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Un obús de Rodrigues acerca al Elche a la permanencia

El Málaga se ofuscó ante un rival que ensució el partido en la segunda mitad para amarrar tres puntos vitales

Rafael Pineda
Herrera dispara ante la oposición de Eliseu y Weligton.
Herrera dispara ante la oposición de Eliseu y Weligton.Jorge Zapata (EFE)

Un obús de Rodrigues proporcionó un triunfo vital al Elche, que se acerca a la permanencia. Fue lo mejor y casi lo único bello de un encuentro insufrible, especialmente en la segunda mitad. El Málaga se ofuscó ante un rival que tiró de todo tipo de argucias antideportivas en busca de los tres puntos. Sobró la conducta de jugadores perdiendo tiempo, tirados en el césped sin lesión aparente. El Elche jugó al límite de lo que marca el reglamento y argumentará la concatenación de hechos reprobables en lo mucho que se jugaba. Una explicación válida para el equipo ilicitano, pobre para el fútbol y la competición. Los jugadores del Elche celebraron el triunfo con pasión. Ya habrá tiempo de analizar las formas de lograrlo, más que discutibles.

No están los jugadores del Málaga por asegurar la continuidad de Schuster en el banquillo, algo que se produciría de forma automática si el equipo andaluz finaliza entre los 10 primeros. Con la permanencia en el bolsillo después de su buen triunfo ante el Villarreal, los andaluces se han relajado de forma evidente. La muestra es palpable. Se vio la semana pasada en Getafe y ahora ante el Elche. No es problema de los ilicitanos, que forman un bloque muy ordenado por Fran Escribá. En la Rosaleda, el Elche no se anduvo con contemplaciones.

MÁLAGA, 0-ELCHE, 1

Málaga: Caballero; Gámez (Eliseu, m. 61), Flavio, Weligton, Antunes; Camacho (Juanmi, m. 53), Darder; Samu (Pablo Pérez, m. 46), Duda, Iakovenko; y Santa Cruz. No utilizados: Kameni; Portillo, Rescaldani y Pawlowski.

Elche: Manu Herrera; Damián, Botía, Pelegrín, Cisma; Rubén Pérez, Carlos Sánchez, Javi Márquez (Lombán, m. 84); Rodrigues, Boakye (Cristian Herrera, m. 52) y Coro (Gil, m. 74). No utilizados: Toño; Rivera y Mantecón y Fidel.

Gol: 0-1. M. 11. Rodrigues, de impresionante disparo.

Árbitro: Estrada Fernández. Expulsó a Toño (m. 63) y Botía (m. 83). Amonestó a Carlos Sánchez, Damián y Javi Márquez.

La Rosaleda. Unos 24.000 espectadores.

Su salida fue fuerte, intensa, muy propia de los equipos que se juegan la vida. Conviene no confundir esa intensidad con los nervios y la precipitación. El Elche supo jugar con los errores del Málaga. El primero, por ejemplo, una salida de balón de Antunes sin sentido, alocada, que Javi Márquez cortó para pasar el balón a Boakye. El delantero disparó bien y Caballero, con pasado en el Elche, alargó su mano para evitar el gol. En el rechace, Coro casi aniquila a Flavio. Sin duda, una muestra de la fuerza con la el Elche encaró el encuentro.

La misma que impulsó el obús de Rodrigues a los 11 minutos. Un golazo desde unos 35 metros que entró por la escuadra después de que el caboverdiano aprovechara un nuevo error del Málaga en la salida del balón. Ahora fue Samu el que erró en la dejada. Dominaba el Elche, bien sujeto por el trabajo de sus centrocampistas, que ahogaron a Duda. Hoy por hoy, con Amrabat sancionado, el portugués es la fuente de fútbol del Málaga a pesar de su veteranía. Solo Santa Cruz, tras recibir un gran pase de Camacho, pudo empatar. Manu Herrera realizó un paradón ante el paraguayo, siempre competitivo. No funcionaba el Málaga y el Elche respiraba en cada arrancada de Rodrigues, muy castigado por Gámez.

El segundo tiempo se convirtió en un pequeño calvario para el espectador. Lesiones, interrupciones e incapacidad para dar dos pases seguidos forjaron un encuentro insufrible. La falta de continuidad, no obstante, favorecía al Elche, encantado en cada pérdida, contando los segundos para llegar al final del choque. El Málaga no tuvo apenas opciones, con poco fútbol, muy atascado. Da la impresión de que ha llegado muy justo al final de temporada. Es algo que se corrobora desde las altas instancias del club, más pendientes del próximo ejercicio que de terminar mejor colocado en el actual.

Además de los empujones y los codazos, síntomas de la antideportividad reinante, hubo algún ramalazo de fútbol. Como el paradón que le hizo Caballero a Carlos Sánchez. Lo demás fue un teatro constante de jugadores como Javi Márquez, que fingieron una y otra vez para perder tiempo y soliviantar a la grada. Como también sobró el pelotazo de Botía a Antunes, que le costó la roja. Entre interrupciones, caídas y pelotazos finalizó un partido de perfil muy bajo, en el que casi todo le valió al Elche para acariciar la permanencia.

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