Pau, vértigo y confusión
Liberado de la mazmorra mental en la que lo ha tenido D’Antoni es probable que redescubra el placer por el baloncesto
Pau Gasol ha terminado esta temporada de la NBA en el banquillo, abatido por un ataque de vértigo. Un escritor mejor que yo probablemente resistiría la tentación de establecer un vínculo fácil entre la confusión en el oído de Gasol a lo largo de las últimas semanas de la temporada y la confusión en el vestuario de los Lakers a lo largo de toda la temporada. Pero yo no soy esa clase de escritor. Y, en todo caso, la comparación es bastante oportuna. Igual que el vértigo deja a sus víctimas pegadas al suelo mientras el mundo gira bajo sus pies, Pau ha pasado la temporada intentando aferrarse a algo que se parezca a una continuidad en el baloncesto.
La creencia generalizada afirma que la ausencia del jugador de la cancha al final de la temporada es un indicio de lo que se avecina. La mayoría opina que, con 33 años, Pau Gasol está a punto de retirarse. Piensan que probablemente dejará los Lakers y concluirá su carrera en algún lugar que sepa apreciar mejor sus habilidades en rápido retroceso. Según ellos, sus días de gloria han quedado atrás. Pero yo no estoy tan seguro.
El final (probable) de la trayectoria de Gasol con los Lakers ha sido interminable y nada glamuroso
Cuando pensaba en la edad de Pau y lo que presagia para los próximos años, se me ocurrió que un ejercicio razonable sería investigar la productividad del jugador del pasado que creo que más se parece a él cuando tenía su misma edad; un ágil encestador que jugaba de pívot, pero que no dependía de la musculatura como su atributo principal. A los 34 años, cuando conducía a su equipo hacia la final de la Conferencia Oeste, la media de ese hombre misterioso era de 34 puntos y 9 rebotes. El hombre en cuestión era Hakeem Olajuwon.
Para mí, lo interesante de este ejercicio es que, cuando consideraba la posibilidad de llevarlo adelante, Olajuwon fue la primera persona que me vino a la cabeza. No estuve amasando los datos hasta encontrar a alguien que hubiese seguido siendo productivo incluso con 34 años. Este ejercicio particular, no del todo científico, tiene puntos débiles. No existen dos cuerpos humanos que funcionen exactamente igual. Pau Gasol podría ser una bomba de relojería en marcha. También hay que tener en cuenta la psicología. Ninguno de nosotros sabemos con exactitud cuánto tiempo quiere jugar al baloncesto Pau, sobre todo después de dos años siendo el chivo expiatorio de Mike D’Antoni.
Pero también se podría afirmar que, en las casi dos décadas transcurridas desde que Hakeem Olajuwon tenía 34 años, hemos conseguido suficientes avances médicos como para que Gasol pueda seguir siendo productivo mucho más tiempo que Olajuwon. Y no es impensable que redescubra el placer por el baloncesto una vez se haya liberado de la mazmorra mental en la que lo ha tenido D’Antoni.
El final (probable) de la trayectoria de Pau Gasol con los Lakers de Los Ángeles ha sido interminable y nada glamuroso. Pero por muchas razones, entre otras los precedentes en este deporte, su confianza en el cerebro antes que en los músculos y el nuevo comienzo que cualquier cambio de escenario puede traer, es posible que Pau Gasol nos proporcione todavía un montón de oportunidades de hacer símiles fáciles poniendo en relación cualquiera que sea la dolencia que le afecta en este momento con el baloncesto que sigue jugando.
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