El mejor ataque es una buena defensa
Ataque final del ‘tiburón Nibali’, que obtiene dos segundos de ventaja en la meta y el honor del maillot amarillo para coleccionarlo junto al rosa del Giro y el rojo de la Vuelta
A David de la Cruz le dijeron que el Tour es una guerra, y el debutante, escalador de Sabadell, se presenta preparado para la guerra en la línea de salida de la vieja York, donde cuecen el jamón, como un recluta: el pelo rapado al uno, las mejillas sonrosadas y suaves, y todo su ser, su ánimo nervioso, dominado por una mirada viva e iluminada por la curiosidad, por unas ganas de descubrir que parecen inagotables. Así fue siempre en el Tour, así llegan siempre los novatos. A sus espaldas, Nico Portal, un director casi tan novato como el catalán en el Tour, aún mantiene la frescura en la mirada, pero no el nerviosismo. “Estoy más tranquilo que nunca, tranquilo como no esperaba estarlo”, dice el director que guió a Froome a la victoria hace un año y que mantiene el espíritu guerrero. “No me siento presionado, entre otras cosas porque no venimos con la idea de que tengamos que defender lo conseguido el año pasado, sino de conquistarlo de nuevo”.
A su mirada decidida, como corresponde, De la Cruz la siguió más tarde, unos centenares de metros recién comenzada la etapa más temida, con los hechos: el Tour es una guerra y yo un conquistador, pareció pensar el joven ciclista del NetApp, el pequeño equipo alemán que le hizo un hueco hace años, que se lanzó en fuga con media docena de ciclistas más. Y también como corresponde a un director aun novato, cuya principal función cuando habla es la de despistar, Portal no condujo una estrategia de conquista con sus skies, sino de defensa, asumiendo efectivamente que el suyo, que Froome, es el líder aunque no vaya de amarillo. O quizás, porque sabe, como es la obligación de todos los que se han empapado con la historia del ciclismo, el mejor ataque sobre dos ruedas es siempre una buena defensa.
Clasificaciones
Clasificación de la segunda etapa:
1. Vincenzo Nibali (ITA/Astana) los 201 kilómetros en 5h 08m 36s (velocidad media: 39,1 km/h)
2. Greg Van Avermaet (BEL/BMC) 2s.
3. Michal Kwiatkowski (POL/OPQS) todos mismo tiempo.
4. Peter Sagan (ESL/Cannondale)
5. Tony Gallopin (FRA/Lotto-Belisol)
6. Michael Albasini (SUI/Orica-GreenEdge)
7. Andrew Talansky (USA/Garmin)
8. Bauke Mollema (HOL/Belkin)
9. Tejay Van Garderen (USA/BMC)
10. Romain Bardet (FRA/Ag2R-La Mondiale)
Clasificación general:
1. Vincenzo Nibali (ITA/Astana) en 9h 52m 43s
2. Peter Sagan (ESL/Cannondale) 2s.
3. Greg Van Avermaet (BEL/BMC) todos mismo tiempo.
4. Michael Albasini (SUI/Orica-GreenEdge)
5. Chris Froome (GBR/SKY)
6. Bauke Mollema (HOL/Belkin)
7. Jürgen Van den Broeck (BEL/Lotto-Belisol)
8. Alberto Contador (ESP/Tinkoff-Saxo)
9. Tejay Van Garderen (USA/BMC)
10. Jakob Fuglsang (DIN/Astana)
Cuando ya De la Cruz y sus compañeros de vanguardia habían sido reducidos a la casi nada (perdió cuarto de hora el catalán, como su paisano Purito, que sigue una estrategia de largo plazo), cuando ya la dureza del recorrido (nueve subidas puntuables, incluida la primera de segunda, el Holme Moss, no muy lejos de Manchester, llamado el Galibier de los Peninos, y otras tantas que no alcanzaban la categoría pero había que subirlas igual en los páramos verdes de hierba y brezo, y viento, y cercados de nuevo por millones de aficionados que asustaban más a los corredores que las mismas subidas: y todos llegaron a meta, los primeros y los últimos, con la mirada amarilla de miedo pasado, de la tensión de quien debe circular durante 200 kilómetros a través de un pasillo chillón y lleno de niños sueltos que cruzan sin mirar, y además lograr no caerse, no atropellar a nadie, no perder de vista el desarrollo de la carrera, y también dar espectáculo) había dejado reducido el pelotón a los mejores (no faltaba ninguno, como en el arca de Noé), tocaba subir una cuesta en una carretera (Jenkin Road) que serpenteaba entre las acerías apagadas de Sheffield y su paisaje de revolución industrial, ya tan lejana.
Más que una cuesta, era un muro, una invitación a lo que, espectacularmente, sucedió en pocos minutos, y que comenzó como una ceremonia de intimidación similar al ritual del pesaje la víspera de un combate de boxeo, cuando los púgiles intentan asustarse con muecas, gestos y miradas, cuando Contador aceleró ligero y fuerte en un par de ocasiones (y puso a todos en fila a su rueda) y cuando Froome le respondió otras dos veces. Fue el preámbulo a un combate de verdad, en el que se pegaron fuerte (o no tan fuerte: por la sala de prensa todos recordaban una frase de Sagan: “Nibali es mi amigo y me alegro de su victoria) fueron Sagan, ansioso, y Nibali, fantasioso, que atacó ya en el llano contra el viento, a menos de dos kilómetros de la meta.
Valverde, otro de los favoritos que andaba por ahí, pero excesivamente solitario (ningún Movistar a la redonda) para intentar algo, actuó de árbitro no tan neutral, pues sabiendo que tenía imposible la victoria, solo se movió para cerrar el hueco abierto por un movimiento de Rui Costa y Froome, el conquistador, que ponían en peligro la victoria de Nibali. El Tiburón de Messina, el tercero en discordia, ganó la etapa con 2s de ventaja, y se vistió de amarillo sobre la maglia tricolor de campeón de Italia, con lo que se emocionaron muchísimo, por este orden, su familia, los italianos en general y los periodistas italianos en particular, que no veían a uno de los suyos de amarillo desde Nocentini en 2009. Como recordó Nibali, esto no significa nada más que un símbolo hermoso, dado que queda aún todo el Tour, pero él, ganador de la Vuelta del 10 y del Giro del 13, entra en el pequeño grupo de quienes han vestido las tres prendas más prestigiosas del ciclismo: la rosa, la roja, el amarillo.
Ahora que los veteranos dicen que el ciclismo, como todos los deportes, se ha dulcificado, los dos favoritos quisieron probar que en absoluto, que todo lo contrario, pero lo explicaron a la defensiva: “No, yo no he atacado”, dijo Contador. “No había terreno”. “No, yo no me he defendido, solo he estado en mis sitio”, dijo Froome. “¿Defenderme de quién?”.
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