La encrucijada de Lorenzo
El mal año del mallorquín dificulta las negociaciones sobre su futuro
Que Jorge Lorenzo no está teniendo una buena temporada no es novedad. Es su peor año en MotoGP. El peor inicio de curso desde que debutó en 250cc el año 2005. Dos caídas para arrancar el 2014 y dos míseros podios resumen estas ocho primeras carreras. Después de la última (en Assen, terminó 13º), además, confesó haber sentido miedo sobre una pista que no estaba ni seca ni mojada. Toda la bravura exhibida un año antes recién salido del hospital se le escurrió de las manos con aquella lluvia intermitente. Y así, en ese estado, sin entender por qué tuvo aquel ataque de pánico, sin comprender qué le ocurre con esa Yamaha con la que Rossi sí puede subirse al podio a menudo, sin saber por qué todo le sale mal últimamente, intenta Lorenzo cerrar un buen trato con Yamaha.
Quiere el mallorquín renovar el contrato antes de irse de vacaciones (o, al menos, dice su entorno, firmar la semana que viene), hacerlo solo por un año más, con opción a un segundo (opción que podría dejar a Yamaha colgada un año), y mejorar sus retribuciones económicas. Al parecer, demasiadas exigencias tratándose del quinto clasificado del Mundial, que ya ha empezado a rebajar sus pretensiones o, al menos, contemplarlo. Sus principales rivales ya han firmado. Lo hizo Márquez el primero, como manda su estatus actual, y lo hizo temprano: a mediados de marzo. En los últimos días lo han hecho también Rossi y Pedrosa. Todos siguen en sus respectivos equipos. No se abren nuevas opciones. Eso sí, Lorenzo fue tentado por Ducati, que le ofrece un muy buen sueldo, pero las motos competitivas hace tiempo que están lejos de Borgo Panigale. Así que vive en una encrucijada: seguir con una buena moto o ganar todavía más dinero.
“Quiero seguir, siempre hay diferencias entre el equipo y el deportista, y hasta que se pulen las diferencias no se llega a un acuerdo; en este caso las diferencias son económicas”, reconoció en Holanda. Sus malos resultados este año no le ponen en la mejor posición para negociar. “Si nos quedamos como estamos, tampoco está nada mal”, reconoce ahora su representante, Albert Valera, respecto al salario del piloto. “Mi prioridad es quedarme en Yamaha”, ha vuelto a repetir él al llegar a Sachsenring.
No debe ser fácil ser Jorge Lorenzo. Quien trabaja hoy en su renovación, Albert Valera, un buen amigo, más o menos de su edad, no es el mismo que negoció el último contrato del español. Aquel era Marcos Hirsch y aquel año Lorenzo sí tuvo una buena oferta de Honda, esa que no ha llegado esta vez, cuando más la esperaba. Pero ni Hirsch, ni Valera, fueron quien llegaron con el mallorquín a MotoGP. Aquel fue Dani Amatriaín. “Lo único que nos diferencia de Lorenzo es que nosotros no hemos cambiado ni a un solo miembro del equipo desde que él llego y él ha cambiado a su equipo cada año”, apuntan en Yamaha.
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