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Gabbay y aquel cetáceo inesperado

El 'Charles Jourdan' del francés, subcampeón de la Vuelta al Mundo en 1982 y con tres participaciones en su expediente, chocó contra una ballena en un episodio inolvidable

Alain Gabbay, a la izquierda, a su llegada al Mar del Plata en la edición de 1981-1982.Vídeo: Barry Pickthall
Alejandro Ciriza

Los ojos de Alain Gabbay (Alejandría, Egipto; 1954) han presenciado todo tipo situaciones en alta mar. Sin embargo, ninguna como la que ocurrió en 1990, cuando surcaba las aguas del Ártico a bordo del Charles Jourdan. “Estaba al timón cuando la vi sumergirse. La volví a ver cuando salió del agua, 15 metros por delante de mí. Estábamos navegando a 13 nudos, así que todo lo que pude hacer fue dar un golpe de timón. Nuestra proa logró superarla, pero no así la banda”, recuerda. Aquella ballena que abrió una vía de agua de cinco metros en la amura del barco estuvo a punto de obligarle a él y su tripulación a abandonar la nave. Estuvo a un tris de impedir que este marinero francés, nacido en Egipto, completase su tercera Vuelta al Mundo.

Más allá de un encuentro extraordinario con la naturaleza y la congoja derivada de la colisión con el animal, la anécdota describe el talante de Gabbay, un hombre obstinado que nunca claudica. Pese a las reticencias de sus compañeros, decidió como patrón de aquel barco invertir la navegación durante ocho horas para reparar la avería. Tras parchear el casco con aquello que tenían a mano, incluido cinta americana, lograron alcanzar Auckland y finalizar la tercera etapa de esa edición de la Withbread Round the World Race, la de 1989-1990.

La colisión con el mamífero abrió una vía de agua de 5 metros en la amura que casi hunde el barco y el patrón reparó la avería con cinta americana

Para Gabbay, el skipper galo con más participaciones en la regata transoceánica, no existen los muros. O, al menos, no hay listón que le impida sortearlos. Su pasión por la vela nació a los 12 años, después de adjudicarse un curso de aprendizaje. Había aterrizado en Francia cuatro antes. Era un muchacho tan osado que comenzó a marcarse retos de una altura máxima, casi desproporcionada. A los 18, sin pelo en el mentón, se aproximó al legenario Eric Tabarly para proponerle formar parte de su expedición. La negativa no hizo más que incrementar su deseo por circundar el planeta, por vivir todo tipo de experiencias sobre la gigantesca mancha turquesa que son los océanos.

No desistió Gabbay, que solo dos años más tarde de aquella respuesta, con 23, se hizo con los mandos del 33 Export en el segundo episodio de la Vuelta al Mundo, el de 1977-1978. No le vino grande el desafío y finalizó en la décima posición. La organización le premió además con el Neptune d'Or, como reconocimiento al mejor patrón. Más curtido, en la siguiente prueba (1981-1982) dio un salto cualitativo. Atrajo un nuevo patrocinador, la marca de champán Charles Heidsieck, y puso a punto un nuevo barco con el que concluyó en el segundo peldaño tras completar las 27.000 millas náuticas del recorrido. Solo el holandes el Flyerdel Conny van Rieschoten, el ganador anterior, pudo lograr un registro mejor que el suyo: 119 días y una hora, por los 120 y siete del Heidsieck III.

Ilustración del belga Andre Mechelynck, tripulante del 'Charles Jourdan'.
Ilustración del belga Andre Mechelynck, tripulante del 'Charles Jourdan'.

En 1990, Gabbay buscó asestar un golpe de efecto desde los astilleros franceses. Capitaneó una maxi atípico, de carbono y 70 pies, pero muy ligero para volar en condiciones favorables de viento. A excepción del belga Andre Mechelynck, configuró una tripulación íntegramente gala. Entre ellos, sabuesos del mar como Michel Desjoyeaux, Florence Arthaud y Marc Guillemot. El inicio no fue bueno, pero en la segunda etapa fijó el velocímetro en 32 nudos. Después vinieron los sobresaltos, con aquel enorme cetáceo que casi hunde su barco y la pérdida de la quilla al ir a socorrer al Martela O.F. Al final no pudo alcanzar su deseo de alzar el cetro de la Volvo y terminó sexto. Sin embargo, aquel topetazo con esa ballena supuso una experiencia extraordinaria para ese grupo de hombres liderados por Gabbay. Los relatos y la ilustración de Mechelynck así lo reflejan.

Aquella cicatriz de guerra desapareció con el paso por los talleres. Remozado, el Charles Jourdan volvió al agua y se dejó ver en 2010 por el puerto de Alicante, durante la Volvo Legends en la que participó Gabbay. En los pensamientos de este, todavía, aquel impresionante y hermoso mamífero que se cruzó en su camino.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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