Nike.

Fracturas y facturas que agitan la antigua discusión sobre el modelo de las convocatorias y la presencia de profesionales en ellas. Ya en 2011 el excomisionado de la NBA, David Stern, y el actual, Adam Silver, plantearon la idea, fallida, de un torneo sub-23 previo a los Juegos de Londres. Una tendencia que, tras la lesión de George, hace que posiblemente el Mundial de España sea la última cita a la que los estadounidenses acudan con un equipo formado íntegramente por jugadores profesionales, rompiendo la secuencia que se inició en Barcelona 92. En aquellos Juegos, Juan Antonio Samaranch amplió al baloncesto la apertura iniciada con el tenis en Seúl 88 para desmontar el amateurismo y logró que al torneo acudiera un equipo de leyenda: el Dream Team. La nueva normativa permitía a la federación estadounidense disponer de su mejor artillería para borrar la afrenta de Seúl, donde la imponente URSS de Sabonis, Marciulionis, Homicius, Belostenny y Tikhonenko les derrotó en semifinales (82-76) abocándoles a un pírrico bronce. La NBA puso lo mejor de su repertorio en favor de la causa: Michael Jordan, Larry Bird, Magic Johnson, Patrick Ewing, Karl Malone, David Robinson, Scottie Pippen, Chris Mullin, John Stockton, Clyde Drexler, Charles Barkley y Christian Laettner. Resultó un éxito legendario.

El combinado NBA ha celebrado el oro en los dos últimos Juegos y en el Mundial 2010

Con más o menos púrpura, la fórmula se repitió hasta que el batacazo estadounidense en el Mundial de Indianápolis 2002, cuando cayó con Yugoslavia en cuartos y con España en el partido por el quinto y sexto puesto, y el tercer puesto en Atenas 2004, que rompía la serie de tres oros olímpicos, obligó a replantear el proyecto.

En el verano de 2005, Jerry Colangelo asumió la presidencia de la Federación. Implementó un programa de trabajo que establecía el seguimiento de 25 o 30 jugadores que superara el mero reclutamiento de 12 cada verano y entregó la dirección técnica a Krzyzewski. Un proyecto estructurado en ciclos olímpicos que imitaba el modelo español, campeón del mundo en 2006. En esa primera cita en Japón el equipo de Coach K falló en semifinales ante Grecia y quedó tercero, pero aquella es, hasta la fecha, la única derrota de Estados Unidos en los últimos ocho años. Con más o menos ausencias, el arsenal NBA les permitió ganar el oro en los dos últimos Juegos y en el último Mundial. Si en España retienen el título, igualarán a Yugoslavia al frente del palmarés con cinco oros.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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