Gana Red Bull, pierde la F-1
Max Verstappen, de solo 17 años, se pondrá el próximo año al volante de un Toro Rosso y se convertirá en el piloto más joven de la historia de la Fórmula 1
Max Verstappen es el nombre del momento. Un joven que el año que viene se pondrá al volante de un Toro Rosso con solo 17 años y de esta forma se convertirá, de largo, en el piloto más joven de la historia en tomar parte en un gran premio de Fórmula 1. En el ámbito mediático, la decisión que ha tomado Red Bull es una bomba, circunstancia que seguro que ha tenido en cuenta la compañía energética, pero, al margen de esa obviedad, me gustaría remarcar los peligros y las contraprestaciones que conlleva esta maniobra. Las dudas no son pocas y los riesgos, muchos. Tanto para el propio chaval como para la credibilidad del Mundial, aunque no quiero que mi opinión se entienda como una crítica hacia Red Bull, que es de las pocas estructuras que se atreven a apostar por los jóvenes, sino más bien como punto de partida de debate. Vayamos por partes.
No sé si va a ser positivo para Verstappen, siendo un niño, pelear con monstruos como Alonso, Hamilton y Vettel
Estoy convencido de que si Red Bull ha apostado por él a pesar de no tener casi experiencia con monoplazas es porque ha detectado que posee algo que lo hace especial. Lo que ocurre es que no estoy seguro de que vaya a ser positivo para él pelear con monstruos como Alonso, Hamilton y Vettel, siendo solo un niño. Me refiero a si no hubiera sido mejor curtirle un poco más, aunque solo fuera otra temporada, en alguna de las fórmulas de promoción, en la GP2 o en las World Series, antes que echarle a los leones. Exponiéndole al abismo de forma tan directa se corre el riesgo de echarle a perder por querer ir demasiado rápido, algo que ya ha pasado antes. Casualmente, una de estas víctimas de la precipitación fue Jos, su padre, a quien en 1994 le pudo la presión de tener que sustituir a JJ Lehto y de repente verse como compañero de Michael Schumacher en Benetton. Jos terminó quemado mentalmente y casi lo abrasamos también literalmente en Nürburgring por culpa de un incendio en el coche.
También es interesante darle una vuelta al significado que tiene Max para el campeonato. Desde esta perspectiva, las sombras son mucho más alargadas y me cuesta mucho encontrar argumentos que jueguen a favor de la F-1. Que salga airoso del tremendo reto que se le plantea puede ser un triunfo personal para él en la misma medida que debería provocar una reflexión general acerca de la banalización de un certamen en el que teóricamente solo deberían tener cabida unos pocos elegidos, los mejores conductores del planeta. La conclusión más evidente de la llegada de este chico, por muy bueno que sea y muy bien que lo haga, es que los coches de hoy en día son demasiado fáciles de conducir. Una irrupción de este estilo hace 10 o 15 años, con aquellas bestias de casi 900 caballos de potencia, habría sido definida como locura. En resumen, que en la entrada en escena de Verstappen los puntos a favor corren a cuenta de Red Bull, pero quien pierde es la F-1.
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