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El aprendizaje acelerado de Landa

El escalador alavés del Astana muestra su carácter y estilo en el Giro de su debut

Carlos Arribas
Mikel Landa en una etapa del Giro del Trentino en abril.
Mikel Landa en una etapa del Giro del Trentino en abril.MICHAEL STEELE (GETTY)

Anquetil, el perfeccionista, cuentan, llevaba el reloj de pulsera en la muñeca derecha para evitar que la corona de dar cuerda y mover las manecillas le hiciera un agujero permanente en la izquierda cuando se doblaba en postura ideal sobre el manillar en las contrarreloj. Por esa razón tan sencilla creó para sí mismo una imagen diferente, única, que otros que le admiraban después imitaron, como si por llevar el reloj en la derecha fueran a correr más y más rápido. Marco Pantani, él, demarraba en montaña como ninguno, como el verdadero sprinter de las cumbres que se sentía, con las manos abajo, en la curva inferior del manillar. Muy pocos escaladores intentaron imitarlo, por la dificultad de la postura, por la enorme exigencia muscular que reclama, y parecía que el estilo único había muerto con su creador. Sin embargo, hace solo unas semanas, ascendiendo el monte Bondone, sobre Trento, una de esas cimas que los ciclistas llaman míticas (aunque solo sea por la nevada que coronó a Charly Gaul campeón del Giro del 56), se vio demarrar (y triunfar) al estilo Pantani a un ciclista vestido de azul claro, un escalador moreno y español, de Murgia (Álava), llamado Mikel Landa. En el Giro, después de sufrir caídas y cortes, Landa, el único español menor de 25 años, va el 44º, a 22m 20s de Evans.

"Sí, ya sé que Pantani demarraba así, pero no lo hago por imitarlo", dice Landa, que tiene 24 años, comenzó de profesional en el Euskaltel y debuta en el Giro con el Astana, cuyo director es justamente Giuseppe Martinelli, el técnico del mejor Pirata. "He empezado a hacerlo este año, quizás al cambiar de bicicleta. Un día lo probé y sin más… Me ha salido solo y me ha salido bien". La victoria de Landa en el Bondone del Giro del Trentino (ante corredores como Cadel Evans, el ganador final, o sus compañeros Scarponi y Aru) fue el primer triunfo de cierta entidad en 2014 de un ciclista español que no se llamara Contador, Purito o Valverde, un dato que dice tanto de la cierta penuria del futuro del ciclismo hispano como de la calidad de Landa. "Sí, ya vi que arrancaba como Pantani, pero no tiene nada más que ver", dice Martinelli, quien se confiesa un enamorado de Landa desde la más tierna edad ciclista del alavés. "Antes incluso de que estuviera en el Euskadi ya me había fijado en él", dice Martinelli. "Aunque, claro, lo que me asombró de verdad fue su victoria en las Lagunas de Neila en 2011".

Y no solo Martinelli. Aquel día de agosto de 2011 Landa, con apenas 21 años, fue un descubrimiento impresionante para toda la afición. En la subida final de la Vuelta a Burgos, después de marcar el ritmo durante varios kilómetros a su líder Samuel Sánchez, que intentaba romper la resistencia del líder de la carrera, Purito Rodríguez, Landa recibió de su jefe, que no podía más, el pasaporte para atacar. Atacó en una curva a dos kilómetros de la cima con las manos en la parte superior del manillar y aunque Dani Moreno, que organizó la caza para su Purito, y también Juanjo Cobo, que poco después ganaría la Vuelta a España, lo intentaron, nunca lo volvió a ver nadie. "Después no es que me estancara", dice Landa, que no volvió a ganar una etapa hasta el Bondone. "Simplemente fueron años de aprendizaje y madurez. Este año estoy recolectando ese trabajo, y también noto el cambio de entrenador: ahora estoy con Paolo Slongo, el mismo entrenador que mi compañero Nibali…".

Sí, ya sé que Pantani demarraba así, pero no lo hago por imitarlo Mikel Landa

Aquel día Landa atacó como habría atacado Iban Mayo, su ídolo siempre. "Me hice ciclista porque quería ser Mayo viéndole subir el Alpe d'Huez y el Ventoux y tantos puertos", dice Landa, quien terminado el bachillerato empezó a estudiar arquitectura técnica, carrera que ha dejado aparcada para ser ciclista profesional. "Tendría entonces 13 o 14 años, y después de verlo en la tele me sentía Mayo subiendo el Gorbea, el monte que sale de mi pueblo, de Murgia, la frontera entre Álava y Vizcaya. El Gorbea lo he subido cientos de veces en cualquier medio y las imágenes de Mayo las he visto también repetidas millones de veces…".

Antes incluso de la desaparición del Euskaltel la pasada temporada, Landa ya sabía que su futuro ciclista estaba en otra parte. De entre todas las ofertas que recibió se decidió casi sin dudarlo por la del Astana. "Lo hice, sobre todo, por el gran interés que mostraron por mí Martinelli y también Vinokúrov, el mánager del equipo", dice Landa, quien inmediatamente fue adoptado por Scarponi, su gran protector y habitual compañero de habitación (no así en el Giro) en el equipo kazajo-italiano por el que han pasado corredores como Armstrong y Contador. El viejo Scarponi le bautizó rápidamente como Kung fu Landa -"y me gusta, no tanto el apodo como el que me lo pongan, me hace sentirme apreciado por el grupo", dice-y le ha prometido triunfos y riquezas. "Landa tiene plena libertad en el Giro después de la caída de Cassino, que me ha retrasado", dice el líder del Astana, que cuenta también con otra figura del futuro, otro escalador fino, el sardo Fabio Aru, con libertad de acción en el Giro.

"A Landa no le vamos a exigir nada", dice Martinelli. "Le he dicho que esté con Aru, que aprenda a su rueda y vea hasta dónde puede llegar en la montaña. Y si algún día tiene una oportunidad, que la aproveche…".  Y los Dolomitas, las montañas pálidas que le hacen soñar, ya se acercan.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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