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El Barça se engaña a sí mismo

Del Tata a Messi, pasando por la directiva, en el club se buscan más los indultos que la renovación

Ramon Besa
Martino, cabizbajo, durante el encuentro ante el Atlético.
Martino, cabizbajo, durante el encuentro ante el Atlético.Luis Sevillano

La regresión del Barça en la Champions es manifiesta si se toman como referencia las tres últimas temporadas después de su éxito en Wembley. A la derrota en abril de 2012 contra el Chelsea en el Camp Nou le siguió una goleada el año pasado contra el Bayern y el miércoles cayó en cuartos contra el Atlético. Los azulgrana no jugarán las semifinales por vez primera en los últimos siete ejercicios futbolísticos después de un partido en el Calderón que señala a los diferentes estamentos del Barça.

Mala fue la actuación del entrenador, irónico en la sala de prensa, previsible en el banquillo, incapaz de aplicar recursos propios del equipo en situaciones de emergencia como el 3-4-3. No ha entendido aún la cultura futbolística del Barça y si tiene una alternativa no la ha mostrado sino que ha confundido al propio plantel. Admirar al Barcelona desde Argentina y Paraguay no significa saber hacerlo jugar. Martino no tiene un plan ni ha trabajado al grupo tácticamente sino que ha politiqueado con las alineaciones desde que dio con la fórmula de los cuatro medios, repetidamente estéril ante el Atlético. No ha habido manera de calzar a Cesc, que se desgasta por distintas zonas del campo buscando ser decisivo; se disimula el papel de Xavi; la faena de contención desborda a Busi e Iniesta deja de sentirse importante cuando es sustituido cuando el equipo pierde 1-0.

Tampoco es feliz Pedro. Y va y viene Alexis. No hubo fútbol ni jugadas y se consumieron cinco partidos sin ganar por más que se conquistara la Supercopa por un gol del fogoso Neymar.

Las últimas víctimas azulgrana ante un gran Atlético fueron Cruyff
y su Quinta de Lo Pelat

La perseverancia del brasileño, especialmente activo en el caos colectivo que fue el Barça, contrastó con el desinterés de la figura: Messi apenas ha dejado rastro en los duelos con el Atlético. No ha funcionado por dentro ni por fuera, como falso 9 ni en su regreso a la banda derecha, igual que en los tiempos de Rijkaard. No se sabe qué le pasa, ni si está enfadado o preocupado, igual de ausente en la cancha como el año pasado contra el Bayern. También se desconoce qué le conviene porque ha variado el discurso del técnico: Guardiola decía que había que hacerle feliz y Martino aseguró el miércoles: “No interesaba que Leo participara”. Como si no supiera leer el juego ni el partido. Nadie expresa mejor el desconcierto azulgrana que Messi.

Lionel Messi durante el partido.
Lionel Messi durante el partido.JUAN MEDINA (REUTERS)

No se rebela el 10 ni sus compañeros, en evidencia cuando se enfrentan a equipos organizados, entrenados y preparados como el Atlético. A veces da la sensación de que el Barça no se entrena sino que pone el piloto automático. Abandonado a la inercia y a la rutina, saca muchos partidos por la calidad individual y el recuerdo de un fútbol que fue y ya no es porque ha perdido intensidad, fluidez y combinación. Ya no se ordena a partir del balón sino que se desnorta en campo propio y pierde criterio en el contrario. Ha perdido identidad porque el fútbol de posición, posesión y presión, y consecuentemente la velocidad de ejecución, se ha convertido en una sucesión de jugadas que a veces salen bien y otras mal, como las montoneras que se organizan en su área dependen de si al balón llega antes un zaguero propio o un delantero adversario.

La directiva ve pasar el tiempo, incapaz de actuar, paralizada por victorias como la del Bernabéu que conducen al engaño. El Barça es muy capaz de ganar un partido y hasta una final y un título porque tiene muy buenos futbolistas. Ahora, sin embargo, ya no juegan para trascender sino para ganarse el indulto, como ya pasó con la llegada de Tito Vilanova y, después, de Martino. Ni siquiera la fatalidad sirve como excusa ante partidos reprobables como el del Calderón. Ya no hay pasión sino impotencia y prisa por que la FIFA permita fichar en verano a unos cuantos futbolistas para corregir los errores estructurales. El problema es quién le pone el cascabel al gato ante la falta continuada de liderazgo en el Barça. A algún directivo se le escuchó decir al regreso de Madrid que “habrá sangre”. Las últimas víctimas ilustres en el bando azulgrana después de una derrota cruel contra un Atlético campeón fueron Cruyff y su Quinta de Lo Pelat.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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