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La fiesta europea del fútbol vasco

Athletic y Real Sociedad miden sus éxitos continentales para el próximo curso con el posible ascenso del Eibar en el retrovisor

Gupergi y Griezmann, en la primera vuelta.
Gupergi y Griezmann, en la primera vuelta.EFE

Nada más lejos ni más cerca que concebir el clásico entre el Athletic y la Real como la fiesta del fútbol vasco. El ritual y la realidad discurren por líneas paralelas que rara vez se cruzan. Una de esas veces quizá sea la que se dispute hoy en San Mamés, en horario futbolístico (17 horas) y con el Athletic 4º indefectiblemente y la Real Sociedad sexta aspirando al quinto puesto que le permitiría hacer el agosto, es decir comenzar la Liga sin prisa y son alguna pausa. Ni que decir tiene que al Athletic, incólume en esa cuarta posición, le gustaría despedir el campeonato en San Mamés ganando al rival del otro lado de la autopista, y que a la Real, amén de los puntos que necesita para librarse de la canícula deportiva de agosto, le sabe a dulce la posibilidad de ganar un partido tan emotivo.

Corren buenos tiempos para el fútbol vasco. El Athletic disputará la eliminatoria previa de la Champions (como el año pasado lo hizo con éxito la Real ante el Lyon), la Real estará con más o menos calendario en la Liga Europa, y además el Eibar merodea el ascenso a Primera División con una fe que ha contagiado a media España. Además, en el grupo Primero de Segunda B, el Sestao River se ha clasificado para las eliminatorias de ascenso a 2ªA, como líder, a las que podría acompañarle el Bilbao Athletic el domingo. Son muchas las noticias que se acumulan. La Real no solo acumula dos años magníficos deportivamente, sino que además ha liquidado la deuda con sus acreedores que estuvo a punto de llevarle al camposanto del fútbol de élite, aunque sobre el Eibar pesa la espada de las sociedades anónimas que obligan a los buenos gestores a cumplir la exigencias de los malos gestores. Nuevos tiempos.

El de esta tarde a las 17.00 es un clásico plácido, sin daños colaterales para ninguno

O sea, es un clásico plácido, sin daños colaterales, que mira más los pespuntes que el estilo del vestido, el remate que el diseño del partido. Los dos tienen red: es decir la derrota no les rompe las costillas, pero ambos quieren mirarse en el espejo y verse guapos. Se quiera o no, Athletic y Real ya piensan en el futuro. El Athletic, en cómo reforzarse ante el reto adquirido (una vez solventada la continuidad de Valverde) y la Real, en qué hacer si su atractivo armario es desvalijado por los grandes inversionistas (Vela, Griezmann, Íñigo Martínez...). Es el precio del éxito.

En los años ochenta, Real y Athletic se jugaron la Liga cuatro años la ganaron. Cierto que la historia dudosamente podía repetirse salvo en los sueños más placenteros. Cierto que en ocasiones tuvieron que jugarse la vida para mantener el uno o el otro la categoría. Cierto que seguirá pasando de todo. Pero el domingo en San Mamés se discute tan solo el prurito del penúltimo día. Ambos estarán en Europa pase lo que pase, con el Eibar en el retrovisor que te enseña las carreteras comarcales por las que también se puede alcanzar el éxito.

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