Los ‘perdedores’ Memphis Grizzlies

La semana pasada sintonicé un partido de la primera ronda de las eliminatorias entre los Grizzlies y los Thunder de Oklahoma sin intención de convertirme en un ferviente defensor de ninguno de los dos equipos. Pero entonces, como suele ocurrir, mi propósito de observar sin comprometerme se fue esfumando como un andamio el último día de la obra. Dada su condición de previstos perdedores que logran lo impensable, no pude evitar ponerme de parte de los Grizzlies.

Mientras miraba el partido, hice todo lo que acostumbro a hacer para mantener la cordura cuando miro un partido de baloncesto. Envié mensajes de texto a mis amigos. Estuve atento a Twitter. Escuché por si mi extravagante vecino hacía eso que hace cuando ve baloncesto, que es gritar como un mono cuando el equipo al que anima hace algo bien. Esperaba recibir noticias de gente como yo, gente que estuviese de parte de los advenedizos Grizzlies. Al fin y al cabo, los Grizzlies son como cualquier hijo de vecino. Marc Gasol y Zach Randolph representan a todos aquellos que han tenido la esperanza de triunfar a pesar de su talento limitado. Gasol ha pasado años demostrando que forma parte de la NBA; Randolph no sería capaz de saltar por encima de su camiseta si se la pusiesen en el suelo. Comparémoslos con el otro lado de la cancha, donde el superdotado dúo de altos vuelos formado por Kevin Durant y Russell Westbrook representa a aquellos que jamás han puesto en duda su éxito.

Era Luke Skywalker contra la Estrella de la Muerte. El proletariado contra la burguesía. El superviviente de un cáncer de pulmón contra la gran tabacalera. Además, vivo en Estados Unidos. Somos el país fundado sobre el rechazo a la monarquía hereditaria. Se supone que somos la tierra de los perdedores. Por defecto, deberíamos estar de parte de equipos como los Grizzlies. Por eso fue una desagradable sorpresa darme cuenta de que la mayoría de la gente que conozco quería que ganasen los Thunder.

Marc Gasol y Zach Randolph representan a todos los que tienen la esperanza de triunfar a pesar de su talento limitado

¿Qué estaba pasando? ¿Acaso era posible que a esos compatriotas míos ya no les gustase ser los perdedores? ¿O es que en realidad nunca les había gustado? A lo mejor más personas de lo que yo pensaba queremos creer que somos especiales; que, como Kevin Durant y Russell Westbrook, hemos sido elegidos para triunfar. A lo mejor la gente no quiere ser el que trabaja duro y llega lejos, como Zach Randolph, cuyas mejores jugadas parecen accidentes, o Marc Gasol, que confía más en el buen juicio que en el talento.

A lo mejor esta es la razón por la cual hay tantos estadounidenses a los que no les parece irónico deshacerse en elogios hacia el futuro rey de Inglaterra cuando hace arrumacos a los koalas en un zoológico de Australia. ¿Significa eso que mi patria ya no es el perdedor harapiento, el buen chico, el bando que eliges en una pelea? ¿O significa que nunca lo hemos sido?

Me temo que pudiera ser ambas cosas. También me temo que podría estar leyendo demasiadas historias de las que rodean a una serie de las eliminatorias. No es más que baloncesto, ¿no?