La final más castiza
El Madrid juega a favor de la historia y el Atlético, de su inercia ganadora
Camino de Lisboa, el Madrid se deja mecer por la historia y el Atlético por la inercia ganadora de su décima Liga. El equipo de Carlo Ancelotti confía en el palmarés y la experiencia de sus exuberantes estrellas mientras el de Diego Simeone afila la fuerza sobrehumana de un equipo cohesionado en torno a la figura de su gurú y entrenador. La tradicional seguridad en sí mismo del Real Madrid, prepotencia para sus adversarios, se enfrenta a un rival crecido e insaciable que le pasa toda la presión a su vecino rico de la capital de España.
El club blanco solo ha perdido tres de las 12 finales de Copa de Europa disputadas: frente al Benfica en 1962 (5-3), el Inter en 1964 (3-1) y el Liverpool en 1981 (1-0). El resto han sido nueve victorias, las tres últimas cayeron de manera escalonada en 1998 (ante el Juventus, 1-0), en 2000 (al Valencia, 3-0) y en 2002 (al Bayer Leverkusen, 2-1). La historia juega en contra del Atlético, caído abruptamente en su única final, la de 1974 en Bruselas, por 4-0, en un partido de desempate 24 después de haber acariciado el título hasta que Schwarzenbeck igualara la ventaja inicial de falta de Luis Aragonés (1-1).
El club blanco solo ha perdido tres de las 12 finales de Copa de Europa disputadas
El parte de bajas limita el potencial de ambos conjuntos después de una temporada extenuante. Tocadas las dos principales figuras, Cristiano Ronaldo y Diego Costa, los madridistas son optimistas porque saben que el delantero portugués (dolido de una tendinitis en la rodilla) hará todo lo posible y más por no perderse la gran cita; los atléticos, en cambio, entienden que la lesión muscular de Costa no le permitirá probablemente apurar las opciones de jugar. El Madrid ganó la Copa del Rey sin Ronaldo, aunque en esta ocasión las ausencias afectan a partes sensibles del organismo madridista: la segura baja por sanción del mediocentro Xabi Alonso y la probable del central Pepe, uno de los pilares de la temporada junto a Sergio Ramos en el centro de la zaga.
Es difícil concebir un Atlético sin Diego Costa, pero, como se vio en el final de Liga en el Camp Nou, este equipo se sobrepone a todo. Y más que le tocará vivir sin el hispano-brasileño el próximo curso si el club, como parece, no tiene más remedio que traspasarlo al Chelsea. Dolido a su vez Arda Turan, a Simeone le queda el recurso de Diego Ribas, la única decepción rojiblanca del curso, si bien está a tiempo de redimirse si la final de Lisboa le diera la oportunidad.
En los duelos directos esta temporada, el Atlético ha maniatado al Real Madrid, privándole de los espacios que aman los delanteros madridistas para correr. Es un rival muy incómodo para el cuadro de Ancelotti, consciente de que el Atlético le va a esperar e intentar sorprenderlo al contragolpe. Aun así, el Madrid sabe que tiene más pegada y más recursos para atacar. Sobre todo por parte de Bale, la bala que se ha dosificado durante todo el curso, rodeado de un misterio en torno a sus lesiones, para aparecer en los días señalados, como en la final de Copa frente al Barcelona en Mestalla (2-1). Pase lo que pase, vence Madrid. Con la ciudad dividida y excitada, será la final más castiza.
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