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Mireia abre las aguas

La española, doble plata olímpica, debuta en los Europeos arrojándose a los 5 kilómetros del canal de Grünau en un modo extravagante de preparar el programa de pruebas en línea

Diego Torres
Belmonte se ejercita en el gimnasio del CAR de Sant Cugat.
Belmonte se ejercita en el gimnasio del CAR de Sant Cugat.Vicens Gimenez

Retumba la música en el gimnasio del CAR. Pum-pum-pum. Esthera Sarita canta (¿canta?) Loca People. Puro sonido electrónico de pista de baile. Fred Vergnoux no suelta el cronómetro. El entrenador camina dirigiendo a sus pupilos mientras recorren un circuito programado. Al frente destaca la figura elástica de Mireia Belmonte.

"¡Cambio!", grita Vergnoux. Su voz resuena sobre la vibración de los altavoces como la de un sargento y la chica de Badalona pasa de saltar una serie de vallas a reptar y moverse a gatas por debajo de otras vallas. Sin detenerse. Hasta que Vergnoux grita: "¡Cambio!", y Mireia corre hasta las mancuernas y levanta 14 kilos como si fueran 14 cacahuetes en un ejercicio que repite durante dos minutos. "¡Cambio!". Toca la máquina de trepar, la Versa Climber, que simula una escalada vertical forzando brazos y piernas. Tres minutos y a la orden. "¡Cambio!". A tonificar las piernas en el Sweden Yoyo, artilugio utilizado por los astronautas para no perder masa muscular en el espacio. "¡Cambio!". Última parada del circuito. El Hammer Strenght es un ingenio con una pesa de unos 20 kilos que Mireia debe recoger del suelo hasta poner sobre su cabeza empleando la técnica de la halterofilia. ¿Y después? "¡Cambio!". A saltar vallas. Vuelta empezar. Gatear, levantar mancuernas, trepar, resistir la fuerza inercial en los muslos y empujar hacia arriba. Durante una hora, mientras el sudor la va cubriendo. Vergnoux hace una mueca y se revuelve: "¡Quisiera ver a los jugadores del Barça haciendo este circuito con Mireia! ¡No podrían seguir el ritmo!".

Todo está medido para una empresa desmedida, ganar un oro olímpico en los Juegos de Río 2016

Al borde del paroxismo Esthera Sarita insiste desde los altavoces. "¡Viva la fiesta! ¡Viva la noche! ¡La gente está muy loca! What the fuck!". Mireia mueve los aparatos al ritmo del sonido nightlife. Parece disfrutar de oídas de un mundo que le debe resultar marciano. En sus semanas no hay tiempo para escapar a una discoteca. Como muy tarde se mete en la cama a las 12.00. Antes de apagar la luz enciende la cámara hipobárica que reduce la presión atmosférica de su habitación del CAR de San Cugat, como si estuviera a 3.000 metros de altura, para mejorar la oxigenación de la sangre. Cierra la cremallera de la burbuja que envuelve el lecho y se duerme. "Lo peor es el calor en verano", dice, "porque es de plástico". A las 6.00 suena el despertador. Lo primero que hace es beber entre 300 y 400 mililitros de agua. Antes de vestirse. Lo más rápido posible. "Es desagradable", dice Vergnoux. "Pero está comprobado que en la sesión matinal nadan mejor los que se beben un botellín antes del desayuno. Antes del café, los cereales y el zumo". A las 6.45 está en el agua. Hace series hasta las 10.30. Acaba y tiene gimnasio. Y por la tarde, piscina otra vez.

Suavemente, le propuse  la prueba de aguas abiertas. Después ella tomó la decisión" Fred Vergnoux. Entrenador de Belmonte

Todo es rutinario. Todo es circular. Todo está medido para una empresa desmedida. A sus 23 años, Mireia, que logró dos platas en Londres 2012, se embarca en la mayor tarea que jamás ha afrontado un nadador español, hombre o mujer. Su propósito es convertirse en la mejor nadadora de Europa y ganar un oro olímpico en los Juegos de Río 2016. "Hay días más duros que otros", dice. "Pero no me canso. Trabajo para un objetivo. Esto te hace querer siempre más. Yo lo hago muy a gusto".

Faltan dos años para los Juegos de Río. Pero en el calendario de la nadadora el primer punto rojo es hoy. La cita es en el viejo canal de regatas de Grünau, sede de los Juegos Olímpicos de 1936. Mireia quiere participar en un evento que rompe la ortodoxia de la preparación: la carrera de 5 kilómetros de aguas abiertas del Campeonato de Europa que se celebra desde ayer. Nadar contrarreloj en un lago con el agua a 21 grados es un poco descabellado para una especialista de la natación en línea que tres días después deberá someterse a un programa que incluye carreras de 1.500, 800, y 400 libre, 200 y 400 estilos, y 200 mariposa. El desgaste que puede sufrir el organismo es una incógnita. Pero entre tanta disciplina, alterar lo previsible es un estímulo. "Las aguas abiertas son una experiencia nueva", dice Mireia. "Lo probaré a ver cómo sale. Es algo totalmente diferente para mí. Me hace ilusión enfrentarme a rivales que no sean las de siempre. Mi programa en piscina es muy completo y no puedo mantenerme inactiva esta semana antes de la competición. Me ayudará a mantener la forma".

Las aguas abiertas son una experiencia nueva. Lo probaré a ver cómo sale" Mireia Belmonte. Nadadora

A Vergnoux le encanta la idea porque tiene por costumbre provocar situaciones desconcertantes en sus nadadores. Cambiar el paso es parte del entrenamiento psicológico. "Al principio, suavemente, le propuse a Mireia que contemplara la posibilidad de las aguas abiertas", dice. "Y después ella tomó la decisión. Yo le dije: 'Son 5.000 metros tres días antes de la natación en línea. ¿Y si te pones enferma?'. '¡No! ¡Esto me anima!', dijo. Mireia funciona así. Y yo intento tener su actitud. Si tú durante tres meses haces siempre lo mismo Mireia te dirá: '¡Eh, esto ya lo hemos hecho!'. Cualquier cosa que pase será positiva. Como mínimo le aportará un dominio más. Solo la acumulación de dominios hace que en un instante puedas marcar la diferencia necesaria para ser campeón olímpico. Las aguas abiertas le van a dar sentido de realización".

"Yo la entiendo", concluye Vergoux. "¡En Sierra Nevada hemos hecho cuatro 5.000 en cuatro semanas! Cada último entrenamiento de la semana, el sábado por la tarde, un 5.000 a tope. El último lo ha nadado a 19 segundos de su récord de España. ¡A 2.400 metros de altitud!"

Mireia ha convertido su cuerpo en una gran máquina de competición. La ha puesto a punto con dedicación febril. Después de siete meses de taller quiere salir a la pista. Quiere usarla ya. Como dice la canción (¿canción?): "What the fuck!".

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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