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España ajusta motores

El preparador de la selección, Toni Caparrós, desgrana la planificación física del equipo a 35 días del inicio del Mundial

Orenga se dirige a los jugadores en presencia de Toni Caparrós, a la izquierda
Orenga se dirige a los jugadores en presencia de Toni Caparrós, a la izquierdafeb

El entrenamiento de la selección española es una secuencia de estaciones aparentemente aisladas que, en la práctica, quedan milimétricamente hilvanadas por la supervisión de Toni Caparrós, el preparador físico del equipo. Semiesferas de equilibrio, balones hinchables, bandas y gomas elásticas, balones medicinales y música, mucha música. Aeróbica y pachanguera, reguetón y dance, a prueba de puristas. Un heterogéneo repertorio en el que participan todos los jugadores, que dinamiza los ejercicios y ameniza el ambiente.

Cuando acaba la tralla, las canastas recuperan protagonismo hasta que la sesión concluye paulatinamente con los jugadores apurando sus ganas de balón. Hay tres tableros. A un lado de la pista, Marc Gasol afina su tiro de media distancia; al otro, Claver resuelve a tiros un pique con Pau Ribas y, en el centro, Ricky Rubio ensaya entradas a canasta con ambas manos azuzado por Sito Alonso. Todo lo controla Caparrós.

A 35 días del comienzo del Mundial, el conjunto de Orenga inició el viernes una puesta a punto de semana y media en el polideportivo Triángulo de Oro de Madrid. Caparrós, fichado del Barça el pasado verano, coordina con los técnicos el trabajo de entrenamiento integrado y con el equipo biomédico la prevención y recuperación de lesiones y tiene el reto de sentar las bases físicas, de pies a cabeza, del equipo.

Entrenamiento de la selección española
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Para ello debe uniformizar los parámetros de tres generaciones, desde los 20 años de Abrines a los 34 de Pau, Navarro o Felipe; los motores de jugadores con 102 partidos en el año como Llull o 23 como Claver; o las vacaciones de cuatro meses de los nba y de tres semanas para los de Madrid y Barça. “El peso, la altura, la posición, la edad, los minutos, las lesiones, el descanso. Miramos cada detalle. Iniciamos un trabajo individualizado con el objetivo de llegar al mismo punto todos a la vez: 30 de agosto en Granada”, explica Caparrós, partidario de una dinámica colectiva frente a la espartana escuela yugoslava.

La preparación se dividirá en dos fases: esta concentración y la ruta de amistosos. Ahora es tiempo de ejercicios de fuerza y velocidad articular, de circuitos musculares con y sin movimiento. Trabajo individualizado para garantizar el rendimiento conjunto. “Con los más veteranos somos más concretos, con más ejercicios pero más pequeños. Con los más jóvenes hacemos ejercicios más globales. Menos cosas pero más exigentes y con más componente de baloncesto. Con unos vamos en línea recta, con otros hay que subir el Tourmalet y recorrer más camino. Nos adaptamos a ellos”, cuenta.

Presume de tener en sus manos a “15 portentos físicos”. “Alguno puede parecer enclenque pero es fibra pura”, dice antes de comenzar a elaborar su particular Robocop con los integrantes del equipo. “José [Calderón], constancia; Ricky, reflejos; Chacho, velocidad; Felipe, ímpetu; Serge [Ibaka], fuerza…”. Pero pronto interrumpe la secuencia y resume las virtudes de todo el equipo en dos palabras: “velocidad y potencia”.

El objetivo es llegar al 100% al principio “sin especular” por el hecho de comenzar el campeonato con los dos rivales más débiles a priori (Irán y Egipto). “Lo importante es el volumen de carga. Jugar con la cantidad de trabajo y con la progresión de los ejercicios. Se empieza de una manera más general y menos parecida a lo que es un partido y acabaremos de una manera muy específica y muy similar a la competición tanto en lo físico como en lo técnico”, desarrolla.

Caparrós reconoce que “Youtube ha globalizado la preparación física”, pero explica que en el baloncesto europeo existe “más ocultismo y algo de espionaje”. Él se fija en “los sistemas de trabajo de universidades americanas y en los métodos que llevan en Italia”. Todo para consolidar el sueño de un Mundial que quizá pase por superar la barrera de Estados Unidos. “La NBA tiene jugadores en cada posición que nos sacan un palmo de alto y de ancho y eso se nota a la hora de llegar a canasta. Pero creer y llegar fresco te puede llevar a superar esa barrera física”.

“El baloncesto es componente físico, técnico y táctico, más el factor humano. En este último está la clave”, cierra.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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