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“Dos polos opuestos”

Suárez y Muguruza llegan a cuartos, el mejor registro femenino español desde 2000

J. J. M.
Muguruza celebra su victoria ante Schmiedlova.
Muguruza celebra su victoria ante Schmiedlova.CHRISTOPHE KARABA (EFE)

Da igual el mordisco que siente en la espalda nada más arrancar el encuentro. No importa la cinta negra que le recorre la pierna derecha desde el tobillo a la rodilla. La canaria Carla Suárez gana por doble 6-3 a Tomljanovic y a los 25 años se clasifica para los cuartos de final de París por primera vez desde 2008, el año del descubrimiento, el curso en el que se hizo tenista con nombre, la temporada que dejó muda a la mismísima Amelie Mauresmo en la central parisina. “Le estaba dando una importancia extra a todo. Jugaba con una tensión y una responsabilidad que he sabido cambiar”, dice la número 15 sobre su difícil paso por el torneo —apuró tres sets en sus dos primeros encuentros—, que ahora le medirá a la canadiense Bouchard (1-0 en los precedentes), y que al unir su victoria a la de Garbiñe Muguruza (6-4 y 6-2 a Parmentier) les permitió celebrar que por primera vez en el siglo XXI habrá más de una tenista de La Armada en la lucha por las semifinales de París (2000, entonces se clasificaron Arantxa Sánchez Vicario, Conchita Martínez y Marta Marrero).

Sin embargo, para llegar a la segunda semana, donde a Muguruza le espera la rusa Sharapova, las dos usaron caminos opuestos.

“Carla y Garbiñe juegan un tenis totalmente diferente. Se puede ganar con diferentes estilos”, resume Conchita Martínez, excampeona de Wimbledon y seleccionadora española, tras ver el partido de la canaria. “Son polos opuestos”, subraya. “Carla es el estilo de jugadora de tierra batida, aunque ha pegado un salto muy grande para jugar ese juego en rápida, una jugadora de variar mucho las alturas, las velocidades y los efectos, de usar los ángulos cortos. Es variedad. Puede hacer daño con diferentes maneras de jugar”, define. “Garbiñe es un estilo muy agresivo, coge la bola muy pronto y su envergadura le permite montarse en la bola y pegar dentro de la pista, plano y duro”.

“Carla es variedad, Garbiñe es agresividad”, dice Conchita Martínez

No hay raqueta que se entienda sin la mano que la empuña. Como Carla Suárez mide 1,62m no puede ir al cara a cara con las pegadoras, no le conviene “jugar recto”, como dicen en el circuito: lo suyo es lo contrario, levantar la pelota, cambiar las alturas, tirar bolas que son difíciles de atacar para retrasar a sus contrarias, ganar metros y rematar el punto. Una fina obra de artesanía. Muguruza, que le saca 20 centímetros (1,82m), es justo lo contrario. Ella, como le gusta decir, es una rusa vestida de española, o de venezolana, porque todavía no ha elegido con qué país será internacional. Una fuerza de la naturaleza.

“Carla ha pegado un cambio”, opina Conchita Martínez sobre el trabajo de preparación física al que se ha sometido la canaria, que dedica más de una hora diaria cuando está en Barcelona a trabajarse los pulmones y las piernas fuera de la pista. “Se le ve más fibrada, mucho más fuerte, con todo más definido. Esa fortaleza en las piernas es la que le permite llegar a apoyar y pegar la pelota en buenas posiciones. Sin esa potencia, la bola no le iría tanto”, explica. “Y el físico de Garbiñe... también es de remarcar. Se la ve trabajada, fibrada”.

Las dos jugadoras también han progresado en el apartado mental. A Suárez le ha endurecido la competición y le han liberado las conversaciones con Xavi Budò, que para ella es algo más que un técnico, es un mentor, un guía de vida. A Muguruza, que de siempre fue un talento, la ayuda le ha venido de mano de los psicólogos, que le han permitido derribar las barreras interiores que hasta ahora le limitaban. Juntas, las dos jugadoras siguen disputando el cuadro de dobles, donde aprovechan sus virtudes contrapuestas, que mezclan a las mil maravillas, como demuestra que ya hayan ganado a las dos mejores parejas del mundo. “Se complementan muy bien”, explica la seleccionadora española. “Con los golpes duros de Garbiñe, que en un momento dado asustan a las rivales, Carla puede moverse bien en la red. Y cuando Carla juega con su bola con peso, moviendo hacia atrás las rivales, Garbiñe puede hacer cosas también”, fotografía.

Ocurre en París: a la meta de la victoria se puede llegar por muchos caminos.

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Sobre la firma

J. J. M.
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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