Una cuestión de moral
Purito exhibe la fortaleza de su equipo en la primera llegada peliaguda Ulissi se impone en la quinta etapa
Camino de la conferencia de prensa, al líder, aún el australiano Michael Mathews, feliz de rosa, y su equipo, el Orica, que llevó la etapa larga contra el viento y la lluvia desde el kilómetro cero, su jefe de prensa le dice cómo tiene que responder a las preguntas que le hagan; ante los televisores, los periodistas, atentos a la RAI, llenan su cabeza de los pájaros que sueltan con cada palabra sus comentaristas estrella, exciclistas como Garzelli, Lelli, Cipollini, todos ellos protagonistas de brillantes casos de dopaje, y, después de ver cómo termina la etapa exclaman en alto (los oyentes, los que escribirán las crónicas): “¡Qué derrota de Purito!". En efecto, Purito no ganó la etapa, que terminó al pie de un duro repecho, pero tampoco está tan claro que pudiera ganarla, que lo intentara siquiera. “No era tan dura la llegada para mis características”, dijo el catalán, que acabó séptimo un día de limpieza en la general. “Quizás si hubiera acabado arriba, al final del repecho…” “Ya sabíamos cómo era el final”, dice Dani Moreno, su lugarteniente. “Estuvimos delante y tirando porque es donde había que estar un día tan peligroso”.
Las clasificaciones
QUINTA ETAPA
1. Diego Ulissi (ITA/LAM), en 5h12:39.
2. Cadel Evans (AUS/BMC), a 0:01.
3. Julian Arredondo (COL/TRE), a 0:01.
4. Rigoberto Uran (COL/OPQ), a 0:01.
5. Rafal Majka (POL/TIN), a 0:01.
6. Michael Matthews (AUS/ORI), a 0:01.
7. Joaquim Rodriguez (ESP/KAT), a 0:01.
8. Wilco Kelderman (NED/BKN), a 0:01.
9. Domenico Pozzovivo (ITA/ALM), a 0:01.
10. Nairo Quintana (COL/MOV), a 0:01.
GENERAL
1. Michael Matthews (AUS/ORI) 17h41:23.
2. Pieter Weening (NED/ORI), a 0:14.
3. Cadel Evans (AUS/BMC), a 0:15.
4. Rigoberto Uran (COL/OPQ), a 0:19.
5. Rafal Majka (POL/TIN), a 0:26.
6. Edvald Boasson Hagen (NOR/SKY), a 0:35.
7. Nicolas Roche (IRL/TIN), a 0:37.
8. Michele Scarponi (ITA/AST), a 0:41.
9. Dario Cataldo (ITA/SKY), a 0:49.
10. Fabio Aru (ITA/AST), a 0:52.
Por encima de la Madonna Nera de Viggiano, la capital de los Dolomitas lucanos, una nube negra negra comenzó a descargar un chaparrón de bienvenida; por debajo, en la cinta negra de asfalto, el pelotón se estiraba como un mensaje en Morse, como decía José Giovanni del pelotón del Tour en los años 50. Punto, raya, raya, punto; corredores solos, corredores en grupitos de tres, de cuatro; corredores cortados después de una caída que abrió el apetito sanguinario de Evans y los suyos, de negro y rojo, de la guardia real de Purito, de rojo ruso; corredores que buscaban reagruparse, el pánico en la cara, encontrar un amigo, una protección. Los demás líderes se habían quedado prácticamente solos, sus equipiers desperdigados, perdidos, fatigados, después de un día en el que no pudieron dejar de arropar ni un segundo a sus jefes: viento de lado al principio, pegados a la costa del mar Jónico en bello arco; de cara el resto de los 203 kilómetros de la jornada.
Diez minutos duró el chaparrón, lo que tardaron los ciclistas en subir el primer repecho duro de todo el Giro y luego comenzar el descenso de equilibristas; lo que tardó Purito, después de ver que en su grupo, el primero, solo quedaban 30, con todos los buenos, en darse cuenta de lo bueno que sería para la moral de todos los suyos, tan tocada en la contrarreloj por equipos de Belfast, el que demostraran urbi et orbe de lo que son capaces, el que contribuyeran a apretar el nudo en la garganta que suponían asfixiaba a los rivales. Así, Vicioso, Losada, Moreno se turnaron para que en ningún momento se parara la carrera; así, llegado el último kilómetro, Purito estuvo atento a los movimientos de Evans, siempre a gusto en este tipo de llegadas, en cuesta tendida, donde aún le funciona su buen cambio de ritmo, y del colombiano Arredondo, del Trek, que no es muy joven (25 años), pero sí nuevo en las grandes por etapas. Y por un momento parecía que se iban los tres con el italiano Cataldo, que podían hacer un hueco y tocar la fibra de los demás, de Nairo, por ejemplo, que parecía lejano. “Pero estos finales explosivos no son para mí”, dijo el favorito colombiano con tranquilidad suprema apenas un minuto después de cruzar la meta. “Y no me puse nervioso en absoluto, no temí quedarme cortado: sabía que por detrás alguien vendría a tapar el hueco”. Por detrás, en efecto, llegó Mathews, el líder, defendiendo su jersey rosa con la velocidad que le acredita, y a su rueda Diego Ulissi, el italiano de gran clase que desbordó a todos irresistiblemente para ganar la etapa que no ganó Purito.
Seguramente a Ulissi su jefe de prensa no le dio instrucciones. Preguntado por qué es tan irregular teniendo tanta clase, por qué en las Ardenas había estado tan mal, respondió simplemente: “Porque soy un tonto el haba”. “Que sí, que sí, al menos a veces, son un tonto el haba”, insistió cuando se le intentaba convencer de que no. Y eso que había ganado y debía de tener la moral bien arriba…
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